Pensar diferente. Diego FusaroЧитать онлайн книгу.
>
Pensar diferente
Pensar diferente.
Filosofía del disenso
Diego Fusaro
Traducción de Michela Ferrante Lavín
COLECCIÓN ESTRUCTURAS Y PROCESOS Serie Filosofía
Título original: Pensare altrimenti. Filosofia del dissenso
© Editorial Trotta, S.A., 2022
© Giulio Einaudi editore, s.p.a., Turín, 2017
© Michela Ferrante Lavín, traducción, 2022
Cualquier forma de reproducción, distribución, comunicación pública o transformación de esta obra solo puede ser realizada con la autorización de sus titulares, salvo excepción prevista por la ley. Diríjase a CEDRO (Centro Español de Derechos Reprográficos, www.cedro.org) si necesita fotocopiar o escanear algún fragmento de esta obra.
ISBN: 978-84-1364-078-5 (edición digital e-pub)
Para todos aquellos que todavía se atreven a caminar erguidos y a defender hasta el final sus propias ideas.
«No nos pidas la fórmula que mundos pueda abrirte,
sí alguna sílaba seca y retorcida como una rama.
Solo esto podemos decirte,
lo que no somos, lo que no queremos».
E. Montale, Huesos de sepia
ÍNDICE
2. En el principio fue el disenso
3. Grados y formas del sentir no homologado
5. De la represión de la divergencia a la imposibilidad de que llegue a constituirse
7. Neoconformismo y disenso contra el disenso
8. La derecha del dinero y la izquierda de la costumbre: las dos alas del poder
9. El pensamiento único políticamente correcto
11. Como Glauco, el dios marino: la manipulación
12. La neolengua y el nuevo orden simbólico
13. Amar nuestras cadenas: el teorema de La Boétie
14. Desobediencia, revolución y rebelión
15. Bartleby, el escribiente y Sostiene Pereira: fenomenología del espíritu rebelde
16. Los últimos hombres y el nuevo cautiverio simbólico
1
SENTIR DIFERENTE
«Antaño no era lícito pensar libremente; ahora es lícito hacerlo, pero ya no puede hacerse. Piénsase tan solo qué sea lo que debe quererse; y esto es lo que se llama hoy libertad».
O. Spengler, La decadencia de Occidente
La historia de la humanidad es también la historia del disenso. Desde siempre, en formas, con resultados y presupuestos mutuamente irreducibles, los hombres se rebelan.
Lo hacen de múltiples y variadas maneras que no se dejan encasillar fácilmente en un paradigma único y que, sin embargo, tienen como horizonte común la oposición, la protesta, la reclamada antítesis frente a un orden establecido o, más simplemente, frente a un «sentir común» (consensus) que pretende ser justo o, en cualquier caso, el único legítimo1.
La revolución y la rebelión, la defección y la protesta, la revuelta y el motín, el antagonismo y el desacuerdo, la insubordinación y la sedición, la huelga y la desobediencia, la resistencia y el sabotaje, la contestación y la sublevación, la guerrilla y la insurrección, la agitación y el boicot son todas figuras proteicas del disenso, expresiones plurales que encuentran su fundamento en la única matriz del «sentir diferente» ante el orden, el poder, el discurso dominante.
Prometeo disintió ante la orden divina que pretendía la subordinación de los mortales, y después Sócrates ante las leyes injustas de la polis ateniense. Luego le tocó a Espartaco oponerse a la inicua norma que decretaba la esclavitud para él y sus compañeros. Disintieron Tiberio Graco y Catilina, con la effrenata audacia de la llamada «conjuración de Catilina», y también los rebeldes que le quitaron la vida a César; después los ciompi y los anabaptistas, aunque con resultados adversos.
Disintieron Lutero y los herejes medievales, luego Giordano Bruno y Julio César Vanini, símbolos eternos del coraje de estar en contra. Disidente fue también el propio Cristo que, entrando en el «reino de los cielos», se opuso a las injusticias del reino terrenal.
Disintieron Cromwell en Inglaterra, los movimientos estadounidenses contra las guerras de Vietnam y Corea, Marx y Lenin contra las leyes del capital. En Italia disintieron los antifascistas y Pasolini contra el nuevo fascismo de la sociedad de consumo, los revolucionarios franceses en 1789 y los rusos en 1917; pero también los disidentes soviéticos se opusieron al comunismo mal realizado, Nelson Mandela a la segregación, Martin Luther King, el Che Guevara y, simplemente con la desobediencia civil, Gandhi.
Sankara luchó en contra del imperialismo occidental en África, la generación del 68 protestó contra sus padres, la Rosa Blanca se enfrentó al nacionalsocialismo, Peppino Impastato y Paolo Borsellino a la mafia, mientras los checos lo hicieron contra la Unión Soviética. En tiempos más recientes, y en lugares más cercanos a nosotros, disintieron en Génova (2001) los movimientos antiglobalización.
A partir de estos ejemplos —que no pretenden ser exhaustivos, sino necesariamente impresionistas—, escogidos entre la variada galería de la epopeya