Retos de la educación ante la Agenda 2030. AAVVЧитать онлайн книгу.
el derecho a la educación y también los objetivos de la educación. Aunque existe una sustancial coincidencia entre lo dispuesto en la Declaración y en la Convención, llama la atención que la Declaración trate del juego al proclamar el derecho a la educación: «El niño debe disfrutar plenamente de juegos y recreaciones, los cuales deberán estar orientados hacia los fines perseguidos por la educación» (principio 7). Es cierto que la Convención hace referencia al derecho del niño al juego en el art. 31, pero en el marco del derecho al esparcimiento y no del derecho a la educación. Entiendo que perder de vista la importancia del juego en la educación no da cuenta integral de lo que debe perseguir la educación y, en consecuencia, es perjudicial para el niño.
6 Asamblea General de Naciones Unidas, Resolución 57/254. Decenio de las Naciones Unidas de la Educación para el Desarrollo Sostenible, en línea, <http://www.un.org/es/comun/docs/?symbol=A/RES/57/254>.
7 Naciones Unidas, Programa 21, Preámbulo, n. 1.
8 La Declaración de Río ya lo proclamó 25 años antes: «Los seres humanos constituyen el centro de las preocupaciones relacionadas con el desarrollo sostenible» (Principio 1).
9 Esta insistencia en que la primera exigencia del desarrollo sostenible y, por tanto, de la EDS es erradicar la pobreza también estaba ya en la Declaración de Río: «Todos los Estados y todas las personas deberán cooperar en la tarea esencial de erradicar la pobreza como requisito indispensable del desarrollo sostenible, a fin de reducir las disparidades en los niveles de vida y responder mejor a las necesidades de la mayoría de los pueblos del mundo» (Principio 5).
10 Si bien las anteriores Conferencias sobre Educación para Todos no hicieron referencias expresas a la cuestión ambiental, en la de Mascate ya se menciona: «Reafirmamos que la educación es un derecho humano fundamental de toda persona. La educación es una condición esencial para la realización humana, la paz, el desarrollo sostenible, el crecimiento económico, un trabajo digno, la igualdad de género y la ciudadanía mundial responsable. Además, la educación contribuye a reducir las desigualdades y a erradicar la pobreza, pues ofrece las condiciones y genera las posibilidades para que existan sociedades justas, inclusivas y sostenibles. Por tanto, la educación debe ocupar un lugar central en la agenda mundial para el desarrollo» (n. 6).
3 LABRANDO EL TESORO DE LA HUMANIDAD. PROFUNDIZANDO EN LA VISIÓN HUMANISTA DEL INFORME DE LA UNESCO DE 2015
Javier GRACIA CALANDÍN*
1. Introducción. La educación a la luz de los informes de la Unesco
En 1996, la Unesco publicó un informe que trazaba los principios y pilares sobre los que se había de basar la educación. Dicho documento es conocido como «Informe Delors» porque Jacques Delors fue el responsable de la Comisión Internacional sobre la Educación para el Siglo xxi que se encargó de redactar dicho informe, cuyo título original fue L’Éducation: un trésor est caché dedans, traducido al castellano como La educación encierra un tesoro.
A lo largo de estos veinte años, dicho informe ha sido objeto de multitud de comentarios, alusiones y citas por una amplia diversidad de personas e instituciones. Sin duda, se trata de un documento que conviene tener muy presente, ya que supuso un giro significativo en las políticas educativas de la Unesco, sobre todo si tenemos en cuenta el informe previo de 1972 Aprender a ser: la educación del futuro, conocido como «Informe Faure» (Faure, 1973). En el Informe Delors se apostaba decididamente por una visión de la educación radicalmente humanista. Una propuesta que se oponía al discurso dominante sobre el desarrollo humano en clave de crecimiento económico y se distanciaba de la teoría del capital humano que autores como Gary Becker o Papanicolopus ya hicieron famoso en los años sesenta del siglo xx y que, sin duda, han sido (y aún siguen siéndolo para muchos gobiernos e instituciones como el Banco Mundial o el FMI) muy influyentes en todo tipo de políticas educativas. Desde entonces, la comisión de educación de la Unesco ha ido profundizando y hundiendo raíces en lo que ha dado en llamar «visión humanista de la educación», un concepto de desarrollo humano no reducible al crecimiento económico.
