Aproximación A La Neuropsicología. Juan Moisés De La SernaЧитать онлайн книгу.
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Aproximación
a la
NeuroPsicología
Dr. Juan Moisés de la Serna
www.juanmoisesdelaserna.es
Copyright © 2018
Prefacio
Hablar de neuropsicología es hacerlo de una de las ramas que más han crecido en los últimos años, ya que se nutre de los avances tanto de la psicología como de la neurociencia.
El ámbito de la neuropsicología abarca tanto aspectos teóricos como de la práctica ante trastornos o traumatismos.
Un ámbito que está siendo cada vez más demandado debido a los grandes beneficios que ofrece a los pacientes.
Índice
Capítulo 1. Bases Neuronales del Cerebro
Capítulo 2. Procesos Psicológicos y su funcionamiento
Capítulo 3. Alteraciones de las funciones cognitivas y evaluación
Capítulo 4. Técnicas de intervención en los procesos psicológicos
Dedicado a mis padres
Agradecimientos
Aprovechar desde aquí para agradecer a todas las personas que han colaborado con sus aportaciones en la realización de este texto, especialmente al Dr. David Lavilla Muñoz, Profesor Titular de Comunicación Digital y Nuevas Tendencias de la Universidad Europea y a Dª Daniela Galindo Bermúdez, Presidente de Hablando con Julis: la solución para la comunicación y el aprendizaje de personas con discapacidad.
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© Juan Moisés de la Serna, 2018
Capítulo 1. Bases Neuronales del Cerebro
La Neuropsicología surge de la unión de dos ramas de conocimientos, la psicología y la medicina, cuyo objeto de estudio son los procesos psicológicos, memoria, atención, lenguaje… y cómo estos se desarrollan con la edad, y si se ven alterados por los trastornos del desarrollo y problemas asociados a traumatismos, enfermedades o la vejez.
Con respecto al cerebro hay que conocer sus bases neurológicas, sobre todo en cuanto a estas capacidades psicológicas de las que se encarga la neuropsicología.
Anatómicamente la corteza cerebral está dividida por el surco central, dejando a un lado el hemisferio derecho y al otro el izquierdo, y bajo ambos se encuentra el diencéfalo, que son estructuras interiores (tálamo, subtálamo, hipotálamo, epitálamo metatálamo y tercer ventrículo) que conecta con el tallo cerebral (mesencéfalo, puente de Varolio y el bulbo raquídeo).
Los hemisferios por su parte pueden dividirse en lóbulo frontal (situado en la parte frontal del cerebro), lóbulo parietal (tras el lóbulo frontal, sobre el lóbulo temporal y delante del lóbulo occipital), lóbulo temporal (bajo el lóbulo temporal) y lóbulo occipital (situado en la parte anterior del cerebro).
El lóbulo frontal está asociado a las funciones ejecutivas, esto es, a la capacidad de organización, toma de decisiones y supervisión de las mismas. Es donde se recibe “toda” la información, se procesa y responde a partir de ahí. La lesión de esta estructura conlleva desorganización de la conducta, desinhibición sexual y aumento de conductas de riesgo.
El lóbulo parietal, que es el centro de la información sensitiva, con un papel destacado en el lenguaje, y su lesión puede provocar discalculia (problemas con las matemáticas), dislexia (problemas con el lenguaje), afasia (problemas con la pronunciación), apraxia (problemas de movimiento), agnosia (problemas de reconocimiento).
El lóbulo temporal, implicado en los procesos del lenguaje relacionados con el procesamiento auditivo, igualmente interviene en el procesamiento de imágenes complejas. Además, participa de los procesos de consolidación de memorias a largo plazo. Su lesión provoca dislexia, afasia y deterioro de la memoria verbal.
El lóbulo occipital, en donde se encuentra el centro de procesamiento visual, donde llega toda la información percibida por la vista a través de los nervios ópticos. Las lesiones en esta área provocan problemas de reconocimiento y procesamiento de las imágenes captadas.
Con respecto a las localizaciones de los aspectos como la atención, el lenguaje o la memoria, indican que existen distintas estructuras implicadas en cada una de ella, produciendo la lesión de uno de los lóbulos la pérdida total o parcial de dicha función.
Abandonando así definitivamente la teoría localizacionista que rigió durante décadas el estudio de la neurociencia, donde se trataba de asignar a cada región del cerebro una determinada función psicológica, de forma que la lesión de la misma impedía a la persona el desempeño de dicha función.
Actualmente se considera que las funciones cognitivas están distribuidas en el cerebro, y aunque existen centros especializados de procesamiento de determinadas informaciones, ya sean auditivas, visuales, propioceptivas… todo ello luego va a distribuirse para constituir las huellas de memoria, por ejemplo.
Para poder adentrarnos en el conocimiento del cerebro lo vamos a hacer con respecto al mundo emocional, el cual es más complejo de lo que a simple vista se puede ver. Vamos a profundizar en los distintos elementos que lo componen.
Cuando se habla de componentes de la emoción, depende de dónde pongamos el foco de atención para decir que existen más o menos, así en una primera aproximación se pueden hablar de tres expresiones de la emoción:
- La neurofisiológica, abarca todas las vías y estructuras neuronales implicadas particularmente para cada una de las emociones, además de las respuestas vegetativas de vasocontricción, taquicardia, respiración acelerada y ruboración que acompañan a las emociones.
- La conductual, en el que nuestro cuerpo se convierte en “espejo” de nuestras emociones, manifestándose de forma involuntaria mediante la expresión facial y del resto del cuerpo, tensando o relajando determinados músculos, que pueden delatar lo que sentimos, incluso cuando tratamos de “disimularlo”. Igualmente, éste componente nos habla de lo que vamos a hacer o no por seguir esa emoción, es decir, cómo se van a expresar todos aquellos actos motivados en nuestro comportamiento y en la forma en que nos relacionamos con los demás.
- La cognitiva, que tiene más que ver con cómo percibimos nuestra propia emoción y la de los demás, y cómo la interpretamos, es decir, la vivencia subjetiva de nuestros sentimientos.