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Cuerpo, emociones y sentido de vida. Carmen Lucía Díaz LЧитать онлайн книгу.

Cuerpo, emociones y sentido de vida - Carmen Lucía Díaz L


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de la situación de vulnerabilidad

      → Presentes: se encuentran en el momento del estudio en el individuo y su entorno, o en la universidad y sus contextos.

      → Gradación: son factores que se mueven entre la protección (que reducen el potencial de peligrosidad de las amenazas) y la indefensión (que incrementan el dicho potencial de peligrosidad).

      → La resiliencia, definida por Edith Henderson Grotberg (1997) como “la capacidad del ser humano para hacer frente a las adversidades de la vida, superarlas y ser transformado positivamente por ellas”. Aunque no es un atributo de la vulnerabilidad porque parte de otra forma de aproximarse al sufrimiento emocional, fue fundamental en el estudio para establecer factores que definen contextos de transformación positiva de los estudiantes sobre las condiciones y situaciones adversas que los afectan.

      Enfoque psicosocial

      Definida como una ciencia bisagra (Martín-Baró, 1998) la psicología social, pionera del enfoque psicosocial, tiene por objeto “la interacción entre las personas, las maneras en que los pensamientos, sentimientos y comportamientos de los individuos, son influidos por la presencia actual, imaginaria o implícita de los demás”. Con un trasfondo eminentemente político, el análisis de la realidad y la referencia e influencia entre personas constituye el objeto de estudio del enfoque psicosocial (Orellana, 2008, pp. 5-6).

      El enfoque psicosocial deslinda el aislacionismo de los sujetos e implica una manera de mirar e intervenir los problemas sociales desde la perspectiva integradora de la psicología social psicológica y la psicología social sociológica (Rizzo, 2009). Esto que los autores llaman “lugar híbrido”, desde donde opera tanto la comprensión de los problemas como su intervención, permite enfocar un problema no solo desde sus componentes psicológicos sino también desde sus aspectos sociológicos, posibilitando la integración de las dimensiones individuo-comunidad-sociedad, o la de sujeto-interacción-cambio; en tanto que desde el enfoque psicosocial, todo proceso comprensivo se orienta a la transformación participativa y colectiva de los problemas y fenómenos indagados.

      El enfoque psicosocial desarrolla su base conceptual a partir de la comprensión social de los fenómenos psicológicos, estableciendo la importancia y reconocimiento de la tensión entre lo propiamente individual y lo propiamente colectivo en la configuración de la identidad, así como en la constitución de un síntoma. Quizás de manera paradójica, en este escenario adquiere notoriedad el concepto de interacción social, desarrollado por Moscovici (2000) y su teoría de las representaciones sociales, en tanto se comprende que, más que una expresión autónoma, el individuo es una “representación” emergente de la interacción constante entre el medio social y la cultura, que se instituye (construye y descubre) a través del lenguaje, las prácticas sociales y la vida colectiva. Esto permite comprender que, en la construcción de lo individual, lo personal y lo propio (identidad) se hallan presentes los referentes de sociedad. En la construcción social de la realidad, Berger y Luckman (1967) se hacen partícipes de esta comprensión de una dinámica vinculante y lógica dialéctica desde la cual se construye y reconstruye la vida cotidiana, entendida a partir del universo intersubjetivo de significados y prácticas compartidas con otros, y no necesariamente plenamente correspondientes (Luckman, 1996).

      La interacción, entendida como lazo vinculante de significado, interpreta los fenómenos psicológicos como referentes de discurso, cultura, relaciones y valores de una sociedad, a partir de lo cual un sujeto se transforma y, a su vez, es transformado; una concepción del ser humano a partir de la relación de los sujetos y su contexto como un aspecto clave. El desarrollo del enfoque psicosocial, emergente de contextos sociales deprimidos y dependientes como herramienta del cambio (Martín-Baró, 1998, p. 319), fue influenciado por tres circunstancias: la apertura hacia el cambio social propia de la reconceptualización de las ciencias sociales de los años setenta; la búsqueda de aplicación desde los conocimientos particulares a las manifestaciones sociales (que desbordaban un análisis solo desde lo psicológico o lo sociológico) y el incremento del trabajo interdisciplinario que demandaron otras formas más complejas de comprender los problemas y los procesos de transformación y cambio implicados.

