¿Por qué los buenos soldados hacen cosas malas?. Giovanni Alberto Gómez RodríguezЧитать онлайн книгу.
respecto a los trabajos antes relacionados —que constituyen los antecedentes de nuestra investigación—, debemos aclarar una diferencia notable entre los propósitos que aquellos persiguen y el nuestro. Cuando Barrett y Snider, Oh y Toner sostienen que no existe un marco de referencia para la ética militar profesional, se refieren a la ausencia de un modelo de análisis y de lenguaje comunes para determinado nivel —Ejército, OTAN, ONU, etc.— que abarque las dimensiones y perspectivas relevantes en el contexto postmoderno, que permita observar el impacto de los cambios sociales y las variaciones en los conceptos y las premisas. Incluso se esperaría que fuera posible evaluar su eficacia en el momento de ser implantado en el Ejército e incorporado en los procesos de educación y formación de personal; en contraste, no nos limitamos a buscar el modelo adecuado, pues consideramos la ética militar institucional como una variable más que debe ser valorada en el contexto. El constructo sistemas de referencia permite disponer ordenadamente todos los elementos materiales y formales relevantes para llevar a cabo la investigación, delimitando así nuestro espacio de configuración y contribuyendo a suplir la deficiencia señalada.
Adicionalmente, en la medida en que consideramos estéril llevar a cabo una indagación suscrita al relativismo, hemos aceptado el pluralismo y el perspectivismo; por ello, fuimos congruentes cuando rechazamos los argumentos de Hude, pues no pensamos que ideología alguna pueda erigirse en la postmodernidad y guiar los destinos del orbe, así como tampoco defendemos un nihilismo radical. Creemos que por encima de los efectos desintegradores de la postmodernidad perviven instancias, instituciones y sobre todo personas que eligen y dotan de sentido el mundo en procesos dinámicos y versátiles de generación y corrupción de subjetividades e identidades. En este mundo de “apariciones” todavía podemos percibir y tratar de objetivar relaciones, es decir, tenemos referencias.
Notas
1 Nos referimos a estudios especializados en temas militares (fuerzas armadas y sociedad, moralidad de la guerra, sociología militar, ética militar profesional) llevados a cabo por centros de investigación universitarios y otros adscritos o vinculados con las fuerzas militares, como el seminario sobre Fuerzas Armadas y sociedad de la Universidad Loyola de Chicago (“Inter-University Seminar on Armed Forces and Society”, Loyola University of Chicago), el Army Center for the Professional Military Ethic, el Strategic Studies Institute del War College del ejército o The Stockholm Centre for the Ethics of War and Peace de la Universidad de Estocolmo en Suecia.
2 Stephen Dale, “Conmoción política por crimen militar en Somalia”, Inter Pres Service, Agencia de noticias, 15 de octubre de 1996. Disponible en: <www.ipsnoticias.net/1996/10/canada-conmocion-politica-por-crimen-militar-en-somalia>.
3 Usmilitarymobile.com. 2011-03-21. [Traducción propia] Disponible en: <www.usmilitarymobile.com/military-news/military-abuse.html>. [Última consulta: 24 de junio de 2013]
4 Barret, Finding “The Right Way”, VII. [Traducción propia]
5 Don M. Snider, Paul Oh y Kevin Toner, The Army’s Professional Military Ethic in an Era of Persistent Conflict (Carlisle: Strategic Studies Institute, U.S. Army War College, 2009), 3 y 4. [Traducción propia]
6 Henry Hude, “¿Existe una Ética Militar Europea?”, entrada de blog en Sociedad Internacional de Ética Militar en Europa (EuroISME), 15 de marzo de 2014. Disponible en: <www.euroisme.eu/es/existe-una-etica-militar-europea>.
