AntologÃa. Ken WilberЧитать онлайн книгу.
orgánica (“Wilber-4”)… y, según algunos, estamos asistiendo ya a la emergencia de “Wilber-5”.
El espectro de la conciencia y La conciencia sin fronteras reflejan claramente la primera fase de su obra, según la cual, el proceso de desarrollo sigue una especie de círculo en el que, de algún modo, se trata de “volver al origen” para recuperar la supuesta unidad original perdida, de ahí que se conozca como fase “romántica” (“Wilber-1”).
El proyecto Atman y Después del Edén representan “Wilber-2”, la fase “evolutiva” o lineal de su obra en la que, basándose en el descubrimiento de la llamada “falacia pre/trans”, subraya la necesidad de no confundir, pese a su aparente similitud, los estadios “pre” con los estadios “trans”.
En Psicología integral, Wilber refina su modelo “evolutivo” y esboza “Wilber-3”, una versión mejorada de “Wilber-2” en la que abre el abanico de un desarrollo anteriormente homogéneo y distingue la presencia de una amplia diversidad de líneas evolutivas desplegándose a través de los diferentes niveles del modelo espectral.
Sexo, ecología, espiritualidad inaugura “Wilber-4”, un modelo integral omninivel, omnicuadrante. omnilínea, omnitipo (es decir, un modelo que tiene en cuenta todos los cuadrantes, todos los niveles, todas las líneas, todos los tipos, etcétera, de ahí que también se lo conozca como modelo OCON, acrónimo de omni-cuadrante-omninivel [en inglés AQAL]).
Hay que señalar también, por último, que algunos comentaristas han empezado a referirse al material que, en el futuro, compondrá el volumen 2 de la trilogía (sin publicar todavía, pero colgado ya provisionalmente, como hemos señalado, en el sitio web de Shambhala), como exponente de una nueva fase “postmetafísica” (“Wilber-5”)… aunque éste, sin embargo, es un particular sobre el que el mismo Wilber todavía no se ha pronunciado.
Obviamente, las críticas recibidas han aumentado en proporción directa a la magnitud y difusión que iba alcanzando su obra. Tímidas al comienzo y procedentes casi exclusivamente de ámbitos afines al suyo como la psicología humanista, por ejemplo, han acabado generalizándose y arreciando con el correr del tiempo, hasta proceder de todos los frentes… aunque resulte curioso señalar que las más intensas de todas ellas tal vez provengan hoy en día del campo que, en sus inicios, le consideraba como un niño prodigio, la psicología transpersonal.
Algunas de estas críticas, como la de que la suya es una visión lineal y progresiva o de que no presta suficiente atención a la “vía directa”, se resolverían con una lectura más detenida o completa de sus libros. Son tantas las versiones que ha ido asumiendo su obra que, en ocasiones, la nueva vuelta de tuerca resuelve los problemas suscitados por alguna versión anterior. Otras críticas, no obstante, tal vez tengan más que ver con el modo en que nosotros, sus seguidores, asumimos sus propuestas.
Pero no es éste, obviamente, el lugar más adecuado para insistir en este particular y, sea como fuere, hasta los más acérrimos de sus críticos consideran imprescindible su lectura.
La sacudida intelectual que provoca su lucidez sólo tiene parangón con la conmoción emocional suscitada por la sinceridad y transparencia puestas de relieve en sus obras más autobiográficas –como Gracia y coraje y, en menor medida, Diario–, en las que se perfila la presencia de un ser auténticamente humano.
En último lugar –pero no, por ello, menos importante– no quisiera dejar pasar esta oportunidad sin señalar también que Wilber no sólo es un teórico, sino también un practicante espiritual y hasta un místico que, en más de una ocasión, ha señalado que su obra sólo aspira a llevar al lector hasta un punto en que se halle en condiciones de dejar a un lado la lectura y emprender la práctica de una disciplina espiritual.
