Presencias del pasado. Roger ChartierЧитать онлайн книгу.
siècle, París, Gallimard, 2015.
5. Roger Chartier: «El texto entre el autor y el editor», en íd.: Las revoluciones de la cultura escrita: diálogo e intervenciones, Barcelona, Gedisa, 2000, pp. 35-60.
6. Roger Chartier: «¿Qué es un libro?», en íd. (ed.): ¿Qué es un texto?, Madrid, Círculo de Bellas Artes, 2006, pp. 7-35.
7. Henri-Jean Martin y Roger Chartier (dirs.): Histoire de l’édition française, ed. Jean-Pierre Vivet, París, Promodis, 1983-1986, 4 vols. [vol. 1: Le livre conquerant: du Moyen Age au milieu du XVIIe siècle; vol. 2: Le livre triomphant, 1660-1830; vol. 3: Le temps des éditeurs: Du Romantisme à la Belle Époque; vol. 4: Le livre concurrencé, 1900-1950].
8. Roger Chartier: Entre poder y el placer. Cultura escrita y literatura en la Edad Moderna, Madrid, Cátedra, 2000.
9. Roger Chartier: «Écriture et mémoire. Le “librillo” de Cardenio», en íd.: Inscrire et effacer. Culture écrite et littérature (XIe-XVIIIe siècle), París, Gallimard / Seuil, 2005, pp. 33-52.
10. Guglielmo Cavallo y Roger Chartier (dirs.): Storia della lettura nel mondo occidentale, Roma, Laterza, 1995.
11. Roger Chartier: Libros, lecturas y lectores en la Edad Moderna, Madrid, Alianza, 1993.
12. Roger Chartier: Les origines culturelles de la Révolution française, París, Seuil, 1990.
13. Roger Chartier: Écouter les morts avec les yeux, París, Collège de France, 2008.
14. Roger Chartier: «Textes sans frontières», en íd.: La main de l’auteur et l’esprit de l’imprimeur, XVIeXVIIIe siècle, París, Gallimard, 2015, pp. 107-142.
15. Roger Chartier: La obra, el taller y el escenario. Tres estudios de movilidad textual, Salamanca, Confluencias, 2015.
16. Roger Chartier: «Entre páginas y tablas: las desventuras de Cardenio», en íd.: Escuchar a los muertos con los ojos, Buenos Aires, 2008, pp. 55-86.
17. Roger Chartier: Cardenio entre Cervantès et Shakespeare. Histoire d’un piece perdu, París, Gallimard, 2011.
18. Roger Chartier: «El lector entre restricciones y libertad», en íd.: Las revoluciones de la cultura escrita: diálogo e intervenciones, Barcelona, Gedisa, 2000, pp. 51-60.
19. Roger Chartier: «¿Muerte o transfiguración del lector?», en íd.: Las revoluciones de la cultura escrita: diálogo e intervenciones, Barcelona, Gedisa, 2000, pp. 101-119.
20. Roger Chartier: Au bord de la falaise. L’histoire entre certitudes et inquiétude, París, Albin Michel, 1998.
21. Roger Chartier: L’histoire entre géographie et sociologie. Actes de la recherche en sciences sociales, 35 novembre 1980, pp. 27-36, después en Roger Chartier: Au bord de la falaise, pp. 213-233.
22. Roger Chartier: Philosophie et histoire, París, Editions du Centre Georges Pompidou, 1987, pp. 2736; íd.: «Philosophie et histoire: un dialogue», en François Bédarida (dir.): L’histoire et le métier d’historien en France 1945-1995, París, Editions de la Maison des Sciences de l’Homme, 1995, pp. 149-169; íd.: Au bord de la falaise, pp. 234-254.
23. Roger Chartier: «Bibliographie et histoire culturelle», en íd.: Au bord de la falaise, pp. 255-268. Publicado como prefacio a la traducción francesa del libro de D. F. Mckenzie: La bibliographie et la sociologie des textes, París, Éditions du Cercle de la Libaririe, 1991, pp. 5-18.
