Conocimiento y lenguaje. AAVVЧитать онлайн книгу.
unas críticas de tono extremadamente violento y apasionado. Este tono violento, que justificaba la violencia de las oposiciones ideológicas y filosóficas subyacentes, continuó sin embargo caracterizando los intercambios científicos entre los chomskianos y «los otros» [...] Si la polémica virulenta respecto de los antimentalistas norteamericanos pudo parecer justificada, su generalización al conjunto de las corrientes estructuralistas y, de modo general, al conjunto de la lingüística no generativa procede o bien de una ignorancia –parcial o total- de dichas corrientes, o bien de un imperialismo teórico que nadie puede justificar. [...] Obnubilado sin duda por el estructuralismo rígido de la posguerra, Chomsky consideró al conjunto de lingüistas de dicha escuela como antimentalistas, cosa que no deja de sorprender cuando se conocen las tomas de postura fenomenológicas de los miembros del CLP [Círculo Lingüístico de Praga] (1977: 141-142).
En consonancia con este posicionamiento intencionadamente rompedor, cabe entender la visión chomskiana sobre el lenguaje y la lingüística; frente a las posturas empiristas que buscaban la fuente del conocimiento y la conducta en la experiencia del sujeto y su relación con el entorno, el generativismo asume una posición racionalista («cartesiana») según la cual el conocimiento procede de la mente humana. La argumentación que conduce a esta conclusión es bien conocida (Veyrat, 1994): el proceso de adquisición del lenguaje supone el aprendizaje de un sistema de reglas (la gramática) cuya complejidad desborda la capacidad que el mismo niño muestra en otros ámbitos cognitivos; habida cuenta de la rapidez de este aprendizaje, que permite disponer de una gramática básica a edad muy temprana, no cabe sino concluir la existencia de un bagaje innato que facilite tal adquisición:
Una peculiaridad notable de la adquisición del lenguaje por parte del niño es el grado de precisión con el que imita el habla de sus modelos (miembros de la familia, otros niños, etc.). La precisión del detalle fonético va mucho más allá de lo que los adultos pueden percibir sin entrenamiento especial y por tanto no puede ser que ésta sea el resultado de alguna forma de entrenamiento [...]. Problemas similares surgen en el área de la adquisición del vocabulario, y la solución debe encontrarse en las mismas líneas: en la herencia biológica que constituye la facultad de lenguaje humano [...]. La velocidad y la precisión de la adquisición del vocabulario no deja alternativa verdadera alguna a la conclusión de que el niño, de alguna forma, dispone de conceptos previos a su experiencia de la lengua y está, básicamente, aprendiendo etiquetas para conceptos que ya son parte de su aparato conceptual (Chomsky, 1988: 31).
Para argumentar con más detalle esta dotación innata, Eric Lenneberg realizó un estudio que se ha convertido ya en un clásico del generativismo: Los fundamentos biológicos del lenguaje, de 1967, donde aportaba argumentos anatómicos, fisiológicos y neurológicos para defender el innatismo. Lenneberg es quien identifica un período crítico de adquisición; según él, la adquisición del lenguaje que sigue a la exposición a los datos de lenguaje adulto, se activa sólo durante el período de desarrollo cerebral del sujeto (aproximadamente hasta la pubertad). Estas tesis fueron rápidamente incorporadas por lingüistas y psicólogos, y alentaron la organización por la UNESCO en 1968 de un Simposio sobre Investigación Cerebral y Conducta Humana, cuyas actas aparecieron editadas por Eric Lenneberg y Elizabeth Lenneberg en 1975.
Una vez aceptado el innatismo, la cuestión inmediata que surge es definir la naturaleza de esa dotación genética, que se designa como mecanismo de adquisición del lenguaje, MAL (language acquisition device, LAD). La activación de este mecanismo sólo se hace posible tras la exposición previa a los datos verbales del habla adulta, lo que configura un sistema de tres módulos que son:
Al identificar un bagaje innato que va más allá de la simple capacitación para aprender, y que predispone al niño para la adquisición del lenguaje a través del MAL, Chomsky está abriendo la puerta a investigar desde el generativismo uno de los temas más tratados en las últimas décadas del siglo XX, como es la tipología lingüística y la búsqueda de universales gramaticales:
La doctrina central de la lingüística cartesiana es que las características generales de la estructura gramatical son comunes a todas las lenguas y reflejan ciertas propiedades fundamentales de la mente (Chomsky, 1966: 124).
