El Miércoles de Ceniza de 1950, varios vecinos de Albanchez (Almería) desafiaron la prohibición de celebrar el carnaval escenificando el «entierro de la sardina». Disfrazados de sacerdotes y monaguillos, se lanzaron a la calle. Allí se les fueron uniendo otros muchachos, mujeres y niños, y se formó espontáneamente un grupo que fue recorriendo el pueblo, pero al llegar a la calle General Mola, la Guardia Civil los disolvió a base de bofetadas y golpes con la porra. Según las autoridades, uno de ellos portaba un palo de escoba en el que había colocado un calabazón que simulaba una cruz. Además, aseguraban haber escuchado entre la multitud «palabras propias de un sacerdote al verificar un funeral». A partir de estas evidencias, interpretaron los hechos como una mofa hacia la religión. Pequeños sucesos como este permiten que nos adentremos en el franquismo «realmente» vivido. Con ello se pretende examinar, a través de las experiencias cotidianas de aquellos cuyas existencias transcurrieron bajo la dictadura, las complejas e incluso contradictorias percepciones que suscitaron las políticas del régimen entre la gente de a pie y mostrar cómo la atracción popular por determinados aspectos del franquismo coexistió durante todo el periodo con la resistencia frente a otros.