La literatura medieval hispánica en la imprenta (1475-1600). AAVVЧитать онлайн книгу.
rel="nofollow" href="#ulink_fd624344-cb64-57f2-b0bb-8be757db4068">5. Al respecto de esa mixtura de fuentes en la Leyenda de los santos y de la trayectoria de la obra en las prensas —resumida en las páginas que siguen—, vid., de nuevo, José Aragüés Aldaz, «La Leyenda de los santos...», art. cit. La reconstrucción de esa trayectoria debe mucho a un par de estudios interesados por un relato incorporado al texto (la Historia del glorioso mártir sant Víctores, escrita por Andrés Gutiérrez de Cerezo), debidos a Víctor Infantes, «Pormenores de la filología impresa. Hacia el texto editorial (I)», en Filologia dei testi a stampa (Area Iberica), eds. P. Botta, A. Garribba y E. Vaccaro, Módena, Mucchi Editore, 2005, pp. 282-308, y Fernando Baños Vallejo, «San Vítores en otro incunable (II): edición de Juan de Burgos (1499)», en Homenaje a Isabel Uría Maqua = Archivum, 54-55 (2004-2005), pp. 395-419. También analizan la presencia de ese relato en la obra Marco A. Gutiérrez, Pasión, historia y vida de San Víctor[es]. Estudio filológico, Cerezo del Río Tirón, Ayuntamiento, 2004, y Marino Pérez Avellaneda, San Vítores: iconografía y culto, Vitoria, Asociación Cultural Cerasio, 2009. Al citado propósito de la trayectoria editorial de la Leyenda de los santos, resultan igualmente imprescindibles los trabajos del mismo Fernando Baños, «La transformación del Flos Sanctorum castellano en la imprenta», en Vides medievals de sants: difusió, tradició i llegenda, eds. M. Garcia Sempere y M. À. Llorca Tonda, Alicante, Institut Interuniversitari de Filologia Valenciana, 2012, pp. 65-97, y de António-José de Almeida, «Vidas e ilustrações das santas penitentes desnudas no deserto e em peregrinação, no Flos Sanctorum de 1513», Via Spiritus, 16 (2009), pp. 109-158, detenidos en algunas de las xilografías que adornan los volúmenes. A ellos deben añadirse los conocidos trabajos de Carlos A. Vega sobre las hagiografías de San Alejo y San Amaro, con presencia también en la obra (Hagiografía y literatura. La Vida de San Amaro, Madrid, El Crotalón, 1987, y La «Vida de San Alejo»..., ob. cit.), y sobre otros aspectos de esta última: «Erotismo y ascetismo: imagen y texto en un incunable hagiográfico», en Erotismo en las letras hispánicas: aspectos, modos y fronteras, eds. L. López-Baralt y F. Márquez Villanueva, México, El Colegio de México-Centro de Estudios Lingüísticos y Literarios, 1995, pp. 479-499, y «La hagiografía popular del siglo XV: Santos, santas y travestíes», en Vides medievals de sants..., ob. cit., pp. 123-142. Otros capítulos de la Leyenda de los santos que han merecido la atención de la crítica son los dedicados a Santa María y San José, analizados en los trabajos de Laurentino María Herrán, «San José en las Vidas de Cristo y de María del siglo XVI», en Actas del II Simposio Internacional «San José en el Renacimiento (1450-1600)» (Toledo, 19-26 septiembre 1976) = Estudios Josefinos, 61-62 (1977), pp. 447-475, y «Santa María en los Flos Sanctorum», Scripta de María, IV (1981), pp. 211-260, y V (1982), pp. 349-381, y Simeón Tomás Fernández, «En el Flos Sanctorum del 1520 la primera Vida de San José en castellano», Actas del XVIII Congreso de la Asociación de Archiveros..., ob. cit., pp. 409-426, y el consagrado a Santiago Apóstol, estudiado por Fernando Baños Vallejo y Vanessa Hernández Ámez, «La más breve Vida de Santiago. Leyenda de los santos, Juan de Burgos (1499)», en Formas narrativas breves en la Edad Media, ed. E. Fidalgo, Santiago de Compostela, Universidade, 2005, pp. 93-122.
6. Esto último es lo que sugiere, en efecto, la reutilización de una de sus xilografías (la correspondiente a la vida de San Eustaquio) en una obra salida del mismo taller burgalés en febrero de 1498 (el Baladro del sabio Merlín). El dato fue apuntado en fechas recientes por Fernando Baños, quien anotaba de paso la coincidencia de esa datación temprana con las primeras observaciones de Vindel en «La transformación del Flos Sanctorum castellano en la imprenta...», ob. cit., pp. 85-86. El volumen, en Londres, British Library, IB 53312.
