A comienzos del siglo XVI, algunos cristianos, en protesta contra lo que consideraban un abuso de Roma, quebrantaron la unidad de la Iglesia. El conflicto teológico derivó en una crisis política sin precedentes y en unas sangrientas guerras de religión. Conspiraciones, ataques, asesinatos, guerra de palabras e imágenes… Desde la muerte de Enrique II hasta la firma del Edicto de Nantes, esta es la historia, dolorosa pero fructífera en términos de las ideas políticas: según el autor, contribuyó decisivamente al fortalecimiento del poder real y al advenimiento de la modernidad. Para los contemporáneos, la pregunta sigue en el aire: ¿basta la política para frenar las guerras que se inician en nombre de la religión?