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Humanos, sencillamente humanos. Felicísimo Martínez DíezЧитать онлайн книгу.

Humanos, sencillamente humanos - Felicísimo Martínez Díez


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otro documento «oficial» relativo al transhumanismo que es más explícito. Se trata de la Declaración titulada «The Transhumanist FAQ». Describe en detalle las propuestas científicas y tecnológicas más características del transhumanismo. También señala sus posibles riesgos. Este documento fue elaborado por primera vez en el año 1999 por los más destacados representantes transhumanistas. Desde entonces se ha revisado y actualizado varias veces. En el presente trabajo he utilizado la versión 3.0. A lo largo del libro aparecerán numerosos y amplios textos del documento copiados literalmente. Dichos textos reflejan las propuestas más características del transhumanismo.

      1

      Diversos caminos hacia

      la mejora humana

      El transhumanismo se define esencialmente como un intento de mejora de la humanidad. Parece que el nombre «transhumanismo» fue utilizado por primera vez por Julian Huxley en 1957. El significado del término ya apuntaba en esta dirección de la mejora humana. Hablando de la creencia en la superación de la especie humana, el autor escribía: «Necesitamos un nombre para esta nueva creencia. Quizá nos serviría el nombre de transhumanismo: el hombre sigue siendo hombre, pero se trasciende a sí mismo, realizando nuevas posibilidades de y para la naturaleza humana». El término apunta, pues, hacia una mejora de la humanidad.

      Las propuestas transhumanistas se unen así al incansable y permanente esfuerzo que la humanidad ha hecho para mejorarse a sí misma a lo largo de la historia. En ese sentido, el ideal transhumanista es muy encomiable. ¿Quién puede estar en contra de la mejora de la humanidad? El intento de superación es connatural a los seres humanos. Somos seres esencialmente insatisfechos, lo cual no es un defecto, sino un estímulo, un acicate, un impulso hacia la mejora constante.

      A este encomiable ideal acompañan, sin duda, importantes riesgos. Por eso, desde un principio hemos de estar muy atentos para que a la «cultura de la mejora humana» que propone el transhumanismo acompañe una «ética de la mejora humana». Uno de los mayores desafíos que plantean las propuestas transhumanistas es precisamente la clarificación de lo que puede significar la «mejora humana». ¿En qué consiste esa mejora? Una cosa es la mejora como crecimiento y maduración de los distintos aspectos de la condición humana y del proyecto humano que nunca se debe dar por totalmente realizado. Otra cosa es la mejora entendida como una transmutación de la condición humana, el cambio hacia otro proyecto distinto del ser humano. «El ser humano debe llegar a ser lo que debe ser a partir de lo que ya es». Así definen algunos autores el crecimiento y la mejora humana. Mientras que la mejora transhumanista corre el riesgo de ignorar lo que el ser humano es y lo que debe ser, para reinventarlo y acceder a otro ser distinto: el ser posthumano.

      La consideración o la búsqueda de la mejora humana han variado mucho con el paso del tiempo hasta llegar a la actualidad. Los caminos que se han ensayado y se siguen ensayando para mejorar la condición humana son muchos y muy variados. El transhumanismo no es el primer intento de mejorar la humanidad, pero, de alguna forma, es el más singular, el más ambicioso y el más arriesgado. Propone una mejora sin precedentes, hasta pensar en una etapa que trasciende la actual condición humana. El transhumanismo se considera una etapa provisional hacia el posthumanismo. ¿Qué será ese posthumanismo? No lo sabemos, porque nos faltan experiencias para definirlo. Para los propios transhumanistas sigue siendo hoy un mero objeto de promesas y de esperanzas.

      Mejorar la condición humana. Así define ese propósito el primer punto del Manifiesto transhumanista elaborado por algunos de sus más destacados representantes: «En el futuro, la humanidad cambiará de forma radical por causa de la tecnología. Prevemos la viabilidad de rediseñar la condición humana, incluyendo parámetros tales como lo inevitable del envejecimiento, las limitaciones de los intelectos humanos y artificiales, la psicología indeseable, el sufrimiento y nuestro confinamiento al planeta Tierra». Ciertamente, son parámetros en los que apenas había soñado la ciencia ficción. Incluso se nos propone liberarnos del confinamiento al planeta Tierra.

