E-Pack Bianca y deseo agosto 2020. Varias AutorasЧитать онлайн книгу.
n id="ub45188ef-2aca-5ee7-974b-c400b5b5e142">
Cualquier forma de reproducción, distribución, comunicación pública o transformación de esta obra solo puede ser realizada con la autorización de sus titulares, salvo excepción prevista por la ley.
Diríjase a CEDRO si necesita reproducir algún fragmento de esta obra.
www.conlicencia.com - Tels.: 91 702 19 70 / 93 272 04 47
Editado por Harlequin Ibérica.
Una división de HarperCollins Ibérica, S.A.
Núñez de Balboa, 56
28001 Madrid
© 2020 Harlequin Ibérica, una división de HarperCollins Ibérica, S.A.
E-pack Bianca y Deseo, n.º 207 - agosto 2020
I.S.B.N.: 978-84-1348-776-2
Índice
Créditos
Si te ha gustado este libro…
Si te ha gustado este libro…
Capítulo 1
EL ENTRÓ en el restaurante por la puerta principal. La joven mochilera entró corriendo desde el callejón de la parte de atrás. Se encontraron en medio del bar.
Más exactamente, ella chocó con él.
–¡Perdón! ¡Perdón! –exclamó, cuando se apartó con un grito.
–No es necesario que se disculpe –contestó él.
Miró detenidamente a la recién llegada. Ojos brillantes, barbilla firme y un rostro manchado con el polvo del viaje. Era una cara interesante, llena de personalidad y bastante atractiva. A él le quedó una impresión de curvas suaves contra su cuerpo musculoso. Miró sus ojos del color de un océano esmeralda en un día tranquilo de verano, que es lo que debería haber sido aquel. Pero ¿acaso había algo que fuera tan sencillo como parecía?
–Me muero por un vaso de agua –comentó ella, a nadie en particular. Se volvió a mirarlo sin disimulo–. ¿Nos conocemos?
–Creo que no.
–¿Está seguro?
Él se tocó la barba de veinticuatro horas.
–Segurísimo.
Ella siguió mirándolo atentamente, como si el rostro de él le sonara de algo, pero su cerebro se negara a suministrarle la información requerida.
Eso le permitió a él inhalar el olor a flores silvestres de ella y apreciar sus dulces labios, fruncidos en un gesto pensativo. Aunque, cuando notó la terquedad de la barbilla y vio que entrecerraba los ojos de un modo que indicaba que estaba buscando su rostro en algún motor de búsqueda interna, decidió que «dulce» no era la palabra que usaría para describirla
–Estoy segura de que lo conozco de algo –insistió, con