Una historia del movimiento negro estadounidense en la era post derechos civiles (1968-1988). Valeria L. CarboneЧитать онлайн книгу.
D.C.: National Academy Press, 2001), 251.
59 Stokely Carmichael y Charles V. Hamilton, Black Power: The Politics of Liberation in America (New York: Vintage Books, 1967), 3-4.
60 Para esta definición, tomamos como referencia a los sociólogos Francis Fox Piven y Richard Cloward, y al historiador Thomas Sugrue. Los dos primeros afirman: “in each period ascendant elites employed the powers of the national and local governments to enforce the subjugation of blacks. The entire apparatus of government – its legislatures, its judiciaries, its executive’s branches – has been mobilized to perpetuate cast arrangements in the South and segregation and discrimination in the North”. Por su parte, Sugrue entiende la raza en tanto construcción política que permitió asignar a un segmento de la población (y privar a otro) del poder político, los recursos económicos y los derechos ciudadanos. Francis Fox Piven y Richard Cloward, op. cit., 184-185. Thomas Sugrue, Sweet Land of Liberty: The Forgotten Struggle for Civil Rights in the North (New York: Random House Trade Paperback, 2009), xxiii.
61 Manning Marable, Race, Reform and Rebellion: The Second Reconstruction in Black America, 1945-1990 (Jackson & London: University Press of Mississippi, 1991), 4.
62 Manning Marable, The Great Wells of Democracy (New York: Perseus Book Group, 2002), 3.
63 Michael Omi, “The changing meaning of race”, op. Cit., 244.
64 Manning Marable, “The racial contours of the Constitution”, op. cit., 3-4. Otros autores comparten el enfoque de la revolución estadounidense como un proceso protagonizado por los sectores populares, y cuestionan los postulados de la historiografía tradicional que la entiende como una revolución de la elite de la colonia. Peter Linebaugh y Marcus Rediker refieren a la revolución como una “experiencia proletaria” conducida por una “cuadrilla variopinta” (multiétnica) cuyos intereses de clase se vieron desplazados por la elite política y económica que llevó adelante una “contrarrevolución”. Howard Zinn concuerda, y refiere a las numerosas revueltas populares para derrocar a los “abusivos” gobiernos coloniales, las rebeliones de negros en las plantaciones, los levantamientos contra la recaudación de impuestos y el reclutamiento forzoso para la milicia. Jesse Lemisch cita las revueltas de esclavos de 1776, las huelgas de jornaleros blancos, y en particular, la oposición popular a la Ley del Timbre (1765). Si bien la elite colonial se sumó a los tumultos con la estrategia del boicot, Lemisch considera que los sectores populares no fueron manipulados (como interpretaron no sólo los ingleses de la época sino la historiografía), sino que la “revolución de los de abajo” fue un acto de oposición tanto al poder real y como al colonial. Peter Linebaugh y Markus Rediker, La hidra de la revolución. Marineros, esclavos y campesinos en la historia oculta del Atlántico (Barcelona: Crítica, 2005), 271. Howard Zinn, A People's History of the United States: 1492-Present (USA: Harper Perennial Modern Classics, 2005). Jesse Lemisch, “La revolución americana vista desde el fondo”, en B. J. Bernstein, op. cit., 15-56.
65 Es importante aclarar que el artículo 1, sección 2 de la Constitución refería a “hombres libres” (ya fuesen afrodescendientes o de ascendencia europea) y a “otros hombres” (como sinónimo de esclavos). Si bien la referencia es implícita, el documento no refiere a “blancos” o “negros”, siquiera a esclavos. El tema era determinar si los propietarios de esclavos tenían ventaja sobre los ciudadanos que no tenían esclavos. Los delegados que se oponían a la esclavitud habían propuesto que sólo contaran (para el pago de impuestos y proporcionalidad en términos electorales) los habitantes libres de cada estado. Los delegados esclavistas, por su parte, abogaron por considerar a “otros hombres” en su totalidad, dándoles la ventaja de una mayor representación (establecida en base a la cantidad de habitantes). El Compromiso de los 3/5 redujo el poder de los estados esclavistas en relación a su propuesta original en términos de representación electoral, pero las aumentó en relación a la propuesta de los estados del norte. Asimismo, les dio una ventaja a los estados libres en cuestión tributaria, ya que estableció un acuerdo mayor a los 0/5 que los esclavistas hubiesen preferido en este punto. Manning Marable, “The Racial Contours of the Constitution”, op. cit., 8-9.
66 En los Estados Unidos, el racismo se dirigió también contra otros grupos “no-blancos”. Se sancionaron leyes que limitaron y luego prohibieron la inmigración de trabajadores chinos y japoneses; se cuestionó por motivos de raza la conveniencia de la inmigración del sur y este de Europa, se sancionó la primera ley anti-mestizaje (1905) que prohibió las uniones entre “caucásicos” y “mongólicos” (un término lo suficientemente vago como para englobar genéricamente a inmigrantes provenientes de Asia), y en la década de 1920 se aprobaron leyes inmigratorias que establecieron un sistema de cuotas basado, en parte, en creencias acerca de las características innatas de diversas poblaciones. Asimismo, se aprobaron leyes que prohibían a los chicanos (mexicanoestadounidenses) asistir a escuelas blancas, acceder a determinados puestos de trabajo e incluso poseer tierras.
67 Sam Erman, “An unintended consequence: Dred Scott reinterpreted”, en Michigan Law Review (106), Abr 2008, 1160-1161, Van Pelt Library, UPENN.
68 “Dred Scott connected four ideas: race, status, citizenship, and community. It connected race to status by arguing that blacks were necessarily and properly of lower status-and that whites should enjoy higher status because of their respective races; indeed, it assumed that blacks could be enslaved because of their race. It connected race to citizenship by arguing that by virtue of their race blacks could never be citizens. It connected race to community by associating the people of the United States with its citizens, so that those who could not be citizens were forever outside the political community: "The question before us is, whether the class of persons described in the plea in abatement compose a portion of this people, and are constituent members of this sovereignty? We think they are not, and that they are not included, and were not intended to be included, under the word 'citizens' in the Constitution, and can therefore claim none of the rights and privileges which that instrument provides for and secures to citizens of the United States”, Jack M. Balkin y Sandford Levinson, “13 ways of looking at Dred Scott”, en Yale Law School, Paper 229 (2007), 53-54.
69 En 1819, los territorios de Louisiana y Missouri solicitaron al Congreso su reconocimiento e incorporación a los Estados Unidos como estados esclavistas. Esto preocupó a los representantes de los estados libres (aquellos donde no existía el sistema de producción esclavista), ya que su admisión rompería el equilibrio en la representación en el Senado entre los delegados de los estados libres y esclavistas. Tras un intenso debate, se decidió admitir a Missouri a condición de que la esclavitud quedara prohibida al norte de una línea que cruzaba todo el territorio del país a la altura del paralelo 36° 30’ (el Compromiso de Missouri), pero la incorporación de nuevos estados pronto rompió ese “equilibrio”: en 1830, 12 de 24 estados eran esclavistas, pero hacia 1860 lo eran 15 de 33.
70 Paul Finkelman, Dred Scott v. Sandford: A Brief History with Documents (Boston: Bedford, 1997), 1-4.