Tennessee Williams y la Norteamérica de posguerra. Pilar Illanes ViciosoЧитать онлайн книгу.
después del conflicto, tal y como se hace evidente en el período de la Guerra Fría.
Finalmente, la ofensiva se produjo el 7 de diciembre de 1941 sobre la base naval de Pearl Harbor, tras la cual Estados Unidos entró oficialmente en la guerra.
Estados Unidos y sus veteranos: problemas de adaptación a la vida civil en la sociedad de posguerra
En “The Making of the Modern Congress” (2010), Richard A. Harris recoge la aprobación del Servicemen’s Readjustment Act en 1944, también conocido como G.I. Bill of Rights, el cual estipulaba el derecho de los veteranos a percibir una serie de ayudas para facilitarles la vuelta a la vida como civiles (249). Entre estas prestaciones se encontraban los préstamos bancarios, el apoyo al empleo, la asistencia sanitaria, y las ayudas por desempleo y para estudios. El Gobierno promulgaba la oportunidad de beneficiarse de estas ayudas, para de este modo animar a los veteranos a emprender su integración en la sociedad después de regresar de la guerra.
En uno de los videos producidos por el departamento de información del ejército tras la aprobación de la ley, y titulado G.I. Bill of Rights (año desconocido), se explica lo que la G.I. Bill of Rights ofrecía a los veteranos. En esta grabación el narrador comienza hablando de la situación de los veteranos de la Primera Guerra Mundial, para a continuación aclarar que la de los veteranos de la Segunda Guerra Mundial será distinta y mejor. Nos informa de que la primera de las ayudas destinadas a estos veteranos era la recompensa económica que el soldado recibía al final del servicio prestado en la guerra, una cantidad que dependía de la duración del mismo. Seguidamente, el narrador se centra en el empleo, y explica que el veterano debía acudir a su centro de reclutamiento con el fin de saber qué pasos tenía que seguir para recuperar el puesto de trabajo que había desempeñado antes de marcharse. Si por algún motivo su antiguo jefe no quería devolverle su trabajo, entonces el veterano tenía derecho a un abogado, quien gratuitamente tramitaba la recuperación de su puesto de trabajo, y en el caso de que no fuera posible recuperar exactamente el mismo puesto que había tenido antes de la guerra, entonces el veterano tenía derecho a recibir un trabajo con el mismo sueldo y posición dentro de la empresa o negocio. Del mismo modo, el video también detalla el procedimiento a seguir tanto por los excombatientes que habían estado en situación de desempleo antes de ir a la guerra como por los que al volver decidían emprender su propio negocio, o tenían el deseo de mejorar con respecto al puesto de trabajo que habían tenido en el pasado. En el primero de los casos, es decir, si había estado desempleado antes de su marcha, entonces el veterano en cuestión hablaba con un representante de empleo para veteranos, quien intentaba encontrarle un trabajo; el mismo procedimiento tenía lugar si deseaba ascender en su puesto. Si en ambos casos la búsqueda de empleo era infructuosa, entonces tenía derecho a recibir una ayuda por desempleo de veinte dólares a la semana, hasta un máximo de un año, dependiendo de la duración del servicio prestado en la guerra. Ahora bien, si un veterano quería abrir su propio negocio, solamente percibía apoyo económico si ganaba menos de cien dólares al mes, en cuyo caso recibía un cheque por la cantidad que faltase hasta llegar a cien dólares.
Por otra parte, según la información ofrecida en la grabación, los excombatientes que habían estado cursando sus estudios antes de alistarse para participar en la guerra tenían la posibilidad de continuar estudiando, siempre y cuando demostrasen que no eran mayores de veinticinco años cuando comenzaron el servicio militar o que su educación fue interrumpida. Podían por lo tanto continuar con su formación académica tanto en institutos como en universidades, ya que el Gobierno se hacía cargo de pagar los gastos derivados de los estudios que estuviesen cursando y de su manutención, aunque esto también dependía de la duración del servicio prestado por el veterano en cuestión. Igualmente, existían cursos de reciclaje disponibles para cualquier veterano de esta guerra que los solicitase, sin importar su edad.
Respecto a la vivienda, el video nos informa de que The Veterans’s Administration en Washington respaldaría a cualquier excombatiente que quisiese conseguir un préstamo bancario para comprar una vivienda. Sin embargo, debían cumplir ciertos requisitos, y sin especificar exactamente cuáles eran, el narrador solamente hace hincapié en la condición de que el veterano tenía que demostrar que era un ciudadano de confianza.
