Pleasure Activism (2019) desarrolla la idea de que todos merecemos el placer, independientemente de la forma en que este placer nos llegue, ya sea si estamos pasando una noche tranquila en casa con nuestra pareja o trabajando en nuestra comunidad para ayudar a otros. En sus páginas se explora la política del placer y se explica cómo los negros, los indígenas y otras comunidades oprimidas pueden permitirse liberarse de los arraigados sentimientos de opresión que les ha impuesto la sociedad.

Al igual que la comida y el abrigo, el placer es un principio humano básico que todos merecen. Las personas merecen el placer sexual, el placer inducido por las drogas y el placer que se encuentra incluso en la simple vida de la rutina diaria. Todos merecemos aceptar quiénes somos mental y físicamente y asumir el efecto que tenemos en el mundo que nos rodea.

La autora investiga cómo todos podemos aprender a mirar más allá de los traumas anteriores, sobreponernos a ellos y seguir adelante, en lugar de dejar que nos mantengan en modo de supervivencia.

Este libro nos hace entender que somos parte de una comunidad, que impactamos en ella y a su vez recibimos sus influencias. La búsqueda del placer es, en definitiva, la vida misma, en la que a medida que caminamos intentamos felicidad y bienestar.

CAPITULO 01: ¿Cómo estar contento cuando experimentas placer en lugar de sentirte egoísta?

Cuando la gente escucha la palabra activismo, la asocia con la política. La mayor parte de las personas rara vez se piensa en el activismo relacionado con el placer. Sin embargo, el placer puede ser parte de la política cuando intentamos liberarnos de la opresión que causa la mentalidad de supremacía.

La sociedad va cambiando y se ve con optimismo los avances para que todas las personas puedan sentir placer. Esto supone la superación de prejuicios y de organizaciones culturales que no tienen en cuenta a determinados grupos o comunidades. Un ejemplo de esto es la comunidad LGBTQ que ha comenzado a reclamar sus derechos a experimentar la felicidad a su manera, y a mostrarse como grupo organizado. Este cambio social propio de estos tiempos, aparece con diferente énfasis en las distintas culturas. No ocurre de la misma manera en los pueblos occidentales que en los orientales.

Activismo para el placer se puede definir como las iniciativas y las acciones que se realizan para que todo el mundo pueda ser feliz, sin distinciones de razas, de género, de edades, de culturas, de opciones sexuales. Este activismo se basa en eliminar las limitaciones y las creencias nefastas de mentes que sostienen la supremacía de algunos hombres sobre otros, y que imponen su opresión a los que consideran inferiores o diferentes.

Llaman la atención determinados comportamientos muy arraigados en algunos grupos sociales. Por ejemplo, los niños a menudo son castigados cuando corren por la casa riendo, incluso si así se divierten y están felices, y aunque no lastimen a nadie. Esta actitud de los adultos se basa en la idea de que los niños tienen que “portarse bien”, y eso equivale a estar silenciosos y quietos, sin importar si así son felices o infelices. Otro ejemplo muy claro es el de la sexualidad en la vida de las mujeres. A medida que crecen y se desarrollan, a las mujeres se les enseña a aceptar su sexualidad, y esta se vuelve un tabú. No se habla de ese tema. Muchas mujeres no conocen sus órganos sexuales como fuente de placer y hasta temen a las relaciones sexuales. Es así que en ocasiones, cuando son adultas necesitan de terapia para superar el miedo a sus propios cuerpos y a disfrutar de su propia sexualidad, sintiendo placer en ella.

Es importante tener en cuenta que las experiencias que vive un niño durante su infancia, forman no solo su forma consciente de pensar, sino la forma subconsciente en que se percibe a sí mismo. De esta manera se van estableciendo comportamientos para encajar en el mundo que lo rodea. Muchos traumas del pasado tienen un efecto profundo en las personas, en su apertura para sentir placer.

Cuando un grupo de personas es menospreciado por sociedad, se generan prejuicios que impactan en las propias expectativas y juicios. Cuando estas creencias se vuelven comunes a la mayor parte de los integrantes de la comunidad, la sociedad se vuelve juez y sanciona a quienes no se ajustan a esas formas de vivir. Un ejemplo de esto son las órdenes religiosas que se enfocan en la naturaleza pecaminosa de los humanos. Permanentemente están destacando los pecados que el hombre comete,

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