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¡Viva Cataluña española!. José Fernando Mota MuñozЧитать онлайн книгу.

¡Viva Cataluña española! - José Fernando Mota Muñoz


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claridad, y de su mano el lector conocerá las que el autor considera pequeñas diferencias doctrinales entre fascistas, monárquicos autoritarios alfonsinos, monárquicos neoabsolutistas ultracatólicos carlistas (y sus diferentes facciones internas como mellistas, jaimistas, etc.), cedistas, agrarios, albiñanistas, etc.; diferencias que, en algunas cuestiones, como el anticatalanismo, son sorprendentes a veces y que no conllevó ninguna aportación ideológica relevante desde la Ciudad Condal. Pero también conocerá la evolución de sus estrategias, en algunos momentos diferenciadas y en otros confluyentes.

      Todo ello en general y, sobre todo, aplicado al mundo político barcelonés, en un complicado baile de siglas, dobles o triples militancias o cambios de partido o entidad y todo el mundo de rivalidades, resquemores, odios y animadversiones que se acabó generando hasta el mismísimo momento del golpe de julio de 1936. Y aún después, añadiría yo, como se vio durante la guerra en la llamada España Nacional primero, y en la Barcelona «liberada» de 1939 después. Un mundo, como concluye José Fernando Mota Muñoz, en el que muchos de sus protagonistas acabaron siendo perdedores entre vencedores.

      Disfruten con la lectura.

      JOAN MARIA THOMÀS

      Universitat Rovira i Virgili

      INTRODUCCIÓN

      Con un ¡Viva Cataluña española! se presentaba el 30 de septiembre de 1932 el primer número de Concentración Española. Con un ¡Viva Cataluña española! acaba su intervención en las Cortes un 9 de marzo de 1933 el doctor Albiñana, jefe supremo del Partido Nacionalista Español (PNE). ¡Viva Cataluña española! proclamaba un manifiesto publicado por los falangistas el 15 de junio de 1934. Hasta hubo un partido que trató de denominarse Cataluña Españolista. Otros grupos gritaran: ¡Viva España una indivisible!, ¡Viva España única!, ¡Viva España grande e indivisible!

      ¡Viva Cataluña española! hemos titulado este libro que trata de acercarnos al mundo de esos grupos ultras, reaccionarios y fascistas de la Barcelona de la Segunda República. Por sus páginas transitan upetistas, tracistas, mauristas, alfonsistas, carlistas, mellistas, libreños, ibéricos, albiñanistas, jonsistas, falangistas, seuístas, antimarxistas, japistas, agrarios. Son los militantes de los colectivos reaccionarios, fascistizados y fascistas, de los que estudiamos su devenir entre dos fracasos, el 14 de abril de 1931 y su derrota en las urnas y el 19 de julio de 1936 y su derrota en las calles. Aunque para ello nos remontamos a unos años antes.

      La palabra que más leeremos en el texto es España y sus derivados: españoles, españolismo, españolista, españolidad. El lema de la Traza era «España no morirá»; el de Acción Nacional, «¡Viva España! ¡Viva la unión racial, étnica y geográfica!»; el del PNE, «Sobre todas las cosas España, sobre España inmortal sólo Dios»; el de Concentración Española, «España-República»; el de las Juventudes de Acción Popular, «Ante todo, España, y sobre España, Dios». Algunos falangistas irán más allá, y como uno de los protagonistas de Fiel caballería, proclamarán «Lo primero, España. Y sobre España ni Dios». Porque esta es también la historia del ultraespañolismo barcelonés de esos años.

      En el texto, para simplificar, cuando hablemos de españolistas nos referiremos siempre a grupos españolistas de derecha y ultraderecha, aunque en la Barcelona de esos años también existen grupos españolistas republicanos, como los lerrouxistas del Partido Republicano Radical o los azañistas del diminuto Partit Republicà d’Esquerra, e incluso mostrarán actitudes españolistas, sobre todo durante los primeros años de la República, una parte de los socialistas barceloneses, los adscritos al PSOE. Muchas veces, también para abreviar, hablaremos de ultras, nos referimos a ultraespañolistas, ultraderechistas, ultracatólicos y hasta a algunos ultras en lo futbolístico.

