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Caballeros del rey. Jorge Sáiz SerranoЧитать онлайн книгу.

Caballeros del rey - Jorge Sáiz Serrano


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del memorial que el 26 de marzo enviaba a su representante en Roma.[145] Según reconocía, ese día ya había pagado y enviado a unirse con Piccinino en la marca a 2.400 caballos (800 lanzas) a cargo del duque de Melfi (Tommasso Caracciolo) y tres condottieri de su ejército. Pretendía reunir para el 23 de abril 10.000 caballos. Informaba cómo ya había dado medio acorriment e imprestanza a 3.000 lanzas, procedentes de las ciudades del dominio real y de diferentes capitanes, y confiaba completar pronto la mitad restante. Pero una grave enfermedad del rey retrasó los planes hasta fines de junio. En julio las fuerzas que comandaba a unirse al ejército papal en la marca de Ancona contra Sforza se habían reducido a 5.000 caballos, según informaba al príncipe de Tarento solicitándole que enviase efectivos, reducción quizás relacionada por el empleo de parte de las tropas en un contingente expedicionario enviado en apoyo de sus aliados en Génova.[146]

      Para finales de 1445 por fin parecía que la situación militar tanto el extremo norte del reino, en los Abruzos, como en la vecina marca de Ancona, se estabilizaba a favor del Magnánimo y sus aliados, el papa y el duque de Milán. Sin embargo tan sólo se trataba del parón invernal de las operaciones. En primavera el conde Sforza reinició las hostilidades y continuó combatiendo las tierras papales. Contaba con el decidido apoyo de Venecia y Florencia: Venecia se encontraba en enfrentamiento abierto con Milán desde 1426 y se oponía a cualquier alianza entre Visconti y el Magnánimo; Florencia, aliada a su vez de Venecia, no podía consentir que el rey consolidara su influencia sobre el papado. La permanente guerra entre los estados norditalianos favorecía las intenciones de los comandantes profesionales, entre ellos el conde y condottiere Sforza quien, buscando consolidar un estado propio en la marca de Ancona, reaunudaba las operaciones a mediados de marzo. Ante ello era necesario que el ejército del rey continuase operativo para una nueva campaña en las fronteras norte del reino napolitano, en los Abruzos, pero también en Nápoles y otras ciudades reales. Por ese motivo, desde febrero de 1446, las finanzas reales siguieron pagando la soldada (acorriments e imprestanza) al conjunto de sus tropas, tanto a las que habían pasado el invierno en la frontera como a aquéllas retornadas a Nápoles.


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