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Democracia y desplazamiento durante la guerra civil colombiana. Abbey SteeleЧитать онлайн книгу.

Democracia y desplazamiento durante la guerra civil colombiana - Abbey Steele


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amenaza con castigarlos si se resisten. Mediante ataques contra los campos de refugiados controlados por la UNK en Tailandia, el EBDK ha influido en las decisiones que los karen desplazados toman con respecto a dónde y cómo huir”.

      El repoblamiento también es frecuente en Colombia. La oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados –ACNUR– (United Nations High Commission for Refugees –UNHCR–) reporta que

      Mediante desplazamiento masivo de comunidades completas, regiones enteras son “limpiadas” del apoyo que supuestamente están proporcionando al “enemigo”. Cuando la tierra en cuestión tiene valor estratégico en términos militares y económicos, es repoblada por seguidores de las fuerzas que han dirigido el desplazamiento (UNHCR 2003).

      Después del desplazamiento, los paramilitares, de modo particular, “repueblan el territorio con habitantes ‘confiables’” (Gutiérrez Sanín 2003, 22).39 Al respecto, Amnistía Internacional (1997) informa que las “zonas señaladas como objetivo militar son ‘limpiadas’ del apoyo real o potencial a las guerrillas, y son repobladas con campesinos afines a los paramilitares o con miembros de las familias de los paramilitares”. Romero (2003, 110) también advierte que la repoblación tuvo lugar en barrios de Barrancabermeja, una ciudad de tamaño considerable a orillas del río Magdalena, en Colombia.

      En general, es probable que la pugna entre grupos armados conduzca a identificar objetivos militares colectivos para facilitar la incorporación de un territorio, en el caso de la contrainsurgencia o, de forma menos habitual, para resistir a la incursión de conquista, en el caso de la insurgencia. Antes de reconfigurar a la población de un territorio o de una comunidad, no obstante, los grupos armados necesitan saber quién es leal y quién no.

      La identificación del desleal

      Galula afirmó que, “en resumen, el gran problema era cómo calcular las lealtades de [los pobladores locales]” (Galula 1963, 97). Los grupos armados, por lo tanto, se enfrentan con dos problemas: (1) hacerse con el control de un territorio cuando la conversión de civiles es en extremo difícil y (2) la identificación de las lealtades que profesan los civiles. Sostengo que la solución del primer problema depende de la solución del segundo: los grupos armados pueden intentar desplazar a los civiles en momentos y lugares en los que aquellos infieren relaciones de lealtad con un adversario.

      En algunas guerras, los indicios sobre pertenencia a colectividades son empleados para deducir lealtades, tanto por grupos armados como por civiles.40 En ausencia de esos indicios, la identificación de aliados y adversarios potenciales es un desafío importante. Trinquier, el teórico de la contrainsurgencia francés, escribe que “en la guerra moderna, el enemigo es … difícil de identificar … Es un límite inmaterial, a menudo ideológico, que sin embargo debe ser delineado de manera explícita si se quiere llegar al adversario y derrotarlo”. (Trinquier 1964, 26). Incluso cuando se tiene relativa certeza de que un rival actúa en un lugar determinado, es difícil para un grupo armado externo diferenciar entre los posibles aliados y los adversarios potenciales. Para que el desplazamiento rinda frutos, esa información es crucial. De lo contrario, el grupo armado que viene de afuera tendrá que recurrir a señalar objetivos militares de forma indiscriminada, lo cual constituye una herramienta demasiado drástica que no resultaría adecuada para promover cambios que permitan incorporar a la comunidad bajo su control. En lugar de expulsar a una parte de la población sospechosa de apoyar al adversario, apuntar de forma indiscriminada puede ocasionar que muchos civiles se marchen, lo cual limitará la habilidad del grupo armado para tomar el control y reducirá los beneficios que ese control acarrearía. Un ejemplo procede de Misuri durante la Guerra Civil estadounidense. Fellman (1989, 95-96) escribe que la Orden General No. 11 puso a los habitantes de varios condados en el punto de mira del desplazamiento, pero las autoridades “no diferenciaron entre leales y desleales. Todos se convirtieron en refugiados de guerra”. Después de la expulsión, “quienes podían conseguir certificados de lealtad fueron autorizados para regresar a casa”, pero la mayoría no pudo hacerlo hasta que la guerra terminó. Como resultado, la Unión logró controlar aquellos condados. En el siglo XX, el éxito de esos programas de reasentamiento fue variable, dependiendo de qué tanto marcaban diferencias entre leales y desleales (así como de la cantidad de recursos empleados) (Sepp 1992). El Programa de Aldeas Estratégicas en Vietnam (Strategic Hamlet Program), que condujo a reasentar a cientos de campesinos, fue considerado un fracaso, a pesar de los cuantiosos recursos que implicó, debido a que no estableció diferencias entre civiles leales y desleales. En consecuencia, el Frente Nacional de Liberación de Vietnam (Viet Cong) pudo continuar su actividad en los nuevos asentamientos (Stubbs 2004).