Esta búsqueda de universales, sin embargo, no es una tarea fácil, pues afecta directamente a la naturaleza del MAL, y ha de garantizar su validez translingüística. Hemos de plantearnos, entonces, una descripción más concreta de la dotación innata, para lo que hablaremos de posibles grados de aceptación del innatismo. Los análisis detallados sobre este aspecto de la «historia interminable» de la gramática generativa describen una evolución (desde la teoría estándar ampliada de los años 70, hasta el programa minimalista de los 90) en la que progresivamente se suaviza el grado de concreción de las categorías innatas.
3.2.2 El innatismo
La innegable superioridad de formalización que ofrecía (y ofrece) la gramática generativa con respecto a las escuelas estructuralistas anteriores y coetáneas, hizo extensivo un presupuesto de tal superioridad en todos los ámbitos, incluyendo la aceptación del correlato psicologista que llevaba aparejado. Sin embargo, la constante necesidad de revisión de los sucesivos modelos formales se relaciona directamente con la inadecuación de este correlato psicológico, basado en la dotación innata de las categorías gramaticales.
Un factor clave de este modelo psicológico se manifiesta en la concepción de las estructuras del lenguaje, básicamente la estructura superficial (ES) y la estructura profunda (EP), y su relación con los distintos componentes de la gramática. La distinción de estas dos estructuras, que se mantiene constante desde 1957 hasta su disolución en el modelo minimalista de los 90, permitía conciliar cierta dotación innata compartida por toda la especie (EP) con la riqueza tipológica (ES) mostrada por las lenguas del mundo. Precisamente este doblete teórico justifica también la peculiar manera de acercarse al tema de la gramática universal sin recurrir a una muestra representativa de lenguas. Una de las ideas básicas surgidas del Simposium sobre Universales en Teoría Lingüística que se celebra en la Universidad de Texas en Austin ya en 1967, es, precisamente, que la búsqueda de universales debe situarse en la EP que comparten todas las lenguas (todos los hablantes competentes), sin necesidad de comparar las EESS; el lingüista no necesita recurrir a ningún corpus, ya que su propia competencia lingüística le permite indagar en la búsqueda de universales (un recurso a la competencia que no deja de ser curioso tras las críticas a la lingüística previa por apelar a la intuición). La objeción constante realizada desde las filas de la tipología funciona-lista (encabezada por Joseph Greenberg y la Escuela de Standford) estriba en que con demasiada frecuencia los generativistas han identificado universales que sólo se explican porque han sido propuestos para el inglés (Bernard Comrie, por ejemplo, señalaba que todo el planteamiento se basa en supuestos sobre estructuras abstractas y sobre innatismo que son imposibles de verificar empíricamente, «con lo que la aceptación de este modelo se convierte en cuestión de fe», 1981: 17).
¿Cuál es, en definitiva, la naturaleza y el nivel de abstracción de esos elementos innatos? Aquí es donde la posición del generativismo se ve obligada a modificarse sucesivamente a tenor de las modificaciones que, paralelamente, va experimentado la concepción gramatical. Así, el modelo sintáctico de las primeras versiones (teoría estándar, teoría estándar ampliada) pretende que el niño nace con cierta predisposición para identificar unidades funcionales (como por ejemplo, los esquemas oracionales algebraicos, del tipo O → SN + SV). En la época de la semántica generativa se pensará que lo que el niño discrimina ya no son funciones, sino papeles temáticos (por ejemplo, el agente de cada oración), y más tarde (modelo de la rección y ligamento) se pensará que el niño posee reglas y relaciones. A fines de los 80 Ángel López describía así el itinerario de estas concepciones innatistas, desde el anticonductismo explícito de Las estructuras sintácticas hasta las posiciones más abstractas del modelo de parámetros descritas por White:
Aunque oficialmente la G. G. se siga considerando innatista, de hecho hoy en día es una hipótesis psicológicamente filoconstructivista. El punto de vista actual en lo relativo a la teoría del aprendizaje –White, 1982– es el siguiente: lo