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Segundas oportunidades (Una semana contigo 2). Monica MurphyЧитать онлайн книгу.

Segundas oportunidades (Una semana contigo 2) - Monica  Murphy


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ensalada que ha pedido junto con el sándwich y come, como si lo que acaba de decir no importara en absoluto.

      —¿Dónde está? —pregunto después de dar un trago. Ni siquiera puedo pronunciar su nombre.

      Sé que a Fable le gustaría esto. Si tuviera la mínima oportunidad, le arrancaría los ojos a esa zorra.

      —Todavía está en casa. Le pedí que se fuera, pero se negó. —Papá se limpia la comisura de la boca con la servilleta—. No sé muy bien qué voy a hacer. No puedo echarla, al menos no todavía. No tiene adónde ir y era la madre de mi hija.

       Tal vez.

      Trago saliva.

      —¿Dónde vas a ir?

      Se encoge de hombros.

      —Por ahora estoy en un hotel. Y ella va a caer en su propia trampa. Tengo un plan.

      Se me quita el apetito. Si va a ser un divorcio problemático y me veo envuelto de algún modo, no creo que pueda soportarlo.

      —¿Cuál es tu plan?

      Vuelve a tener la mirada fija en mí y me entran ganas de esconderme.

      —Tiene una aventura. Lo sé, lo presiento, pero no tengo pruebas.

      Se me revuelve el estómago. Si esto tiene algo que ver con ella y conmigo, no sé qué voy a hacer, Dios, ¡eso fue hace mucho tiempo! No hay forma de que sus problemas actuales tengan que ver conmigo.

      —¿Con quién crees que se está liando?

      —No estoy seguro. Creo que empezó hace unos meses, pero sé que está liada con alguien y no creo que sea la primera vez que hace este tipo de cosas.

      Mierda. Mi padre tiene razón. Esta no es la primera vez y yo no he estado con ella desde hace años, así que estoy seguro de que no he sido el único. Más bien fui el primero de una larga lista de tíos. Se alimenta de la atención. La necesita como nosotros necesitamos el aire para respirar.

      —Lo siento papá.

      Y lo digo de verdad. Siento que tenga que pasar por esto y lidiar con la zorra maligna, embustera e inmoral de su mujer. No tiene ni idea del daño que ha causado a su familia. Mi padre es ajeno a todo eso. Claro que tiene sus defectos. Sé que no es perfecto (nadie lo es), pero no le desearía esto a él.

      Aunque la eligió a ella. Ahora tiene que hacer frente a los efectos colaterales de su matrimonio fallido.

      —No lo sientas. —Mi padre mueve la mano, desechando mi preocupación—. Es una zorra estúpida que al final se ha quedado sin opciones. Creo que se está follando a alguien del club de campo.

      Se está rebajando. Genial. A papá debe encantarle.

      —Y creo que es joven —continúa—. Ella se viste como si tuviera veinte años y escucha música que solo le gustaría a una jovencita tonta. La pillé haciendo ejercicio con una camiseta de Justin Bieber hace unas semanas mientras escuchaba alguna banda de chicos. Es demasiado mayor para ponerse esa mierda. ¿Qué mujer de su edad lo hace?

      Quiero reírme, pero me lo guardo para mí. No me río de la irritación de mi padre, sino de la desesperación de ella y de que parezcan gustarle jóvenes. Puedo reírme o montar en cólera. Es asquerosa.

      —¿Cómo sabes que tiene una aventura?

      —No estoy cien por cien seguro, pero he contratado a un investigador privado. Está siguiéndola ahora mismo, averiguando todos sus secretos. No tiene la más remota posibilidad de escaparse sin que me entere.

      Ni yo tampoco si averigua el secreto que comparto con ella.

      —Espero que no te explote en la cara.

      —¿Cómo? No soy quien lo ha hecho mal. Es ella. Yo he sido fiel durante todo el matrimonio.

