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Ser hoy persona humana y creyente. Antonio Nicolás Castellanos FrancoЧитать онлайн книгу.

Ser hoy persona humana y creyente - Antonio Nicolás Castellanos Franco


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profetas de nuestro tiempo.

      Nos preocupa que el Evangelio, sea ahora y aquí, lo que siempre fue, «la Buena Noticia, que levante esperanzas en nuestro mundo, por una parte apasionante, de tecnologías punta, de avances espectaculares, pero, al mismo tiempo, desgastado, triste, paralizado, por la cultura del miedo, con un Norte, inmerso en la cultura de la insolidaridad, en crisis profunda económica y de valores, y con un Sur convulso, que se desangra entre pobrezas, drogas, corrupciones, extorsiones, injusticas, desigualdades y contrabando». ¿Cuánto se habrá llevado la corrupción en España? No se sabe. Se dice que un 1%, unos 40.000 millones de euros, según el presidente de Transparencia Internacional en España (2014).

      Tendríamos que explicitar, buscar entre todos, para que nuestro mundo encuentre el rumbo, vivir a gusto en la casa común, sentirnos bien en la «aldea global», en un mundo integrado, interdependiente, intercultural, interreligioso, con una visión nueva y plural de la vida, en el marco institucional de las libertades, los derechos humanos y la liberación humana e integral.

      Pongamos más empeño en diseñar esta otra realidad, convirtámoslo en objetivo común de todos los humanos, sin empecinarse en los derroteros de la maldad, del odio, de la violencia o del ídolo dinero, por quien sacrificamos todo. Pongamos en escena todos los valores humanos y aportaciones del Evangelio de Jesús. Con todo, aparecen nuevos levantes aurorales en las palabras, los gestos, los signos y los hechos del obispo de Roma, Francisco.

      ¿Por qué no intentamos responder juntos a tantas preguntas que nos asaltan? ¿Cómo ser creyente en esta sociedad marcada por la pluralidad social, política, moral, cultural, religiosa, de género...?

      ¿Cómo ser creyente en esta Iglesia nuestra, según dice la gente conspicua, anquilosada en el pasado, carente de un discurso atractivo para la sociedad moderna, con una crisis demoledora, escasamente valorada entre las demás instituciones, al menos en España, sin contactar con la nueva cultura del diálogo democrático y del pluralismo?

      Nos hace falta una mayor creatividad y una mayor confianza en el Espíritu Santo. Hay que dejarse de complejos y lanzarse a la vida, a la aventura del hombre que también es aventura del Espíritu. El futuro nos pertenece, lo construimos juntos, a pesar de nuestras debilidades, de nuestro barro, insignificancia e incoherencia. Todo muere para renacer en el altar del mundo; al final solo quedan Dios y la persona humana.

      No llegar, no es pecado; no partir, sí lo es.

      Todo es posible. Lo hemos verificado en este barrio marginal y marginado, denominado Plan 3000, en Santa Cruz de la Sierra, en Bolivia. El proyecto Hombres Nuevos trabaja por devolver el protagonismo a los empobrecidos, mediante la educación y la capacitación, para luchar contra el fatalismo, la resignación, la pasividad y la desigualdad, para que tomen conciencia de su dignidad y de su papel en su propio desarrollo e historia.

      Creo que el enemigo de la vida y la expresión más antiética de la misma es la pobreza; y de los pobres, que son las víctimas, debe partir toda renovación eclesial y evangelizadora.

      Cada vez que miramos a María volvemos a creer en la revolución de la ternura y el cariño (cf EG 288).

      1. Persona y relaciones humanas

      El contenido y alcance fundamental de la persona y las relaciones humanas no se puede dar por supuesto, ni es posible omitirlo. La persona se caracteriza por las relaciones humanas libres, que tienen un fuerte contenido y constituyen en sí mismas un objetivo, una meta que ha de llegar a ser y vivirse como una experiencia elemental fuerte.

      La experiencia de las relaciones humanas precede a la actividad familiar, educativa, docente, profesional, pastoral o vocacional. Verificamos, con frecuencia que no se consiguen ciertos objetivos en el campo laboral, profesional, educativo o social porque fallamos en la experiencia relacional. En mi larga experiencia he comprobado, a veces, este fenómeno.

