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Conocimiento y lenguaje - AAVV


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      Los profesores que hemos elaborado este libro pertenecemos a las universidades valencianas, a la de València, a la de Alacant y a la Jaume I, pero también al Colegio de México. Ello representa ya una ampliación respecto a la procedencia de los autores del manual de 1990, si bien menos amplia de lo que hubiéramos deseado. Son razones de proximidad geográfica y el aprovechamiento de una estancia investigadora en España las que han determinado una colaboración viable, quiere decirse, real. Un problema de las obras colectivas es que cada uno sólo se preocupa de su parte y, al final, el lector no sabe a qué carta quedarse. Confiamos en que este no sea nuestro defecto. Porque el carácter humanístico que ha llegado a tener la lingüística puede dar la impresión de que se trata de una serie de opiniones dispersas sobre el lenguaje. No hay tal: ni están dispersas ni se trata de meras opiniones sin contrastar. Pero el mejor juez de la coherencia de la obra que presentamos al lector será el lector mismo: a su buen juicio nos encomedamos rogándole, eso sí, que no deje de hacernos partícipe de sus comentarios, sugerencias o reservas.

      ÁNGEL LÓPEZ GARCÍA

      BEATRIZ GALLARDO PAÚLS

      José María Bernardo Paniagua

      Universitat de València

      Los manuales de Lingüística suelen comenzar con un capítulo titulado comunicación y lenguaje en el que se presentan, a modo de introducción y supuesto general, algunas cuestiones que hacen referencia a la comunicación (delimitación, elementos, dinámica, funciones y tipología) y, a partir de ese marco disciplinar, otras relacionadas con la definición del lenguaje (capacidad humana, instrumento o sistema de comunicación). Además suelen especificarse aquellos rasgos que se consideran más relevantes para abordar el tratamiento científico del lenguaje por parte de la Lingüística, fundamentalmente las unidades sígnicas que lo componen, su inserción en los diferentes niveles lingüísticos y la interrelación de las mismas en las construcciones que conforman los hablantes para interactuar en las diferentes y peculiares acciones y situaciones comunicativas.

      Ahora bien, y como quiera que las cuestiones aludidas anteriormente tienen un tratamiento adecuado y prolijo en varios de los capítulos de esta obra, hemos optado por elaborar este apartado siguiendo pautas y coordenadas que marcan los estudios actuales de Teoría de la Comunicación y, por otra parte, dar entrada a ciertos aspectos que los lingüistas no suelen tratar normalmente por razones diversas. Entre otras, el planteamiento restrictivo que limita el objeto de la Lingüística al estudio del lenguaje humano oral o escrito y deja de lado aquellas manifestaciones de la comunicación y del lenguaje que tienen que ver de manera especial con ciertos espacios comunicativos que se caracterizan por la complejidad proveniente de la producción y recepción de determinados textos o discursos propios de un tipo de acción comunicativa muy relevante que se vehiculiza a través de los medios de comunicación social actualmente dominantes: la prensa, la radio, la televisión, el cine e internet. En segundo lugar, el riesgo de que se considere una osada intromisión o arriesgada aventura el intento de afrontar esas manifestaciones desde la perspectiva lingüística. Finalmente, también debe contemplarse la posibilidad de que los propios lingüistas estén guiados por prejuicios que conduzcan a mirar con cierto desdén algunos lenguajes y, por lo mismo, consideren impropio o poco serio el tratamiento científico de los mismos.

      A este planteamiento puede concedérsele, sin duda alguna, un carácter marcadamente prospectivo puesto que significa una exigencia con vistas al futuro del desarrollo de los estudios lingüísticos. No obstante, y tal como demuestra de forma exhaustiva S. Serrano (2000), tiene sus raíces en la propia evolución de la comunicación, del lenguaje y de los estudios sobre ambos fenómenos en el mismo campo de la Lingüística y en otros de ciencias cercanas y no tan cercanas a ese campo del saber. Por esa y otras razones, quizás sea conveniente comenzar a asumir esta propuesta como necesidad basada en supuestos antropológicos (Grau, 2002; Duranti, 2000), semiótico-comunicativos (Martín-Barbero y Rey, 1999; Pérez, 1995) y específicamente lingüísticos como subraya, desde una doble perspectiva pragmática y epistemológica, López (1999: 75) al afirmar:

