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Añorantes de un país que no existía. Salvador Albiñana HuertaЧитать онлайн книгу.

Añorantes de un país que no existía - Salvador Albiñana Huerta


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mano libros y revistas españolas y extranjeras y fotografías. Cosas que faltan ahí en absoluto. La Biblioteca de la Universidad tiene poquísimos libros de arte y estos son los más vulgares de aquí, de España; extranjeros, ninguno; en revistas pasa lo mismo. La Casa de la Cultura se puede afirmar que no tiene nada, salvo unos manuales insignificantes. Fotografías mucho menos, porque no hay ni una sola.38

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      Ana Martínez Iborra impartiendo una clase en el Instituto Obrero de Valencia, en 1937. Fotograma del documental El Instituto Obrero de Valencia, Film Popular, 1937.

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      Carné de Ana Martínez Iborra, profesora del Instituto Obrero. Valencia, 7 de abril de 1937, firmado por el director Enrique Rioja Lo Bianco. Archivo Ana y Antonio Deltoro Martínez, México.

      En octubre de 1937, el Gobierno acordaba un nuevo traslado, ahora a Barcelona, donde pasó a vivir Deltoro:

      Y entonces Valencia quedó en el recuerdo y pasamos a una nueva etapa, que fue la etapa catalana. […] Me hice cargo de la sección de ediciones de la Dirección de Bellas Artes. Preparamos –no es atribuible a mí, sino a Renau y a todo nuestro equipo– una serie de monografías que hoy tendrían un valor incalculable, pero desgraciadamente se perdieron y ahora, en fin, lamenta uno esa pérdida.

      Todo este material estaba ya en prensa, corregidas galeras, hechas las pruebas, cuando por razones de tipo político se cambió el Ministerio […] el de Instrucción Pública pasó a manos de los anarquistas. El subsecretario era un personaje típico de la FAI y consideró que en esas circunstancias de guerra no tenían ningún interés estas publicaciones, ningún valor. El material desapareció por completo. En fin, allá él, allá ellos.

      Deltoro era vocal del comité ejecutivo de la Casa de la Cultura y pudo haber encontrado algún acomodo profesional en la ciudad, cuyo tono burgués algo le escandalizó, pero decidió alistarse y cambió el despacho por el frente. Debió de ser en junio de 1938. Destinado al Grupo de Artillería de Figueras, tras unos meses en Piedras de Aholo, en el Pirineo de Lérida, fue nombrado comisario político de una unidad organizada por el Partido Comunista, el XIV Cuerpo de Ejército; un grupo guerrillero muy activo en el frente catalán en operaciones de sabotaje e inteligencia militar. En aquel otoño tuvo ocasión de encontrarse con Ana, quien desde agosto residía en Barcelona como directora de la Biblioteca de la Inspección General de Sanidad militar, una tarea que le había ofrecido José Puche, por entonces Inspector General de Sanidad del Ejercito de Tierra.


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