      En este camino hacia el nuevo estadio de la humanidad, el transhumanismo se ha referido con frecuencia al camino recorrido por la evolución, tal cual lo describiera ya Charles Darwin.

      En cierto sentido, el transhumanismo se siente muy cercano a las teorías evolucionistas, porque ambos constatan y pronostican una mejora constante de la realidad, de la vida de la humanidad... Ambos coinciden en que la evolución encamina a la humanidad hacia estadios superiores y más evolucionados. Por supuesto, el transhumanismo está mucho más cercano a las teorías evolucionistas que a cualquier teoría creacionista. Pero dejemos de lado, por el momento, el viejo debate entre creacionistas y evolucionistas. Solo una correcta interpretación bíblica de la creación puede acreditar la fe en el misterio de la creación y la armonización entre esta fe y las teorías evolucionistas.

      Tanto las teorías evolucionistas como el transhumanismo contemplan la historia como un camino o un proceso encaminado hacia un horizonte de mejoras para la naturaleza y para la humanidad. Consideran que, con sus altos y bajos, la historia es un camino hacia más elevados niveles de hominización y de humanización. En este sentido, es perfectamente comprensible que los transhumanistas se sientan a gusto con las teorías evolucionistas.

      Pero, al mismo tiempo, el transhumanismo se siente muy distante de las teorías evolucionistas. Las mejoras transhumanistas han de tener lugar por medios muy distintos al de la selección natural propia de la teoría evolucionista. La evolución natural es muy distinta de la evolución científico-tecnológica. Aquella está encomendada a factores ajenos a la gestión humana; esta es el producto del cálculo y la programación humana. Para la mejora humana, el transhumanismo cuenta con técnicas concretas para mejorar la memoria, la concentración, la energía mental, los estados de ánimo... Cuenta con la edición de genes para garantizar las características biológicas del hijo deseado. Desde todas estas posibilidades va surgiendo el tecno-optimismo en los ambientes transhumanistas.

      En el centro de la teoría evolucionista está la afirmación de un curso natural de la naturaleza y de la historia, en el cual las mejoras tienen lugar por un proceso de selección natural. En esta selección entra de forma sorprendente e incontrolable el azar. Mutaciones genéticas al azar han dado lugar a una evolución mediante una selección natural. Así ha tenido lugar una evolución y una selección de las especies en una lucha por la existencia. La evolución y la selección natural no nos han diseñado para ser felices, sino para sobrevivir. La adaptación al entorno y a las nuevas funciones necesarias para la supervivencia ha sido un factor también determinante de la evolución.

      Y no se trata solo de la selección de las especies, sino también de la selección de los individuos dentro de las especies. De modo que la evolución natural premia a las especies y a los individuos más fuertes con la supervivencia y con la adaptación a las nuevas circunstancias ambientales. Pero se trata siempre de un proceso natural, al margen de la intervención humana e incluso a veces contra ella. La intervención humana más próxima a la evolución y selección natural puede considerarse la intervención en la reproducción de las especies. Los humanos han ensayado mejorar las especies a través de la selección de individuos y el cruce para la reproducción.

      La evolución tiene lugar a través de unos procesos muy lentos, apenas perceptibles en pocas generaciones. En este proceso natural de evolución y selección la especie humana parece haber sido una de las ganadoras, no por propios méritos, sino por su capacidad de adaptación a las condiciones ambientales cambiantes.

      Desde una perspectiva notablemente distinta y con el propósito de armonizar evolución y fe cristiana, merece una mención especial el gran paleontólogo, filósofo y teólogo jesuita Pierre Teilhard de Chardin. Al intentar rastrear la prehistoria del transhumanismo, no pocos transhumanistas hacen referencia a Teilhard de Chardin y a su concepción de la evolución. Ya en 1955 Julian Huxley, a quien se atribuye la acuñación del término «transhumanismo», hizo un gran elogio de Teilhard al prologar su libro El fenómeno humano (1955).

      La obra de Teilhard de Chardin ha sido muy discutida entre los científicos. Entre ellos ha habido fervientes defensores y críticos radicales. También ha sido discutida entre los teólogos,


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