Por el rigor y el carácter sistemático de sus exposiciones, Clemente de Alejandría es considerado uno de los iniciadores de la elaboración científica de la teología. Clemente de Alejandría vivió a caballo de los siglos II y III. Nacido en Atenas, ocupó la cátedra de la escuela catequística de Alejandría hasta que hubo de huir a Capadocia a raíz de las persecuciones de Septimio Severo. En el Protrepticus, Clemente insta a olvidar los mitos y leyendas paganos para abrazar el Logos, Jesucristo, manifestación de la divinidad verdadera. En su exhortación a renunciar a los viejos ropajes de la idolatría y el paganismo, contrapone la mera poesía de los autores griegos a la naturaleza revelada de los dichos proféticos, que se dirigen a lo esencial del espíritu humano para ofrecer un camino de salvación. Sin embargo, Clemente no rechaza el conjunto de la tradición griega, sino que efectúa una personal interpretación de la filosofía clásica ateniense, que conocía muy bien (como se advierte en su obra El pedagogo, también publicada en Biblioteca Clásica Gredos), y argumenta que los aspectos fundamentales de platonismo, pitagorismo y estoicismo conducen a la verdad cristiana.