Separados por un tenue hilo de luz, dos mundos habitan en esta novela, dos mundos representados por un orfebre, Lope de Figueroa, que «no ha existido nunca», como dice el mismo autor en la introducción, y un monarca que bien pudo haber existido. El sueño de uno de ellos sirve a Nervo para explorar algunos de los temas que lo absorbieron con frecuencia en su vida literaria: la brevedad de la felicidad que se encuentra en los placeres sencillos de la existencia, en la de un artesano entregado a su trabajo y al amor de su compañera; la pesadumbre de un mundo vacío en el que el hombre se halla solo, el mundo de la modernidad con sus adelantos tecnológicos: «Los hombres volaban, Mencía, y eran mucho más libres… pero no felices», y la imagen femenina de la esposa ideal.