Quienes hemos crecido al ritmo que nos ha marcado la publicación de sus libros hemos tenido la ocasión de ir asimilando gradualmente los distintos mapas que nos ha brindado, pero me temo que quien hoy en día se acerque a su obra pueda verse desbordado por algo que dista mucho ya de ser un simple mapa y se asemeja más bien a una escuela de cartografía. Es por ello que me parece imprescindible insistir nuevamente en este punto: el objetivo último al que apunta toda su obra es el de invitar al lector a sentarse a meditar… y usar los mapas ciertamente para orientarse e interpretar adecuadamente la experiencia.
Que nadie se llame, pues, a engaño porque, a partir de cierto punto, no existe –por más bien cartografiada que esté la secuencia de estadios del desarrollo– evolución mecánica de la conciencia y cualquier avance requiere esfuerzo, inteligencia, perseverancia y trascender incluso el mismo mapa que estemos usando. Y es que todos tenemos la necesidad de recorrer un largo camino psicológico y espiritual para salvar el corto trecho que nos separa de nosotros mismos y, en la misma medida, de los demás.
Por otra parte, la pericia técnica de Wilber palidece ante su inusual capacidad para describir lo indescriptible y sus escritos poéticos y místicos –desperdigados aquí y acullá por toda su obra– constituyen, en mi opinión, el más preciado de los tesoros. Y es que Wilber es un auténtico maestro cuando presta su voz al servicio del trasfondo que alienta toda su obra y nos susurra quedamente al oído los compases eternos de esa “música callada” capaz de despertar los acordes más profundos de nuestro ser.
En este último sentido, Antología presta una atención muy especial al material poético y místico e incluye muchos de los textos de la recopilación que acaba de ver la luz en inglés bajo el título The simple feeling of being: Visionary, spiritual, and poetic writings (Shambhala, 2004).
El lector no debería buscar ninguna estructura básica en esta recopilación ni en el sumario que aquí presentamos, porque esta selección de pasajes, extraídos de sus diferentes libros, no aspira a ofrecer una visión completa de la obra de Wilber; tal cosa queda fuera de nuestra intención y del ámbito de un libro de estas características.
Lo único que pretendemos es desplegar el amplio abanico de algunos de los temas más representativos de la obra de Wilber a los lectores que lo desconozcan, con la intención de transmitirles la esencia de su pensamiento y ofrecerles también las referencias necesarias (título y página de la traducción castellana de la cita en cuestión) que pueden ayudar a quienes estén interesados a seguir sondeando por su cuenta.
También quisiera decir que esta recopilación no es el fruto de una simple tarea de seleccionar, copiar y pegar, porque todo el material se ha visto sometido a una extensa revisión para actualizar y unificar el lenguaje y el estilo. Asimismo debo señalar que, en la Introducción de esta segunda edición, ligeramente más amplia que la de la primera, se añade también un listado de toda la bibliografía de Wilber hasta el momento presente.
Le invitamos, pues, a comenzar a leer por donde más le plazca y a dejarse llevar por el vaivén de las olas de la lectura casual.
Esperemos que ésta resulte tan inspiradora como lo ha sido para nosotros y el lector se decida a bucear en estas aguas… y aclarar, de paso, en el camino, las turbulencias que obstaculicen el acceso a las dimensiones más profundas de su conciencia.
DAVID GONZÁLEZ RAGA
Valencia, septiembre de 2004
EL DESARROLLO HUMANO
«La Humanidad –dice Plotino– se halla a mitad de camino entre los dioses y las bestias.» Pues bien, mi interés es precisamente el de rastrear la prehistoria y la historia que han conducido al ser humano hasta tan delicada situación. Comenzaremos nuestra investigación en el momento en que el ser humano –o las primeras criaturas humanoides– apareció sobre la faz de la tierra, hace ya varios millones de años, en una época legendaria conocida como lejano Edén o paraíso prehistórico y, a partir de ahí, proseguiremos a lo largo de la historia hasta llegar al momento presente con la intención de entrever el futuro y tratar de esbozar nuestra posible evolución. Porque si bien el hombre y la mujer descienden de las bestias, es muy probable que acaben siendo dioses. A fin de cuentas, la distancia que existe entre el hombre y los dioses no es mucho mayor que la