      Mi buena amiga la culpa se anida profundamente en mi interior y aparto el plato. Esto es lo último que quiero escuchar. Casi preferiría que mi padre hubiera admitido que había engañado a Adele.

      —¿En serio, papá? Ya sabes que puedes ser honesto conmigo. No es que se lo vaya a decir a nadie.

      —En serio. —Su expresión es dura; sus ojos, tan azules como los míos, son fríos—. La amaba. En lo más profundo de mi ser, la sigo amando. Pero me pregunto si alguna vez ella me amó. ¿Cuánto tiempo me ha sido infiel? ¿Con quién más? ¿Hasta dónde han llegado sus mentiras? —Sacude la cabeza con evidente disgusto—. Me ha hecho daño. Me ha hecho quedar como un idiota frente a nuestros amigos. Según me consta, ha estado alardeando de su juguetito mientras yo estaba fuera de la ciudad trabajando.

      —Hablas como si quisieras vengarte de ella.

      No sé cómo reaccionar. No sé qué decir. Sus palabras me dan miedo. Podría presionarla para que admitiera cosas que no quiero que confiese nunca. No sé si alguna vez he visto a mi padre así.

      —Tal vez. —Se ríe, pero es un sonido de enfado, como si saliera de su garganta—. Tal vez quiero hacerla sufrir. Hacer que parezca una golfa estúpida. Se lo di todo. Cuando nos conocimos era perfecta. Hermosa, divertida, atenta e increíble en la cama.

      Hago una mueca. Eso es lo último que quiero escuchar.

      —No necesitaba saber eso.

      —Venga, Drew. Ya eres adulto. Ese tipo de comentario no debería molestarte. —Me observa—. Ahora que pienso en ello, no has mencionado a tu novieta. ¿Todavía estáis juntos?

      Mi cuerpo se tensa ante el recuerdo de Fable.

      —Hemos roto. —En realidad no, pero técnicamente nunca hemos estado juntos, así que ¿qué otra cosa puedo decir?

      —Es una pena. —Sus palabras son completamente falsas—. Aunque creo que no es el tipo de chica para ti.

      —¿Qué demonios se supone que significa eso? —gruño cerrando los puños.

      —Sabes exactamente lo que quiero decir. Es el tipo de chica de una noche, no de las que conservas toda la vida.

      Me levanto tan rápido que la silla choca con la persona que está sentada detrás de mí. Me hierve la sangre, miro a mi padre, pero lo único que puedo ver es rojo.

      —No tienes ni idea de lo que dices. Fable es una de las mejores personas que he conocido. Leal, dulce, amable…

      La mirada de papá se encuentra con la mía, sus ojos desprenden contención. Estoy montando un espectáculo y no le gusta, pero me importa una mierda.

      —Si es tan fantástica, ¿por qué no estás con ella?

      La verdad sale de mis labios con facilidad.

      —Porque no soy lo bastante bueno para ella.

      Salgo del restaurante sin decir otra palabra.

      Fable

      —Estás diferente.

      Me paso la mano por el cabello acabado de teñir. Las uñas recién pintadas me llaman la atención. Están pintadas de un rojo tan vivo como el color de mis labios y me siento una persona distinta. Pero quiero aparentar indiferencia. Como si esto fuera normal para mí. El hombre atractivo que acaba de convertirse en mi jefe me ha llevado a una peluquería famosa y cara por la tarde sin cita y ha pagado el cambio de imagen. Se ha quedado junto a mí todo el rato con una sonrisa de satisfacción en el rostro, como si fuera el único responsable de mi transformación.

      Y de algún modo lo es.

      Debería sentirme insultada. Que Colin me lleve al salón de belleza significa que no soy lo bastante guapa para trabajar para él. Que necesito cambiar, al menos físicamente.

      Pero en el fondo su atención también es halagadora. Nadie me presta atención. Simplemente…


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