24. Roger Chartier: «Histoire et littérature», en íd.: Au bord de la falaise, pp. 269-287.
25. Roger Chartier: «L’histoire entre récit et connaissance», MLN 109, 1994, pp. 583-600; Roger Chartier: Au bord de la falaise, pp. 87-107.
Rectora Magnífica,
señores y señoras vicerrectores y vicerrectoras,
señores y señoras decanos y decanas,
estimados y estimadas colegas,
queridos y queridas estudiantes,
señores y señoras:
Es para mí un gran honor recibir el doctorado honoris causa de la Universitat de València. Leer los nombres de los cinco franceses que lo recibieron antes que yo es suficiente para medir la importancia de la distinción que me otorga su universidad. Tres doctorados reconocieron la excelencia científica del médico Robert Merle d’Aubigné, del físico Robert Gaston André Maréchal o del biólogo Premio Nobel François Jacob. En 2004, un doctorado honró la obra inmensa de Edgar Morin y quince años antes otro doctorado había sido otorgado a un historiador, Pierre Vilar, cuya obra permanece como una inagotable fuente de inspiración para los historiadores de hoy en día.
Recibir este doctorado me conmueve por otra razón. Al correr de los años, poderosos lazos me vincularon con la Universitat de València. Gracias a la atención generosa del rector Pedro Ruiz Torres, dicté en 1998 un seminario de tres semanas en el marco de la colaboración entre la Universitat de València y la Fundación Cañada Blanch. Antes y después de esta magnífica experiencia, pronuncié varias conferencias en la Universitat y participé en numerosos coloquios organizados por los historiadores de Valencia. Descubrí y aproveché así la intensidad de una vida intelectual que borraba las fronteras tradicionales entre las disciplinas a favor de una conversación permanente entre historiadores y filósofos, entre humanidades y ciencias sociales, entre los saberes de la erudición y el compromiso ético y cívico del conocimiento. Me pareció y todavía me parece un ejemplo admirable e inspirador, particularmente en estos días, cuando en varias partes del mundo las libertades académicas, las ciencias sociales y el pensamiento crítico se encuentran amenazados. Estos peligros, que, en los años noventa del siglo XX, habíamos pensado superados con la instauración o la restauración de la democracia en muchos países ubicados en ambos lados del Atlántico, vuelven en nuestro presente. Manifestar nuestra solidaridad con los colegas y estudiantes víctimas de las políticas que destruyen tanto las instituciones universitarias como los conocimientos es una exigencia que compartimos.
En esta tarea imprescindible, los historiadores deben y pueden desempeñar un papel particular. En varios casos, la destrucción de las libertades académicas y de la independencia de la investigación está acompañada por la voluntad de reescribir la historia, imponiendo desde la escuela primaria hasta la universidad una verdad oficial y única. Es en contra de estas fake truths, de estas verdades falsas, que el trabajo de los historiadores debe afirmar su capacidad para producir un saber verdadero. Sabemos que la escritura de la historia retoma estructuras narrativas y formas retóricas que comparte con la literatura. Sin embargo, sus técnicas propias, sus operaciones específicas y los criterios de prueba a los cuales se somete establecen una radical diferencia entre la fábula y el conocimiento, entre los encantos de la ficción y las operaciones científicas que desenmascaran las falsificaciones y aseguran una representación adecuada de lo que ha sido y que ya no es.
Es lo que mostró, paradójicamente, Max Aub, un valenciano de adopción, cuando publicó en 1958 la biografía de un pintor imaginario, Jusep Torres Campalans. La ficción se apoderaba de todas las técnicas encargadas de acreditar la realidad del pasado tal como está representado por el discurso histórico, pero lo hizo no solamente para el engaño divertido de los lectores, sino también para recordar la distancia que separa los juegos con un pasado imaginado y el conocimiento producido por las reglas, las operaciones y los controles propios de la historia. El epígrafe del libro lo indicaba con ironía: «¿Cómo puede haber verdad sin mentira?». Los sortilegios placenteros de la ficción son así la garantía del saber histórico, tal como el olvido es la condición de la memoria.
Es esta certidumbre la que inspiró a la Universitat