      El enfoque, enmarcado en el ámbito de los derechos humanos y sociales, en la participación activa de los sujetos, en la interacción transformadora y el respeto por las identidades, se entiende como un enfoque que promueve y potencia las capacidades, la dignidad y autonomía de las personas para participar en el cambio de las situaciones que configuran los problemas. De aquí, el enlace con los enfoques sensibles al daño, y más concretamente los mínimos éticos del enfoque de acción sin daño.

      Acción sin daño

      Una investigación que indaga por el sufrimiento emocional profundo requiere de reflexiones y principios de acción éticos constantes y particulares. Desde el diseño de la investigación, se supo que los temas abordados en las entrevistas y los talleres investigativos podían tocar fibras sensibles, abrir heridas al evocar recuerdos dolorosos y asuntos sin trámite psicológico, emocional o acompañamiento. Por esta razón, se incluyó el enfoque de acción sin daño, encaminado a emprender una investigación ética, regida por el cuidado de las y los participantes y comprometida con su bienestar.

      Desde la perspectiva de acción sin daño promovida por el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), la Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID)9 y la Universidad Nacional - PIUP10, la atención de cualquier iniciativa debe estar puesta en las personas, respetando los principios básicos de autonomía, dignidad humana y libertad de los participantes, entendiendo los contextos involucrados en un proceso, en este caso de carácter investigativo. Los mínimos éticos de la acción sin daño involucrados en esta investigación son:

      Autonomía, en tanto las personas son capaces de definir el tipo y proyecto de vida que quieren vivir y tienen también la capacidad de dar sus propias soluciones, solo requieren un impulso, un apoyo.

      Dignidad, en tanto todo ser humano es un fin en sí mismo; no puede ser reducido a un instrumento para fines ajenos.

      Libertad, porque las personas deben tener la posibilidad de tomar decisiones para la realización de sus propios proyectos de vida. (Rodríguez, 2011, p. 20)

      Como señala Rodríguez (2008), existen dos tipos de daño: objetivo y moral o subjetivo. El daño que podría ocasionar una situación de entrevista como la de esta investigación puede incursionar en el denominado daño psicosomático:

      Está conformado por el daño biológico, el daño psíquico y el daño a la salud o daño al bienestar. El tradicionalmente llamado daño “moral” es un aspecto del daño psíquico, en tanto perturbación psicológica no patológica, dolor, sufrimiento, indignación, rabia, temor, entre otras manifestaciones emocionales. El daño psicosomático comprende el “daño biológico” o la lesión en sí misma, y el “daño al bienestar” que, como consecuencia de aquel, afecta la vida ordinaria de la persona. En esta categoría están comprendidos todos los daños que se le puede inferir al ser humano, excepto el que específicamente incide en su libertad. (Rodríguez, 2008, p. 23)

      Parte del enfoque de acción sin daño de esta investigación, reconoce la importancia de la palabra de cada participante, entendiéndola como el vehículo de la construcción y expresión de su subjetividad.

      Tejido de palabra, tejido de vida

      Entender la palabra como significante de una subjetividad hecha a partir del Otro, marca el propósito de este proceso. Concebir a los estudiantes como sujetos sociales involucrados en las dinámicas de una sociedad que dificulta por mucho la expresión de los sentidos más diversos de vida también incursiona como propósito desde el habla, la escucha atenta, el acompañamiento cálido, paciente e inteligente en la resignificación de los sufrimientos, dolores y miedos impresos en estas aún cortas pero importantes vidas.

      Ponerle rostros, ojos y mirada a este sufrimiento que arrebata tempranas y prometedoras vidas, fue parte de este trabajo deslindado de las


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