En 2015 la Unesco ha publicado un nuevo informe titulado Replantear la educación. ¿Hacia un bien común mundial? En él explícitamente se alude a los informes previos, traza una línea de continuidad con el célebre Informe Delors y se reafirma de modo enérgico una visión humanista de la educación, así como la necesidad de fundar dicha visión en valores éticos.
Un enfoque humanista de la educación va más allá de la noción de humanismo científico, propuesto como principio rector de la Unesco por su primer director general, Julian Huxley, y adoptado en el Informe Faure de 1972. Como ya se ha dicho, el concepto de humanismo ha dado lugar a diversas interpretaciones, a menudo contradictorias, cada una de las cuales plantea cuestiones fundamentales de carácter moral y ético que preocupan evidentemente a la educación. Se puede afirmar que mantener y aumentar la dignidad, la capacidad y el bienestar de la persona humana en relación con los demás y con la naturaleza debería ser la finalidad fundamental de la educación en el siglo xxi. Los valores humanistas que deben constituir los fundamentos y la finalidad de la educación son: el respeto a la vida y a la dignidad humana, la igualdad de derechos y la justicia social, la diversidad cultural y social, y el sentido sentimiento de la solidaridad humana y la responsabilidad compartida de nuestro futuro común (Unesco, 2015: 37).
Sin embargo, y tal vez porque se trata de un informe con un preferente carácter divulgativo y cuyo objetivo es trazar las líneas maestras de la realidad educativa, aportando datos y aludiendo a casos de prácticas educativas, no se dedica a analizar en qué consiste dicha visión humanista y cuáles son sus fuentes filosóficas. El objetivo de este capítulo es contribuir al esclarecimiento de la visión humanista de la educación y la necesidad de afianzarla sobre su inequívoco (y confeso) fundamento ético.
2. El tesoro de la humanidad
Me gustaría detenerme en el bello título del Informe Delors, L’Éducation: un trésor ést caché dedans. Literalmente, no dice que la educación sea el tesoro ni que la educación haya de estar bajo llave, cerrada, encerrada o reservada solo para unos pocos. Tal vez estas sean algunas de las lecturas desviadas del término castellano encerrar con el que se ha traducido. A mi modo de ver, una traducción más ajustada sería «la educación esconde dentro un tesoro» y este esconder hay que entenderlo como «conservar», «preservar» o «guardar en su interior»; o, incluso, como voy a exponer a raíz del término humanitas, que la educación «cultiva» o «labra» un tesoro.
El tesoro del que nos habla la educación no es principalmente del orden de lo físico. Desde luego que también puede haber una educación física, pero incluso entonces y si es realmente educación cabe considerar que la forma de ser del deportista ha de comportar el atesoramiento de determinados valores como la cultura del esfuerzo, la superación, la deportividad… una dimensión que, por lo tanto, rebasa el orden de lo físico y alcanza el de lo ético. Y si esto es así en el ámbito de la educación física cuanto más lo será en el resto de ámbitos educativos. Efectivamente, conviene no perder de vista que principalmente el tesoro que guarda y conserva dentro de sí la educación es del orden de lo ético. El tesoro que esconde dentro de sí la educación es el tesoro de la humanidad.
La educación no es el tesoro propiamente dicho. La educación es muy valiosa, si se quiere, valiosísima, pero por sí misma y separada de las personas deja de tener valor; no es un valor absoluto, no es el tesoro más preciado. Su valor es siempre relativo a las personas y en función de estas. No es la persona para la educación o para la cultura, sino la educación o la cultura para la persona. Sería pernicioso hacer de las personas carne de cañón de determinadas formas de ideología o nacionalismos excluyentes. Como voy a defender en estas páginas, el valor de la educación (y si se quiere de la cultura) es siempre dependiente de la humanidad; su valor radica en que a través de ella se forme en verdad a seres humanos, es decir, que puedan desarrollar su humanidad plenamente.
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