Sueños De Un Juez I. Serna Moisés De La JuanЧитать онлайн книгу.
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Sueños
de un
Juez
I
Juan Moisés de la Serna
Editorial Tektime
2020
“Sueños de un Juez I”
Escrito por Juan Moisés de la Serna
1ª edición: marzo 2020
© Juan Moisés de la Serna, 2020
© Ediciones Tektime, 2020
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Prólogo
El juez se quedó dormido y después de descansar, tal vez unas tres horas, cuando su mente estaba ya descargada de la pesadez del día, ésta estableció contacto de forma visual con una escena que no le era familiar, era como si él mismo fuera trasladado a otro lugar, y pudiera ver y escuchar todo lo que allí se hacía. Él presenció aquello que estaba delante y podía observar con detalle a todos los asistentes, pero él mismo no estaba físicamente en el lugar.
Era la primera vez que le ocurría, y por tanto se encontró con miedo, y así se mantuvo aparte de las personas que veía y de los acontecimientos que presenciaba, durante el primer tiempo. Luego entendió que todo podía ser un sueño por lo que nada le podía ocurrir, y se mezcló entre los asistentes observando todo desde distintas posiciones, pues ellos no detectaban su presencia, y al final determinó que efectivamente era un sueño y que podría aprender algo de las cosas que veía y escuchaba.
Dedicado a mis padres
Contenido
Primer Sueño
El juez se quedó dormido y después de descansar, tal vez unas tres horas, cuando su mente estaba ya descargada de la pesadez del día, ésta estableció contacto de forma visual con una escena que no le era familiar, era como si él mismo fuera trasladado a otro lugar, y pudiera ver y escuchar todo lo que allí se hacía. Él presenció aquello que estaba delante y podía observar con detalle a todos los asistentes, pero él mismo no estaba físicamente en el lugar.
Era la primera vez que le ocurría, y por tanto se encontró con miedo, y así se mantuvo aparte de las personas que veía y de los acontecimientos que presenciaba, durante el primer tiempo. Luego entendió que todo podía ser un sueño por lo que nada le podía ocurrir, y se mezcló entre los asistentes observando todo desde distintas posiciones, pues ellos no detectaban su presencia, y al final determinó que efectivamente era un sueño y que podría aprender algo de las cosas que veía y escuchaba.
Sin saber cómo se encontró en un gran salón, presidido por su propio Rey, y junto a él, alguien que se parecía a él mismo, esto le extrañó y se dijo, “¡Extraño sueño, pues yo mismo me veo!” y sabiendo que no es una realidad física, y además también en el sueño ejercía de Juez, y había otras personas, otros que eran como él, otros que eran Jueces y que hacían las veces de testigos de cargo, y de la defensa, y así también había uno que era el que exponía el caso y decía que este caso era sobre los Ancianos de la Comunidad y así uno que parecía de cargo como el actual Fiscal, argumentó aspectos para que desaparecieran, y el Defensor para que se les respetara, y al final él mismo o el que se le parecía a él mismo, tuvo que dar su JUSTICIA, decir su parecer.
Y después de terminado todo, el Rey allí presente, aunque a un lado, y que era testigo, pero no participante, hizo un Decreto por la misma Sentencia, pero todo esto, es mejor contarlo con detalle, pues es importante y lo fue para algunos pueblos a través de los cuales se extendió las enseñanzas.
Para una mayor aclaración en este primer capítulo, os diré que, el juez, se veía a sí mismo como un ser vivo pero no físico, sino de energía, por ello no era detectable a los demás, pero a él mismo si le funcionaban bien los sentidos, y podía moverse de un lugar a otro, no andando como los físicos si no, solo pensando y el pensamiento les llevaba a donde quería, y esto lo tuvo que aprender en unos cuantos movimientos, pues el pensar no tiene importancia, pero cuando se cumple lo que uno piensa, se da cuenta de la enorme capacidad que el hombre tiene.
El juez, durante el relato se movía de un lugar a otro, y pasaba a través de los personajes y también escuchaba sus palabras y pensamientos, y así se enteraba de todo, pero él mismo se veía a sí mismo formando parte de aquel mundo físico, y él mismo se daba cuenta de que todo era un Sueño, pero un Sueño que alguien Superior muy poderoso le hacía tener y así lo primero que quiso averiguar era quién le mandaba aquellas imágenes y descubrió para su asombro que era el ALTÍSIMO.
Esto fue lo que vio. En un salón grande con columnas a los lados, y de forma redonda, había unos sillones, alineados a una gran mesa, los sillones eran cinco, y pareció que aquello era un tribunal, y él mismo el juez, quien llegó antes de que entrase la gente, pues vio guardias armados, y con ello entendió que alguien importante, como luego confirmó, estaría presente, y así empezó a entrar gente bien vestida, o diría con lujosos mantos, y elegantes gorros en la cabeza, y también como fue el caso de dos de los personajes que entraron, uno de los cuales era el Rey, y otro el que parecía su Consejero de Justicia.
Se sentaron aquellos nobles Señores en sus sillones, y dieron paso a otros de menos categoría, pues al entrar, desde la puerta estaban dando saludos y haciendo inclinaciones de cabeza, y para el asombro del Juez, se vio a sí mismo entre uno de los de aquel grupo.
Naturalmente él se daba cuenta de que todo no era realidad, pues él continuaba dormido y al mismo tiempo estaba en aquel salón como si fuera un Espíritu presente viendo y escuchando.
Delante del Rey y puestos en pie, hablaron por turno y así dijeron lo siguiente.
El Rey los había convocado como los mejores de entre los que se consideraban los Jueces, y así, aunque él mismo, no era sino únicamente un Juez de la Capital, sin siquiera territorio propio, pues solo podía administrar Justicia en el Zoco, le habían llamado porque había conseguido fama.
Con el reconocer públicamente que siempre que tenían Juicio hacía Oración, y se le decía lo justo, y así siempre acertaba, y como normalmente eran reconocidos como justos todos los veredictos, aspecto que en otros casos no ocurría, donde los veredictos se solían inclinar a favor de alguno de los dos.
Veredictos que solían ser injustos entre los demás, porque se inclinaban hacia aquel por tener mejores medios económicos, o mejores argumentos, o que hubiera preparado mejor las pruebas, se le daban los fallos, y el que era inferior o ignorante no tenía nunca la justicia a su favor, por eso, entre el pueblo y sobre todo entre los comerciantes,