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Tennessee Williams y la Norteamérica de posguerra. Pilar Illanes ViciosoЧитать онлайн книгу.

Tennessee Williams y la Norteamérica de posguerra - Pilar Illanes Vicioso


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vez en casa, la esposa e hijos eran conscientes de que su esposo y padre ya no era el mismo. El veterano no quería mostrarse como alguien débil, puesto que durante la guerra la sociedad había pensado en ellos como los héroes que habían puesto en riesgo sus vidas para salvaguardar la libertad de su país y del mundo. Un héroe no podía, ni debía, dar muestras de fragilidad o arrepentimiento. En Stiffed: The Betrayal of the American Man (2000), Susan Faludi habla sobre Audie Murphy, quien fue un emblema de estos problemas, dado que participó activamente en el campo de batalla y se convirtió en portavoz de los males de la guerra. Faludi nos cuenta que Murphy fue soldado durante la Segunda Guerra Mundial, recibió la Medalla al Honor, y actuó en producciones de Hollywood encarnando siempre a estereotipos patrióticos, como por ejemplo los cowboys. Sobre Murphy, la autora incluye un dato más que relevante, los 240 alemanes a los que el soldado había matado, hecho que fue ensalzado por la prensa de la época (376).

      Según la información que Faludi extrae de la autobiografía de Murphy, titulada To Hell and Back (1949), este aparentaba ser un hombre fuerte cuya labor en la guerra le llenaba de orgullo, pero la realidad era que quedó marcado por su actuación en el campo de batalla. Es justo pensar que el caso de Murphy es extremo, dado el elevado número de muertes de las que fue responsable; sin embargo, cuando el soldado habla de la primera vez que mató a alguien, confiesa que no sintió ni orgullo ni remordimiento, simplemente indiferencia, sentimiento que le acompañó durante la guerra (Faludi 376). El testimonio de Murphy es esclarecedor a la hora de entender las consecuencias que tal grado de violencia puede tener sobre la mente humana. A través de sus palabras podemos entender lo difícil del proceso de volver a vivir en una sociedad civilizada, sobre todo después de haber cometido actos para nada civilizados. Este veterano, tal y como nos cuenta Faludi, tuvo que cargar con el peso de conocer su propia capacidad para matar (376). Por lo tanto, es imposible negar que los veteranos regresaron habiendo cambiado para siempre, y con vivencias que habían hecho que su visión del mundo fuese distinta. En cualquier caso, no todos los excombatientes fracasaron en su intento de volver a la normalidad.

      Los casos de los veteranos que no tuvieron éxito en adaptarse a la vida como civiles dieron lugar a una apreciación distinta de los resultados de intentar seguir las reglas, de ajustarse y adaptarse a lo que les dictaba el ejército, y más tarde a lo que les dictaba la sociedad. Los hijos de esta generación comenzaron a ver que no desafiar al sistema no garantizaba el éxito ni la felicidad, por lo que empezó entonces a emerger una atracción hacia lo rebelde, atracción de la que acabaron germinando producciones tan emblemáticas como The Wild One (1953) o Rebel Without a Cause (1955).

       Stanley Kowalski: y el Cuerpo de Ingenieros del Ejército de los Estados Unidos

      En 1951 tiene lugar el estreno de la adaptación al cine de la obra de Tennessee Williams: A Streetcar Named Desire (1947). El estreno de la obra en Broadway había tenido lugar en 1947, y tanto sobre el escenario como en la gran pantalla, Marlon Brando fue el actor seleccionado para encarnar al personaje de Stanley Kowalski. Sobre el papel, Williams consiguió que el lector pudiese imaginar a Stanley como un hombre muy masculino, sexual, y agresivo. Sin duda, Brando supo transmitir estas cualidades del personaje, y su interpretación quedaría para siempre grabada en la retina y la memoria del público.

      No obstante, a pesar de la abrumadora impresión que tenemos de Stanley como un ser casi animal a lo largo de la obra, podemos observar otros elementos del comportamiento y de la personalidad del personaje que nos permiten ver otro lado de él, un lado más intelectual y racional, quizás lo que queda del Stanley de antes de la posguerra. Es llegados a este punto donde su papel de Sargento Mayor del Cuerpo de Ingenieros entra en juego. Aunque Tennessee Williams nos permite saber pocas cosas sobre el pasado de Stanley, existen ocasiones en las que su comportamiento deja entrever las aptitudes que le permitieron ser parte de dicha unidad militar.

