Cierta vez, un Zorro invitó a su amiga Cigüeña a cenar en su casa mencionándole platillos deliciosos e inolvidables. La Cigüeña cuando llegó y se sentó en la mesa, observó que el Zorro servia una riquísima sopa en un plato muy plano y no podía comer nada. Pasado los días, la Cigüeña invitó a cenar al Zorro, al llegar a la casa de la Cigüeña, esta trajo la exquisita comida dentro de un largo y alto jarro de cristal, de panza ancha y boca estrecha. El Zorrro intenó de muchas maneras meter su hocico y lengua a la boca del jarro, pero no llegaba a la comida.