Finalmente el narrador nos advierte de que la G.I. Bill of Rights no es ni una limosna, ni una recompensa, sino la forma americana de brindar a cada hombre la oportunidad de recuperar su lugar dentro de la sociedad, de conseguir un trabajo o emprender un negocio, y de obtener una educación.
Esta grabación nos muestra una solución eficaz, sencilla, y sin inconvenientes para volver a la vida como civil, además de ofrecer siempre una salida ante cualquier problema. Desde luego, parece obviar intencionadamente las trabas a las que los veteranos debían enfrentarse, y silencia las claras discriminaciones que sufrían tanto las mujeres que también eran veteranas de guerra como los veteranos afroamericanos. En To Hear Only Thunder Again: America’s World War II Veterans Come Home (2001), Mark David Van Ells expone que los veteranos pertenecientes a minorías se beneficiaron en menor medida en comparación con los blancos. Según Van Ells, las ayudas destinadas a la vivienda no sirvieron de mucho a los afroamericanos, puesto que su color de piel los excluía automáticamente de las comunidades de los suburbios. Del mismo modo, prosigue Van Ells, las mujeres también eran discriminadas, y su discriminación se vio además exacerbada por la cultura popular de la época, la cual promovía el regreso de las mujeres al hogar (247). Sin embargo, desde la perspectiva que el video nos ofrece, si un soldado regresaba de la guerra y no conseguía adaptarse a la vida en sociedad, no era por falta de medios, ya que aparentemente lo tenía todo a su alcance y simplemente bastaba con que lo pidiese.
Si bien las intenciones del Gobierno tenían como fin apoyar a los veteranos que cumplían los requisitos para beneficiarse de la G.I. Bill of Rights, no se podía obviar que otros colaboradores, como los bancos, también tenían en su poder el facilitar la reintegración del veterano. A modo de ejemplo, la película The Best Years of Our Lives (1946), dirigida por William Wyler, nos permite ser testigos de los obstáculos que un excombatiente tenía que superar a la hora de ir a solicitar un crédito para comprar una casa. Uno de los personajes principales, el veterano Al Stephenson, consigue que le readmitan en el banco en el que trabajaba antes de la guerra, y no solo eso, sino que además el puesto que le ofrecen como vicepresidente de préstamos es superior al que tenía anteriormente, ya que dada su experiencia como empleado del banco y como excombatiente, Al es el más indicado. Cabe destacar que después de ofrecerle el puesto, el director del banco (Sr. Milton) menciona explícitamente la G.I. Bill of Rights y los préstamos para los veteranos.
Concretamente, en la escena en la que somos testigos de los inconvenientes para obtener un préstamo, Al está hablando con un cliente, un veterano que viene a pedir un crédito porque quiere comprar una granja donde poder vivir con su familia. Al le pregunta si tiene algo con que avalar el préstamo, el cliente le responde que no y añade que precisamente por eso quiere pedir el préstamo, para tener algo propio. Además, el veterano dice que no está pidiendo una limosna, sino que es su derecho. Al procede a explicarle que el banco facilita la mitad de los seis mil dólares que está pidiendo, y eso conlleva una serie de riesgos. Sin embargo, a pesar de sus dudas, Al finalmente le concede el préstamo. Más adelante el personaje tiene que responder ante el director del banco por la concesión de dicho préstamo, Al le explica que en la guerra aprendió a distinguir a los hombres que tenían el valor y el coraje necesarios para salir adelante, y por esta razón se lo concedió. El Sr. Milton acepta su explicación pero le recuerda que el dinero que está en juego es el de los accionistas, y le advierte que debe ser más cuidadoso en el futuro. En este caso el obstáculo es superado gracias a la benevolencia y empatía de Al, y no gracias al respaldo del Gobierno y sus colaboradores.
Producciones como esta sirven de ejemplo del papel que Hollywood jugó en la interpretación del proceso de la reintegración del veterano en la sociedad. Películas como la citada anteriormente lograron hacer visibles las vicisitudes de acostumbrarse a vivir de nuevo en sociedad, las cuales nada tenían que ver con la propuesta utópica del documento gubernamental, el cual necesitaba de una sensibilidad hacia el veterano que ni la Administración ni los banqueros tenían. De manera que producciones como The Best Years of Our Lives