El derecho colombiano y la apertura en los debates sociales contemporáneos. Álvaro Hernán Moreno DuránЧитать онлайн книгу.
20 857 801
Fuente: Registraduría General del Estado Civil (2018).
Como se observa en los datos registrados, el promedio de abstención se acerca a un 53 %, cifra que verdaderamente sorprende, ya que más de la mitad de la población no se involucra en los procesos democráticos. Como lo explican diferentes organismos, existen múltiples factores, estudios y teoría al respecto, señalados con la CIDH, como lo son los factores sociodemográficos, factores psicológicos y factores políticos; incluso, las diferentes percepciones, como las señaladas por la Registraduría Nacional colombiana, en el texto del 2013, que se aproximan a los determinantes de abstención electoral en Colombia.
No obstante, la inexistencia de estudios serios, por parte de la organización electoral, que identifiquen las causas particulares por las cuales en Colombia el abstencionismo es tan elevado y, más aún, las estrategias que permitan contrarrestar este fenómeno. Pese a esto, según otros estudios, este comportamiento, visto desde la perspectiva de la apatía y retraimiento, podría responder a una cultura de la sumisión propia de América Latina que, a excepción de los pueblos amerindios del bloque norteamericano y suramericano, funda sus raíces en las sociedades prehispánicas, donde las más avanzadas y organizadas civilizaciones precolombinas se caracterizaron por ser sociedades inequitativas, porque su sistema fue estricto en propender progenies y en la devoción al Dios como último gobernante. Características que se verían luego impactadas por la concepción aristocrática de jerarquías sociales rígidas heredadas a través del proceso de colonización, cuando los “novohispanos” eran considerados súbditos, cuya destinación era la sumisión y callar en los asuntos públicos y gubernamentales. Por ello, las instituciones españolas, absolutistas y centralizadas, no permitieron la génesis de clases criollas, con el fin de dirigir (Emmerich, 2000).
Toda esta herencia podría explicar, entonces, por qué se ha logrado avanzar por los caminos de la democracia, si el ciudadano del común se siente alejado de una élite que constituye la “clase dirigente”. Se trata de una cultura política que es, además, el reflejo de una realidad donde prevalecen las desigualdades sociales y económicas, que ubican a Colombia en el tercer lugar de desigualdad en el marco global, superado por Haití y Angola, según la ONU (2011) en el Informe sobre desarrollo humano. En dicho informe, la ONU mostró que se ha pretendido realizar una cultura política de participación ciudadana, pero que ha sido obstaculizada. Tal como lo han afirmado Cuéllar y Oseguera (2008), “las condiciones de pobreza y pobreza extrema no permiten el desarrollo de una democracia plena” (p. 244). Sin hablar del clima de violencia, en distintas zonas del país, que tampoco ha permitido el desarrollo de condiciones favorables para la participación ciudadana.
Pese a esta perspectiva, algunos estudios realizados sobre al abstencionismo electoral han concluido que el fenómeno de la abstención permite pensar en una expresión de protesta y no de apatía (Zabala, 2010), lo cual hace imperioso atender el abstencionismo, pues, en efecto, si se considera que uno de los principios en que descansa la democracia es que los ciudadanos se interesen y estén motivados en la política, el hecho de que gran parte de la población no ejerza su derecho al voto, siendo este el recurso democrático por excelencia, la abstención puede ser el mayor síntoma de una “enfermedad” en la democracia.
De acuerdo con Zabala (2010), para la sociología de la abstención electoral existen dos razones fundamentales que explican este fenómeno. Por un lado, están quienes consideran que la abstención constituye una manifestación de exclusión pasiva, debido a la influencia de factores individuales, como el nivel de educación, la raza, el ingreso y la edad, entre otros. Por otro lado, se encuentran aquellos que consideran la abstención como una manifestación de protesta activa, especialmente, por el inconformismo que suscita la ineficiencia política; así como el desinterés por la política como factor de abstención se considera como una expresión de protesta. Pero, sea cual sea la razón que explique la abstención electoral, una cosa es evidente y es que en una democracia, un alto índice de rechazo, frente a un sistema político, resulta ser un asunto de gran relevancia que es necesario atender.
En efecto, si la democracia participativa se entiende como óbice metodológico para la participación ciudadana en el componente gubernamental, de acuerdo con Sánchez y Muriel (2007). Para lograr dicho objetivo, es necesario procurar el aumento de personas que sean titulares del sufragio, con el fin de propender creciente participación en asuntos públicos decisivos. A partir de esto puede concederse una convicción de lo político con el fin de determinar una soberanía que promueve la unión volitiva y consecuencia de ello, la concreción de un proyecto político.
Los procesos electorales
en Colombia
Cuando la Constitución de 1991 se sancionó, y con la apertura a la pluralidad de partidos, se dio inicio a un proceso democrático más incluyente. No obstante, la evidencia ha señalado que los partidos siguen siendo de unos pocos. Hay incluso quienes señalaron que en Colombia los sistemas de partidos dejaron de lado el bipartidismo tradicional para dar paso al sistema de múltiples partidos, pero realmente lo que se dio fue el “fraccionamiento de los partidos políticos tradicionales” (Velásquez, 2018, p. 140). El maestro Carlos Gaviria Díaz (2017), por ejemplo, en una conferencia ofrecida en Viena, señaló con referencia a las consideraciones expresadas acerca de los partidos, citando al expresidente Alfonso López Michelsen, que el constitucionalista argumentaba que cuando las elecciones se realizaban en regímenes absolutistas era “la carrera de un solo caballo”, y que cuando, al contrario, los regímenes eran democráticos, “la carrera se daba con varios caballos”, pero del mismo dueño.
Señaló también el maestro Gaviria (2017), en la citada conferencia, que cuando participó en diferentes campañas electorales en la costa norte de Colombia, una señora se le acercó y le dijo: “Doctor Gaviria no vaya a creer que aquí existen personas que compramos y vendemos los votos, aquí compramos y vendemos los votos”. Este asunto de la compra y venta de votos en Colombia es un secreto a voces, diferentes columnistas, escritores y doctrinantes lo han venido denunciando, sin embargo, hasta la fecha no ha ocurrido nada al respecto.
Así pues, Noam Chomsky (2017) ha señalado que en el mundo existen diez estrategias para la manipulación mediática de las personas, poco a poco estas se convierten en un credo para las clases dirigentes. Las mismas serán citadas solo a manera de ejemplo sin mayores exámenes:
1. La distracción. 2. Crear problemas y después ofrecer soluciones. 3. La gradualidad. 4. Diferir. 5. Dirigirse al público como criaturas de poca edad. 6. Utilizar el aspecto emocional mucho más que la reflexión. 7. Mantener al público