Por medio de esta lectura podrás conocer la verdadera historia detrás del peor desastre natural que ha ocurrido en los Estados Unidos, el cual azotó la ciudad de Galveston, Texas.

Galveston fue una vez una ciudad de esperanzas ilimitadas a principios del siglo XX; había una comunidad diversa que coexistía en paz, armonía y prosperidad, aunque por desgracia el 8 de septiembre de 1900 todo eso cambió y ni la ciudad ni sus habitantes volverían a ser los mismos.

Erik Larson logró plasmar en La Tormenta De Isaac un relato apasionante de los hechos cronológicos que narran cómo el huracán destruyó Galveston hace más de un siglo, tratándose de una tragedia casi sin igual.

El huracán tomó a Galveston absolutamente por sorpresa justo cuando se estaba convirtiendo en una población de clase mundial. Con muy pocas señales que casi nadie quiso ver a tiempo, la furia de la naturaleza se desató y destruyó las aspiraciones y sueños de muchas personas.

De hecho, fueron miles los que perecieron a la par que se derrumbaron todos los edificios. En la mañana del 9 de septiembre, los testigos atónitos y los pocos sobrevivientes se encontraron en medio de una ciudad fantasma.

Isaac Cline, el principal analista meteorológico de Texas en aquel entonces y posiblemente la mente más brillante de la Oficina Meteorológica federal, tuvo mucho que ver con los efectos devastadores del huracán.

Isaac sabía mucho sobre cómo leer la atmósfera, pero su arrogancia, así como la censura impuesta por la Oficina, fueron dos factores mortales que impidieron que las personas pudieran ponerse a salvo antes de que fuera demasiado tarde.

Erik Larson, cuyos artículos han aparecido en las revistas New Yorker, Atlantic, Wall Street Journal y Time, es un autor galardonado. En el jardín de las bestias (2011), Thunderstruck (2006) y El diablo en la ciudad blanca son obras de no ficción de su autoría que han recibido muchos premios, incluido el Premio Edgar a la mejor escritura sobre crímenes reales.

CAPITULO 01: La Oficina Federal de Meteorología era un desastre total.

En 1870, mediante una ley aprobada por el Congreso, se instauró la Oficina Meteorológica federal en Estados Unidos. En un primer momento se llamó Cuerpo de Señales, y su función no solo era proporcionar información meteorológica completa desde el interior del país, sino también proporcionar información proveniente de territorios exteriores donde había bases para operaciones militares o comerciales.

Sin embargo, comenzó a surgir una serie de graves problemas para 1882: se descubrió que los empleados hacían predicciones climáticas falsas, se emborrachaban y realizaban diversas actividades extracurriculares en las oficinas y el director financiero malversaba cientos de miles de dólares. La Oficina era un desastre total y urgía encontrar personal inteligente y atento. Es entonces que entró en el panorama el meteorólogo Isaac Cline.

Isaac había crecido en el condado de Monroe, Tennessee, un lugar donde había podido estudiar y apreciar de cerca los fenómenos más agresivos del clima, como tornados y tormentas eléctricas propias del verano.

Isaac era un hombre ambicioso y dedicado que, en su momento, se había enfocado por completo en su educación en meteorología para después centrarse en cuerpo y alma en una carrera en el mismo rubro.

Por lo tanto, cuando el Cuerpo de Señales envió cartas a las universidades solicitando posibles reclutas para su nuevo y más responsable personal, el presidente de la universidad de Isaac no dudó en recomendarlo para el puesto.

Isaac Cline no tardó en ascender las filas de la Oficina Meteorológica hasta que le asignaron la administración de la oficina en Galveston, Texas.

CAPITULO 02: Isaac Cline era el hombre perfecto para el trabajo.

En 1889, Isaac fue puesto a cargo de la falible estación de la Oficina apostada en Galveston, Texas.

Isaac

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