7 Sarkesian, Beyond the battlefield, 6. [Traducción propia]
8 Ibíd., 9. [Traducción propia]
9 Ibíd., 10. A partir de este esquema que evalúa la profesión militar, en el planteamiento de Sarkesian se puede estudiar la ética militar profesional ya no solo como variable, sino como componente en relación con los tres niveles o perspectivas (comunidad, institución e individuo), y allí centraremos la atención. La síntesis es que la ética profesional incluye las relaciones entre las convicciones individuales, los requerimientos institucionales y las expectativas de la comunidad; sin embargo, estas relaciones no son las únicas relevantes. La mayoría de reflexiones del autor, aludiendo incluso a los componentes políticos y la habilidad técnica, incluyen consideraciones éticas o morales, lo cual sugiere que la ética profesional era en ese momento de posguerra de Vietnam el componente fundamental al cual se asociaban la mayoría de dilemas de la profesión militar, por un par de razones al menos: en los momentos álgidos de la guerra de Vietnam se produjo un fuerte rechazo social —la institución militar se enfrentó a la contradicción de verse privada del apoyo de la sociedad a la que servía y obligada a cumplir los mandatos de la ley y el sistema político; asimismo, tuvo que enfrentar un quebrantamiento sin precedentes de la disciplina, al tener que conducir la guerra con soldados confundidos y desmotivados—; la segunda razón fueron los numerosos crímenes de guerra y las transgresiones morales en las que incurrieron las tropas, pues esta guerra irregular considerada además injusta había lesionado los fundamentos de la institución militar. Así, era evidente la necesidad de recomponer la cultura y la ética militar, pero para ello hacía falta encontrar dónde se había perdido el rumbo, adónde se había llegado, qué se debía hacer y hacia dónde se quería avanzar. Es evidente que ese era el espíritu que animaba el trabajo del autor, y en buena medida su planteamiento contribuyó a alcanzar aquellos objetivos.
10 Ibíd. [Traducción propia]
11 Ibíd., 15. [Traducción propia]
12 Ibíd., 16. [Traducción propia]
13 Esto es posible en la medida en que el pensar, a diferencia del juicio, es un acto incesante de la conciencia que no depende de la acción.
14 “La volatilidad, la incertidumbre y la ambigüedad que caracterizan el ambiente operativo contemporáneo [COE, por sus siglas en ingles], exige que los militares profesionales constantemente reflexionen sobre los roles, las normas y los valores de su profesión”. Christopher R. Paparone y George E. Reed, “El militar reflexivo: cómo piensan los militares profesionales en acción”, Military Review (enero-febrero 2012), 37.
15 “Por ejemplo, un jefe de pelotón puede discutir la importancia de la rendición de cuentas exacta de la propiedad y la preparación de informes, durante la inspección de vehículos. Un comandante de batallón puede iniciar un debate de diez minutos sobre el respeto al final de una sesión de adiestramiento. Un comandante de compañía puede discutir un conflicto de lealtades con sus compañeros comandantes o soldados mientras almuerza en el comedor para militares”. Joe Doty y Walter Sowden, “¿Competencia versus carácter? ¡Tiene que ser tanto uno como el otro!”, Military Review (marzo-abril 2010), 56.
16 Snider, Nagl y Pfaff, Army Professionalism, 3.
17 Ibíd., 7.
18 Ibíd., 8.
19 Ibíd., 7.
20 De acuerdo con nuestro planteamiento, argumentar a favor de una ética militar profesional como marco normativo en la posmodernidad es desconocer el principio de imparcialidad que la misma valoración ética exige. El uso de la fuerza militar incluye, por lo general, actos de violencia y, en la medida en que la violencia es una relación social que involucra perpetradores, víctimas y espectadores, ninguno puede ser excluido. La postura cambia en el momento en que las exigencias éticas y morales se amplían; ahora, más que la efectividad y el deber, se impone la responsabilidad con la vida de los soldados que son enviados a matar o destinados a morir. En atención a ello, consideramos más afortunado hablar de sistemas de referencia, con lo cual se degrada en parte la fuerza de un sistema de valores que