Anatomía de un imperio. AAVVЧитать онлайн книгу.
a su hegemonía en solitario. Estados Unidos respondió a este nuevo escenario con la política de George Bush (padre) y con su propia propuesta de integración americana: primero el NAFTA (Tratado de Libre Comercio de América del Norte) y en 2005 el ALCA (Área de Libre Comercio de las Américas). Esto implicó implementar esfuerzos para reorganizar las economías latinoamericanas con el fin de que fueran más compatibles con la estadounidense, y también impulsar la apertura de mercados y la privatización de empresas del Estado.
En torno a esta propuesta, para América Latina surgieron varios “problemas”:
a. el día de la firma del NAFTA, apareció la insurgencia del EZLN (Ejército Zapatista de Liberación Nacional);
b. Brasil organizó el MERCOSUR y, a partir de ahí, intentó negociar el ingreso al ALCA en condiciones más ventajosas;
c. en Colombia se fortaleció la insurgencia guerrillera;
d. el proceso de privatizaciones desestabilizó buena parte del subcontinente y generó un auge de movimientos nacionalistas (como, por ejemplo, el de Hugo Chávez en Venezuela) y de conflictos sociales;
e. Brasil giró levemente a la izquierda con la elección de Lula da Silva;
f. los “imperialismos competidores” (Alemania, Japón y China) comenzaron a invertir fuertemente en ciertos países latinoamericanos (sobre todo Brasil) como reaseguro de estar dentro del área comercial del ALCA y sus barreras proteccionistas;
g. establecida durante la presidencia de Bill Clinton (1993-2001), la política de generar crecimiento con especulación dio lugar hacia el año 2000 a una crisis cada vez más aguda, que se fue profundizando hasta hacer eclosión en 2008.
Dado que el futuro solo augura mayores conflictos en un proceso cada vez más rápido de integración de las Américas, que traerá aparejada la mayor intervención de Estados Unidos en los asuntos internos latinoamericanos, es que proponemos repensar las clásicas nociones con las que se aborda la relación imperialista que Estados Unidos mantiene con América Latina. Así, a través de una serie de artículos especialmente producidos y revisados para este libro, proponemos salirnos de las conceptualizaciones esquemáticas tanto del imperialismo estadounidense como de las críticas y las formas de resistencia a la dominación que emergieron desde América Latina.
La presente compilación se compone de dos secciones. La primera parte, denominada “Los orígenes del imperialismo norteamericano. Expansionismo territorial y visiones críticas desde América Latina en la primera mitad del siglo XX”, reúne producciones que giran en torno a dos grandes ejes. Uno de ellos explora los orígenes del expansionismo territorial estadounidense, la retórica imperialista y su carácter de “excepcionalidad”. El otro analiza algunas de las respuestas que surgieron en Latinoamérica sobre el avance del “coloso yanqui” y que se conformaron en los movimientos críticos denominados “antimperialismo latinoamericano”.
La segunda parte, titulada “Imperialismo cultural estadounidense. Expansionismo ideológico, hegemonía y resistencia antimperialista en la segunda mitad del siglo XX”, compila una serie de artículos que se centran en la complejidad que adoptó el imperialismo estadounidense después de la Segunda Guerra Mundial. A través de lo que podríamos denominar “estudios de caso”, se analizan el accionar imperialista de Estados Unidos en Centroamérica y Sudamérica antes y después de la Segunda Guerra y la compleja dinámica entre el reforzamiento de la hegemonía norteamericana y la resistencia antimperialista de distintos actores regionales.
Bibliografía
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Van Alstyne, R. (1974). The rising american empire. Nueva York, Norton.
PRIMERA PARTE
LOS ORÍGENES DEL IMPERIALISMO NORTEAMERICANO. EXPANSIONISMO TERRITORIAL Y VISIONES CRÍTICAS DESDE AMÉRICA LATINA EN LA PRIMERA MITAD DEL SIGLO XX
Presentación
Inicia esta sección el artículo de Malena López Palmero “¿Un imperialismo excepcional? Reflexiones sobre el excepcionalismo estadounidense a la luz de la guerra hispano-cubano-estadounidense (1898)”. En este texto, la autora se plantea como objetivo central analizar y caracterizar la noción de excepcionalismo norteamericano, definiéndolo como la construcción de un consenso hegemónico que tuvo sus orígenes en la política exterior de Estados Unidos durante la guerra hispanocubano-estadounidense de 1898. Para este fin, la autora divide su artículo en dos partes: por un lado, realiza un exhaustivo estudio de las diferentes corrientes historiográficas sobre el tema; y por el otro, analiza las distintas estrategias imperialistas que se aplicaron en esta guerra desde 1898 hasta 1902. Lo que López Palmero logra demostrar son las continuidades y las rupturas que ha tenido la idea de excepcionalismo norteamericano, llegando a la conclusión de que “en 1898, y desde entonces hasta nuestros días, el Gobierno estadounidense se atribuyó el derecho –e incluso la responsabilidad o “misión”– de exportar libertad al mundo entero. Tal vez lo más excepcional del imperialismo sea, entonces, que solo un estadounidense puede formular el imperialismo de este modo, y solo otro puede creerlo. En el resto del mundo ‘la dominación jamás es benigna’”.
En segundo lugar, se sitúa el artículo de Darío Martini, “Guerra filipino-estadounidense (1899-1902). Un ‘laboratorio de ensayo’ hegemónico”. En esta línea de análisis sobre el excepcionalismo y expansionismo norteamericano, el autor estudia la guerra hispano-cubano-estadounidense de 1898, donde España tuvo que abandonar sus demandas sobre Cuba, mientras que Filipinas, Guam y Puerto Rico fueron cedidas a la nueva potencia vencedora. Específicamente, Martini analiza el caso de Filipinas y aplica el concepto de “laboratorio de ensayo” de Alfred McCoy, tomando este ejemplo para explicar qué implicancias tuvo y cómo se desarrollaron estos métodos de dominación que luego fueron aplicados en diversos escenarios a nivel mundial y utilizados frente a la disidencia política en el escenario político doméstico. Tras la ocupación militar en Filipinas, Martini estudia de qué modo se dio la cooptación política, económica y cultural, asentada en una clase dirigente “amiga y dócil”. El autor concluye en que Estados Unidos enriqueció y perfeccionó las técnicas de dominación imperialista, colaborando activamente en la creación de un “estado policial” que aparece de manera recurrente a lo largo de toda la historia filipina reciente. Por último, lo interesante del abordaje del artículo radica en que incorpora el estudio de la resistencia filipina, primero encarnada en los nacionalistas filipinos, por medio del Katipunan, y luego en diversas guerrillas independentistas.
A continuación, la producción de Ariela Schnirmajer, “Las Escenas norteamericanas en la ‘era del imperio’ o la porosidad del pensamiento martiano”, en donde la autora analiza las publicaciones periodísticas de José Martí desde su exilio neoyorquino para diversos diarios de América Latina. Una ciudad, Nueva York, en pleno proceso de urbanización (1880-1895), fue el escenario para que el escritor cubano realizara Escenas norteamericanas. Allí quedó plasmada la gestación del nuevo orden imperial estadounidense. Schnirmajer se centra en el marco de las luchas obreras en Estados Unidos y de la crítica de José Martí