Niebla (Nivola). Miguel de UnamunoЧитать онлайн книгу.
—Mira, Eugenia, para divertirte le puedes poner, si quieres, buena cara a ese panoli.
—¡Mauricio!
—¡Tienes razón, no te enfades, rica mía!—y contrayendo el brazo atrajo a su cabeza la de Eugenia, buscó con sus labios los de ella y los juntó, cerrando los ojos, en un beso húmedo, silencioso y largo.
—¡Mauricio!
Y luego le besó en los ojos.
—¡Esto no puede seguir así, Mauricio!
—¿Cómo? Pero ¿hay mejor que esto? ¿crees que lo pasaremos nunca mejor?
—Te digo, Mauricio, que esto no puede seguir así. Tienes que buscar trabajo. Odio la música.
Sentía la pobre oscuramente, sin darse de ello clara cuenta, que la música es preparación eterna, preparación a un advenimiento que nunca llega, eterna iniciación que no acaba cosa. Estaba harta de música.
—Buscaré trabajo, Eugenia, lo buscaré.
—Siempre dices lo mismo y siempre estamos lo mismo.
—Es que crees...
—Es que sé que en el fondo no eres más que un haragán y que va a ser preciso que sea yo la que busque trabajo para ti. Claro, ¡como a los hombres os cuesta menos esperar...!
—Eso creerás tú...
—Sí, sí, sé bien lo que me digo. Y ahora, te lo repito, no quiero ver los ojos suplicantes del señorito don Augusto como los de un perro hambriento...
—¡Qué cosas se te ocurren, chiquilla!
—Y ahora—añadió levantándose y apartándole con la mano suya—, quietecito y a tomar el fresco, ¡que buena falta te hace!
—¡Eugenia! ¡Eugenia!—le suspiró con voz seca, casi febril, al oído—, si tú quisieras...
—El que tiene que aprender a querer eres tú, Mauricio. Conque... ¡a ser hombre! Busca trabajo, decídete pronto; si no, trabajaré yo; pero decídete pronto. En otro caso...
—En otro caso, ¿qué?
—¡Nada! ¡Hay que acabar con esto!
Y sin dejarle replicar se salió del cuchitril de la portería. Al cruzar con la portera le dijo:
—Ahí queda su sobrino, señora Marta, y dígale que se resuelva de una vez.
Y salió Eugenia con la cabeza alta a la calle, donde en aquel momento un organillo de manubrio encentaba una rabiosa polca. «¡Horror! ¡horror! ¡horror!», se dijo la muchacha, y más que se fué huyó calle abajo.
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