7. Mário Martins, «Santos “extravagantes”, num Flos Sanctorum de 1513», Brotéria, 60 (1955), pp. 264-276, y «O original em castelhano do Flos Sanctorum de 1513», Brotéria, 71 (1960), pp. 585-594, Harvey L. Sharrer, «The Life of St. Eustace in Ho flos sanctorum em lingoagem portugues (Lisbon, 1513)» en Saints and their Authors: Studies in Medieval Hispanic Hagiography in Honor of John K. Walsh, eds. J. E. Connolly, A. D. Deyermond y B. Dutton, Madison, The Hispanic Seminary of Medieval Studies, 1990, pp. 181-196, y «Juan de Burgos: impresor y refundidor de libros caballerescos», en El libro antiguo español. Actas del primer Coloquio Internacional (Madrid, del 18 al 20 de diciembre de 1986), eds. M. L. López Vidriero y P. M. Cátedra, Salamanca, Universidad de Salamanca-Biblioteca Nacional de Madrid-Sociedad Española de Historia del Libro, 1993, pp. 361-369, Cristina Sobral, «Eremitas orientais na Leyenda de los Santos (Burgos, 1500) e no Flos Sanctorum (Lisboa, 1513)», en Medievalismo en Extremadura. Estudios sobre Literatura y Cultura Hispánicas de la Edad Media, eds. J. Cañas Murillo, F. J. Grande Quejigo y J. Roso Díaz, Cáceres, Universidad de Extremadura, 2010, pp. 589-610.
8. B. Iacopo da Varazze, O.P., Leyenda de los santos (que vulgarmente Flos Santorum llaman), ed. F. J. Cabasés, Madrid, Universidad Pontificia de Comillas-Institutum Historicum Societatis Iesu (MHSI, series nova, 3), 2007. Y léanse allí las pp. XXVI-XXXIX, para esa casi segura identificación de la Leyenda de los santos con el libro leído por San Ignacio, y al propósito de la tardía llegada del ejemplar actualmente custodiado en el Archivo (sign. 30-20 19). El libro procedería de la venta de los libros del Príncipe Borghese, en 1892. Como recuerda Simeón Tomás Fernández, «En el Flos Sanctorum del 1520...», art. cit., pp. 410-411, dicha procedencia resulta difícilmente compatible con otra hipótesis sobre el origen del ejemplar, que lo hacía formar parte de los libros aportados al Santuario por el Padre Arévalo tras el restablecimiento de la Compañía, en torno a 1816. El volumen de Loyola había merecido ya la atención del P. Leturia, quien ofrecía un cumplido análisis de algunos de sus contenidos en «El “Reino de Cristo” y los prólogos del Flos Sanctorum de Loyola», Manresa, 4 (1928), pp. 334-349; y cf., del mismo autor, El gentilhombre Íñigo López de Mendoza, Barcelona, Labor, 1941. Por lo que respecta al interés bibliológico despertado por el ejemplar, vid. Víctor Infantes, «Pormenores de la filología...», ob. cit., p. 302. La identificación del taller y de la fecha de impresión son asuntos muy recientes (y no coincidentes en el tiempo). La pertenencia del volumen al taller sevillano de Juan Varela fue señalada por Emília Colomer Amat, «El Flos Sanctorum de Loyola y las distintas ediciones de la Leyenda de los santos. Contribución al catálogo de Juan Varela de Salamanca», Analecta Sacra Tarraconensia, 72 (1999), pp. 109-142. La misma autora apuntaba la fecha de 1520 para el volumen, adscribiéndolo así a la misma edición postulada por Norton para algunos folios sueltos conservados, pertenecientes a otro ejemplar. Sin embargo, Julián Martín Abad, Post-incunables ibéricos, Madrid, Ollero y Ramos, 2001, n. 709-710, ha mostrado que se trata de dos ediciones distintas producidas en el mismo taller de Juan Varela, manteniendo para los folios sueltos la fecha de 1520 y asignando al volumen de Loyola una datación algo más tardía: 1520-1521.
9. Cf. respectivamente: Munich, Bayerische Staats Bibliothek, 2 V.ss.c.71; Praga, Národní knihovna, 21 F 59; Madrid, Biblioteca Nacional de España, R-520; Oxford, Balliol College Library, Spec. Coll. 0550 e 05.
10. La edición toledana de 1511 es citada en el Regestrum colombino con la entrada 2158: «Legenda seu flos sanctorum in lingua hispanica (...) Imp. en Toledo anno .1511. augusti .25.». La atribución a Juan Varela, en Víctor Infantes, «Pormenores de la filología...», ob. cit., pp. 302-303. Por lo que respecta a las ediciones sevillanas, cf. supra nuestra nota 8. La impresión zaragozana de 1551 fue descrita por Juan Manuel Sánchez, Bibliografía aragonesa del siglo XVI, Madrid, Imprenta Clásica Española, 1913-1914: II, 5-7, nota 315, quien reproducía su portada. El propio Infantes, «Pormenores de