      Proporcionalmente a su número, hemos dedicado menos espacio a los grupos mayoritarios dentro de la pequeña extrema derecha barcelonesa, como los carlistas y, a distancia de estos, los monárquicos alfonsinos. Son realidades más estudiadas. Hemos preferido dedicar más extensión a escisiones de estos grupos mayoritarios, como los mellistas, a las agrupaciones locales del PNE y Falange Española o a la miríada de grupos y grupúsculos españolistas que se hacen y deshacen en la Barcelona republicana. También, a los colectivos de paisanos impulsados por los militares golpistas y a toda la trama civil de la sublevación del 19 de julio. En nuestra incursión en el submundo de la extrema derecha barcelonesa, ponemos quizá más énfasis en la Falange por su posterior trascendencia histórica, más que por su importancia numérica antes de la guerra.

      Se trata de una aproximación desde la historia al mundo de la ultraderecha de Barcelona, no de un ensayo político. En nuestro trabajo, tratamos de reflejar el pensamiento de estos grupos, sus discursos, su retórica, pero no nos hemos centrado en los debates doctrinales sobre ultraderecha, fascistización y fascismo, que ya han sido tratados a fondo y con acierto por otros autores y sobre los que existe abundante bibliografía; a ella remitimos al lector.

      En nuestra investigación, nos hemos centrado en aspectos algo menos conocidos, saber quiénes eran las personas que militaban en este mundo, sus trayectorias vitales, lo que las llevó a militar en la extrema derecha, conocer cómo se organizaban, qué separaba a unos grupos de otros, qué los movilizaba.

      Estudiar el microcosmos ultra barcelonés nos permite llegar al detalle, acercarnos más a quiénes eran y cómo actuaban esos ultraespañolistas que formaban parte de una minoría marginal y que desarrollaban su militancia en un contexto político y social adverso, en el que se enfrentan a la amplia hegemonía del catalanismo y a un dominio del sindicalismo y anarcosindicalismo entre la clase obrera.

      Un reto a la hora de realizar esta investigación fue la falta de documentación. Los archivos de la mayoría de estas organizaciones españolistas fueron quemados por los propios militantes en julio de 1936 para evitar represalias. Otros desparecieron en los saqueos de sus locales. La documentación del posterior partido único, de Falange Española Tradicionalista y de las JONS de la provincia de Barcelona, según parece, también fue incinerada en la Transición.

      Naturalmente hemos partido de la bibliografía existente, desde los hagiográficos libros publicados en la época franquista, hasta las aportaciones críticas más recientes. Hemos explorado a fondo el registro de asociaciones del abandonado Archivo de la Delegación de Gobierno en Cataluña, Subdelegación del Gobierno en Barcelona. Allí, a pesar de los arbitrarios cambios de normas de acceso, dictadas por el delegado del Gobierno de turno, conseguimos acceder a una trentena de expedientes de partidos y asociaciones.

      Han sido básicas las declaraciones recogidas en la Causa General. Hemos utilizado sobre todo la pieza dedicada a esclarecer el «Alzamiento» en Barcelona. Son declaraciones realizadas entre 1940 y 1942, todavía cercanas a los acontecimientos. Evidentemente, en ellas se tiende a resaltar lo épico y ocultar los fracasos, a exagerar en el número y la importancia y, como todos los egodocumentos, a destacar el papel del propio declarante y minusvalorar el de los rivales. Pero, con todos sus problemas, estas declaraciones se han convertido en una fuente importante para nuestra historia. Evidentemente, contrastadas con la prensa de la época, utilizada a fondo, y otros documentos, cruzando los relatos entre ellos, sin concederle la veracidad absoluta que algunos autores falangistas le han dado, también recientemente.

      Ha sido fundamental consultar la documentación que Joan Maria Thomàs había reunido para su tesis doctoral y a la que amablemente nos dio acceso. Encontré allí declaraciones recogidas por José del Castillo para su libro, documentación de José Ribas, Carlos Trías Bertrán y José María Poblador, notas de las entrevistas realizadas por el propio Thomàs o copias de informes del Archivo General de la Administración. También tuve acceso a algunos archivos particulares, entre los que hay que destacar, por la cantidad de información aportada, el de José María Poblador, que puso a mi disposición su hija Montserrat Poblador.

      A falta de testimonios vivos de la época, han resultado esenciales las ya citadas notas de las entrevistas realizadas en su día por Joan Maria Thomàs y las que hemos realizado nosotros a hijos y familiares de los protagonistas. Después de un ingente trabajo de rastreo y de enviar más de un centenar de cartas y correos electrónicos, conseguimos concretar


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