      El Cuerpo de Ingenieros del Ejército de los Estados Unidos cuenta con una larga trayectoria, y jugó un papel fundamental durante la Segunda Guerra Mundial. Richard C. Anderson, Jr., especialista en historia militar, indaga en la función de este sector, y explica que tenía como misión preparar el terreno antes de que los soldados pudiesen avanzar, lo cual implicaba un sinfín de tareas de logística, tales como realizar demoliciones, poner obstáculos, construir puentes, hacer reparaciones, realizar labores de mantenimiento, suministrar agua, y llevar a cabo tareas topográficas (Anderson, 2007). Por otra parte, la Segunda Guerra Mundial produjo cambios en la estructura del Cuerpo de Ingenieros. Según exponen los autores de The Corps of Engineers: The War Against Germany (Beck et al., 1985), tras el resultado de las tácticas empleadas por las fuerzas alemanas contra Francia y Gran Bretaña, el Congreso estadounidense respondió con un aumento de los fondos destinados a la defensa militar del país (4); el Cuerpo de Ingenieros aprovechó esta inyección de fondos no solo para reponerse, sino también para actualizarse, puesto que ante la perspectiva de una nueva guerra, no podían seguir usando los mismos métodos ni la misma organización que habían tenido hasta entonces (Beck et al. 4).

      Obviamente, su labor entrañaba un gran riesgo, por lo que requería de personal preparado y meticuloso para desempeñar cada una de las tareas. El periodista Ernie Pyle alabó la labor de estos hombres en su libro Brave Men (1944), obra en la que documentó su experiencia como periodista de guerra durante la Segunda Guerra Mundial. Pyle hace referencia a la campaña que tuvo lugar en Sicilia, y afirma haber escuchado a generales y soldados decir que aquella guerra era una guerra de ingenieros, algo con lo que el autor está totalmente de acuerdo, y recalca que los avances que se produjeron contra el enemigo fueron gracias a los ingenieros que despejaron los caminos, quitaron las minas, y lograron encontrar rutas alternativas a los puentes que habían sido destruidos (58). La bravura de esta unidad del ejército también cobra importancia en el himno del Cuerpo de Ingenieros, titulado “Essayons”, en el cual uno de los versos reza: “We get there first and then we take the risks”.

      Si volvemos al personaje de Stanley, nos resulta difícil pensar en él como alguien cuidadoso, inteligente o paciente. Sus gritos, sus arranques de ira, y su vocabulario suponen un filtro difícil de traspasar para ver qué hace de Stanley un ser racional, y qué hace que sea creíble el dato que tenemos de su pasado como ingeniero. Es precisamente al observar sus acciones menos ruidosas, cuando encontramos ejemplos que hacen que nos demos cuenta de que Stanley tiene, de hecho, las cualidades que su profesión requería.

      La trama de A Streetcar Named Desire (1947) da comienzo cuando Blanche llega al hogar de los Kowalski, donde su hermana Stella vive con Stanley. A lo largo de la obra, Stanley demuestra su capacidad para buscar e interpretar indicios que le permiten desenmascarar a Blanche, poniendo así de manifiesto esa meticulosidad que habría sido característica de su etapa como ingeniero durante la guerra. Stanley comienza a sospechar de Blanche desde la escena II, en la que Stella le cuenta que su hermana le ha confesado que han perdido la propiedad en la que ambas crecieron:

      STANLEY: Uh-hum, I saw how she was. Now let’s have a gander at the bill of sale.

      STELLA: I haven’t seen any.

      STANLEY: She didn’t show you no papers, no deed of sale or nothing like that, huh?

      STELLA: It seems like it wasn’t sold.

      STANLEY: Well, what in hell was it then, given away? To charity?

      STELLA: Shhh! She’ll hear you.

      STANLEY: I don’t care if she hears me. Let’s see the papers! (ii. 17)

      Claramente Stanley no confía en Blanche, y por eso indaga en el pasado de la protagonista. En su guerra personal contra Blanche, Stanley utiliza sus dotes de buen ingeniero, y explora primero el terreno en el que se encuentra antes de lanzarse al ataque para conseguir su objetivo, que no es otro que hacer que su cuñada se enfrente a la verdad de los hechos que la han llevado hasta Nueva Orleans, y así poder contar con el apoyo de Stella para exigirle a Blanche que se marche. Mientras la historia transcurre, Stanley no oculta la suspicacia que el comportamiento de este personaje femenino despierta en él. Llegados a este punto, es posible establecer una conexión entre la labor constructiva de Stanley en la guerra, y la labor constructiva del personaje una vez que vuelve a estar en suelo estadounidense. Esta última cobra especial relevancia


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