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Qué salvará al mundo. Poesía, prosa. Протоиерей Олег ШтельманЧитать онлайн книгу.

Qué salvará al mundo. Poesía, prosa - Протоиерей Олег Штельман


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todas partes visto.

      El gran Cordero en persona viene

      Sacrificar su cuerpo, corazón.

      Al levantarse, se empeñe

      En seguir con su función».

      Señor se acerca al profeta,

      Se agacha en resignación:

      «Hijo mío, cumple con tu meta,

      Educa toda la nación».

      Profeta toca al Cordero

      Se mete en las aguas de cristal.

      Tomó pecados, Cristo mero

      Oyó la voz fundamental:

      «Tú eres mi amado hijo,

      Para todos un placer».

      El Padre lanza el crucifijo

      Y su señal al amanecer.

      Volando cerca del Señor

      Con alas blancas de paloma,

      Luciendo rayos de color,

      Detrás de nubes se asoma.

      La naturaleza toda consternada,

      Al ver el fin divino,

      Las aguas paradas,

      Fluyendo a otro destino.

      Y el mar salió de su boca

      A ver lo que pasó.

      Vio solo una roca,

      Por eso se huyó.

      Le miraron con respeto

      Los testigos del milagro,

      Dispuestos a seguir el reto

      A pesar de su sabor amargo.

      Y San Juan en voz aguda

      Rompió el silencio pesado:

      «Él me mandó, no tengáis duda,

      A revelar secreto elevado.

      Al Espíritu Santo lo he visto,

      Se cernía por encima.

      Lo predijo Jesucristo.

      Su palabra nos anima.

      Ahora tengo que partir,

      Él ya está en su camino,

      Mi propia ruta quiero elegir,

      Seguir mi propio destino».

      El mandamiento de Cristo

      A los apóstoles el instructó

      Para el pacto de nueva Pascua,

      Con su amor manifestó

      En su alma ascua.

      Él sabe, ya llegó momento,

      El caso último del día,

      Jamás se siente su aliento,

      Será el fin de alegría.

      Dejo la cena y se marchó

      Y se quitó vestido,

      Tomó toalla y comenzó

      Lavarse en seguida.

      Comienza ya lavar los pies

      De sus queridos aprendices.

      Con toalla seca, pues,

      Haciéndolo felices.

      Se acerca a Simón Pedro:

      «Dame tus pies, hermano»

      Apóstol dice bajo cedro:

      «Señor, no con tu mano.

      Pues el amo tiene esclavos

      Que laven pies impuros.

      Y somos tus amigos bravos,

      Te apoyamos en torturas».

      «Lo que hago yo ahora,

      Entenderás más tarde,

      Si no te lavo esta hora,

      Te nombraré cobarde.

      Nada tú tendrás conmigo,

      Lo que hago para hijos míos.

      Esto es todo, yo te digo,

      Oye tú sin otros líos».

      Entonces Pedro le boquea:

      «Señor, no sólo pies,

      ¡Incluso manos, testa, lo que sea!

      También me lava si querés».

      «Solo pies les quedan al lavado

      Y ya lo tiene todo puro.

      Todos puros por mi lado.

      Solo un ingenio oscuro.

      Si me consideráis como

      Señor o su Maestro,

      Entonces, haced todo con aplomo

      Lo que os muestro».

      Tras oír a los discípulos hablar

      Quién es el más grande entre ellos.

      Quien está en primer lugar

      Más venerado de aquellos,

      Así les Cristo narra:

      «Los reyes establecen orden,

      Con su poder lo bien agarran,

      Reprimen el desorden.

      Es un benefactor

      Así la gente elogia.

      El rey es siempre superior,

      Y no hay otra demagogia.

      Si quieres ser mayor de fila,

      Trabaja como cautivo.

      Debes ser el más tranquilo,

      Para todos efectivo.

      Es una creencia común,

      Que el que está más alto,

      Y el menor, no hay razón ningún,

      Obsequio no le falta.

      Y yo estoy en medio de la gente,

      Me erijo como un criado,

      De Dios aquí soy procedente,

      Con su amor llegado.

      Os doy mi mandamiento,

      Amaos todos juntos,

      Os reconocerán, lo cuento,

      Por su futuro soy difunto.

      De la fe es fundamento,

      Aquí se basa el derecho,

      Estoy en medio del argumento,

      Vosotros – su buen techo.

      Os doy amor sincero,

      Para vos será legado,

      Es la razón por la que muero,

      Y es así fue pensado.

      Será mi pena, mi calvario,

      Y para las generaciones,

      Muere mi amor en santuario

      Y resucitará por todas las regiones.

      Soy víctima, al poco rato

      El fin de vida.

      El día de mi asesinato

      Será dolor perenne.

      Por vosotros lo hago todo,

      Guardad mi mandamiento,

      Pues


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