      No se puede renunciar a un aspecto esencial de la evangelización como es la promoción integral de todas las mujeres y hombres. Y muchas veces se falla porque las relaciones humanas han fallado primero o ni siquiera existen, o afloran ciertas actitudes inmaduras e infantiles.

      Una persona adulta, madura, no se mueve por resentimientos o por heridas emocionales (a no ser que esté sumido en lo profundo de la espiral del ego), sino por actitudes alocéntricas, oblativas, propias de personas maduras. Y, por supuesto, mucho más si somos creyentes donde solo cuenta el amor, la gratuidad, el compartir y el servir a los pobres. Hay que empezar a tomar conciencia de que somos personas que iniciamos procesos de humanización, de personalización, de comunicación, de relación y de socialización.

      Y las relaciones humanas son autónomas y, al mismo tiempo, heterónomas; nos relacionan con los demás y desde la fe pueden llegar hasta las relaciones con el absolutamente Otro para enriquecerse y completarse, no para entrar en competencia o conflictividad, en un contexto sano de humanidad.

      El punto de partida de las relaciones humanas depende de la visión de la persona. Nos detendremos en estos contenidos: el perfil de la concepción de la persona, los condicionantes actuales y la dinámica de las relaciones humanas maduras.

      Perfil breve de la concepción de la persona

      Partimos de la antropología actual que nos ofrece algunos rasgos del ser-persona:

       Es un ser abierto, como un abanico de posibilidades. No es algo estático, sino dinámico; pues no es, se está haciendo, se siente y se ve incompleto, por lo que se va haciendo día tras día a través de una historia, de una experiencia vivida conscientemente e impulsado por su necesidad básica de felicidad.

       Aparece como un ser libre, optativo, con capacidad creadora, que necesita proyectarse para lograr su propia realización. A pesar de estar condicionado, no está determinado, es libre, tiene capacidad de elección y de autodecisión, en determinados momentos y situaciones siente la necesidad de optar. También se siente creador dentro de un mundo sobre el que puede influir, transformarlo o cambiarlo. La vida le ofrece elementos transformables, puede contribuir a hacer más habitable la tierra para todos.

       Se trata de un ser dialéctico, es decir, una persona que dialoga, argumenta y discute con el método de razonamiento desarrollado a partir de principios. En la tradición platónica, a través de un proceso intelectual mediante el significado de las palabras puede llegar a las realidades trascendentes o ideas del mundo inteligible. Y en la tradición hegeliana dos opuestos, tesis y antítesis, se resuelven en una forma superior o síntesis. El raciocinio y sus modos de expresión se sienten asediados por las contradicciones, los principios opuestos de la vida diaria. Y son muchas las opciones que hay que tomar y a veces sacrificarse para ir por el camino del bien. El hombre por ser dialéctico se mueve entre los polos: lo concreto y lo abstracto, lo objetivo y lo subjetivo, lo racional y lo instintivo, el ser y el no ser, lo vivencial y lo teórico, lo absoluto y lo relativo, el bien y el mal, lo bello y lo feo, etc. El ser humano por ser dialéctico y dinámico corre el peligro de no llegar a ser lo que debe ser. Pero también tiene todo un mundo de posibilidades. Puede llegar a una visión integrada, integradora, de largo alcance y que alumbre una síntesis lograda, que procede del dominio y señorío de su propia historia. Puede entrar en procesos de experiencias y vivencias que le lleven a asumir un cuadro de valores; y al final de la escalera está Dios, como valor absoluto que necesitamos filosófica y teológicamente en todas las áreas de la existencia. La ciencia y la filosofía llegan hasta un límite y luego solo la trascendencia puede darnos respuestas razonablemente humanas y satisfactorias.

       Es un ser en relación, la persona humana ontológicamente necesita relacionarse, comunicarse, realizarse. Esto es así, pertenece a la estructura ontológica y existencial de la persona. Constituye la base, el fundamento de esos deseos innatos y radicales de ser, de hacer y de gozar.

      Hay que priorizar esos elementos de la experiencia humana y cristiana: ejercer con gratuidad y generosidad esa capacidad personal y comunitaria de humanización, sanación, curación, personalización, socialización. Nada humano resulta extraño al cristianismo. La gloria de Dios es que el hombre y la mujer vivan; en la especie humana de la vida siempre está presente


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