      Hoy, como siempre, las secuencias lingüísticas son verbalizaciones del mundo, que lo presuponen y reflejan en mayor o menor medida, lo que ha cambiado es que, ahora, grandes parcelas de la lengua son indisociables de una imagen que las acompaña. Más aún, la percepción de la lengua que tienen los hablantes, la cual es el fundamento de su estudio científico, es una percepción ligada indisociablemente al mundo visual. En un panorama como el que estoy bosquejando, me parece que la relación entre la Lingüística y la Comunicación Audiovisual son obvias. Hoy la cultura es una cultura más audiovisual que escrita. Y si la Lingüística aspira a ser una de las ciencias culturales del momento presente, forzoso es que, como disciplina ocupada en desentrañar los fundamentos del acto comunicativo, tienda puentes hacia la modalidad más popular de la comunicación de fines del siglo XX, la audiovisual.

      Para responder a las cuestiones mencionadas en esta introducción, realizaremos un breve recorrido que tiene como hitos fundamentales:

      a) la constatación de la pluralidad y diversidad de las situaciones comunicativas, y no sólo el constructo paradigmático del modelo o modelos de representación del sistema comunicativo, como punto de partida para la reflexión científica sobre la comunicación y el lenguaje;

      b) la revisión del proceso histórico de la construcción de la Ciencia (o ciencias) de la Comunicación; c) la presentación de los factores conformantes de una aproximación compleja a la comunicación actual; d) las derivaciones de esa visión de la comunicación en el tratamiento de los lenguajes dominantes y, como conclusión,

      e) las implicaciones de todo lo anterior en la aproximación lingüística a los fenómenos provenientes de la realidad comunicativa actual y de los lenguajes en ella empleados.

      1.2.1 Las esferas de la comunicación

      Antes de enfrentarnos a la aproximación científica, diacrónica y sincrónica de la comunicación, consideramos importante presentar lo que podemos denominar realidad comunicativa y atribuir cierta relevancia a una serie de cuestiones que, sin duda, constituyen el punto de partida o referente del tratamiento científico de la comunicación. Es decir, desde una perspectiva científica, esa constatación de la realidad comunicativa constituye, sin duda, el referente concreto, la realidad, para llevar a cabo el proceso de reflexión que supone la aproximación científica a la comunicación como objeto de investigación, reflexión y explicación. En otras palabras, la delimitación de la comunicación como objeto científico, como operación inicial del proceso de investigación y de construcción de una disciplina o campo del saber, ha de realizarse extrayendo de la realidad comunicativa concreta lo que se considera más relevante para ser estudiado, de acuerdo con los supuestos y exigencias de una determinada perspectiva científica o paradigma.

      El tratamiento de la pluralidad de las manifestaciones comunicativas ha sido realizado de forma diferente por diversos autores en función de su perspectiva de estudio. A modo de ejemplo, introduciremos a continuación algunas muestras presentando básicamente las clasificaciones propuestas por estudiosos representativos.

      Bougnoux (1999: 15), por ejemplo, propone esta enumeración: «esferas o círculos de la comunicación: doméstica, educativa (comunicación pedagógica), espacial (urbana), pública (relaciones públicas y marketing) y global (esfera mundial de los intercambios)». Por su parte, McQuail (1999: 35-38) resume su planteamiento en los términos siguientes:

      Para calificarse como red de comunicación, en el pleno sentido de la palabra, tiene que haber tanto un medio de entrega e intercambio como un flujo activo de mensajes en el que todos o la mayoría participen activamente. Existen tecnologías capaces de soportar una red alternativa (no de masas) a escala de toda una sociedad (en particular, la red de transportes, la infraestructura de telecomunicaciones y el sistema postal), pero éstas suelen carecer de los elementos sociales y papeles públicos a escala de toda la sociedad que tienen los medios de comunicación de masas. En un nivel inferior


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