      Incluso en guerras que no están basadas en una disputa étnica puede aparecer información acerca de vínculos entre civiles y grupos armados, en especial en el ámbito local. Las disputas locales tienden a condicionar las alianzas de los civiles con grupos armados, pero en gran medida pasan desapercibidas para los observadores externos.41 Cuando los grupos armados consiguen información sobre colectividades locales y se forman ideas con respecto a la probabilidad de que los individuos estén profesando lealtad hacia las mismas, la identificación de objetivos militares colectivos puede constituir una estrategia efectiva para competir con los grupos armados rivales.

      La oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados –ACNUR– (United Nations High Commission for Refugees –UNHCR–) informó que en Sri Lanka otro tipo de proceso puso en evidencia las lealtades de los civiles:

      Los Tigres de Liberación del Eelam Tamil –TLET– también tienen una práctica obligatoria de entrenamiento en defensa civil, incluso en zonas controladas por el gobierno. Esto incluye la expedición de una tarjeta de entrenamiento como prueba de la colaboración. No estar en posesión de la tarjeta de entrenamiento en zonas controladas por los TLET puede conducir, entre otras cosas, a restricciones sobre la libertad de movimiento. Lo anterior puede afectar la capacidad de las personas para asegurar su subsistencia. En las zonas controladas por el gobierno, las personas sospechosas de haber participado en el entrenamiento de los TLET pueden ser percibidas como simpatizantes de ese grupo, a pesar de que su participación pudo haber sido forzada (UNHCR 2006, 4).

      En algunos casos, la acción de irse o la de quedarse sirve como señal para alertar a los grupos armados. En Guatemala, la oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados –ACNUR– (United Nations High Commission for Refugees –UNHCR–) reporta que

      La percepción de los paramilitares y, en virtud de la actividad proselitista que ejercen, de gran parte de la población bajo su control era que quienes habían huido eran seguidores de los rebeldes. Como resultado, cualquier movimiento en falso efectuado por aquellos que retornaban, como faltar al deber de participar en la vigilancia civil o, incluso, una disputa por tierra con un vecino, podía dar lugar a que las personas fueran rotuladas como simpatizantes de la guerrilla. Las consecuencias fueron graves e iban desde pobladores reinsertados que eran seleccionados para ser intimidados o acosados hasta ataques físicos o, incluso, asesinatos.

      Carlos Castaño, un líder paramilitar colombiano, coincidía con esa perspectiva al afirmar que un beneficio adicional de las masacres es que separan a los leales de los desleales. Castaño le explicó a Alejandro Reyes en una entrevista en 1991 que, si la gente se va, confirma las sospechas.42

      Sin importar su origen, cuando una disputa de orden local se manifiesta, la información aparece en tres campos. Primero, los objetivos militares potenciales y los aliados virtuales resultan evidentes para los forasteros. Segundo, la disputa también proporciona información sobre la fortaleza relativa de un adversario en una comunidad o en un barrio determinados. Por último, la exposición de una disputa al público también proporciona información a los civiles que viven en una comunidad, lo cual les permite hacer un balance de la distribución relativa de la población, formarse ideas sobre su seguridad futura y, de forma potencial, buscar aliados por fuera de la comunidad. Es decir, cuando un rasgo de carácter grupal conecta a ciertos civiles con un grupo armado, ese atributo puede inducir a los contrincantes externos a atacar a los pobladores locales o a que estos últimos establezcan alianzas con personas que


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