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Democracia y desplazamiento durante la guerra civil colombiana. Abbey SteeleЧитать онлайн книгу.

Democracia y desplazamiento durante la guerra civil colombiana - Abbey Steele


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caracterizar y explicar el desplazamiento, por lo tanto, este libro dialoga con el “espacio intermedio” (middle ground) que existe entre los factores contextuales de amplio espectro y las características de los individuos, con el fin de analizar la interacción entre los grupos armados y la población civil en el marco de las guerras. En particular, me centro en las características y conexiones que los civiles comparten, así como en la forma en la que los grupos armados las interpretan y abordan.

      En las guerras, los grupos armados a menudo optan por exterminar civiles, miembros de etnias, sectas o grupos políticos rivales. Con frecuencia, el grupo que se encuentra en el punto de mira resulta ser una mezcla de identidades o una comunidad dentro de un grupo mayor, lo que convierte a la limpieza política en una práctica difícil de detectar, en especial, si la situación es examinada desde lejos. La oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados –ACNUR– (United Nations High Commission for Refugees –UNHCR–), manifiesta que “la violencia que parece indiscriminada puede estar dirigida de modo deliberado hacia ciertos grupos de civiles” (UNHCR 2012, 6). En Nigeria, por ejemplo, la avanzada contrainsurgente frente a Boko Haram parece tener a la población musulmana como objetivo militar: “para los soldados, las batas largas y sueltas de los hombres jóvenes –la indumentaria tradicional del África occidental musulmana– eran suficiente argumento para determinar culpabilidades, según dijeron los refugiados” (Nossiter 2013). El origen étnico también resulta importante: “algunos ciudadanos que tenían la cicatriz vertical étnica de los kanuri, una facción dominante dentro del grupo islamista violento Boko Haram, estaban siendo capturados [por el ejército]” (Nossiter 2013). El reporte sobre derechos humanos en el Congo elaborado por el Departamento de Estado de los Estados Unidos en 1993 planteó que “al menos 200, y quizás muchas más personas, murieron” en actos violentos en los que “las víctimas parecen haber estado en el punto de mira debido a la filiación étnica y política” (Fariss et al. 2015, énfasis añadido). En Colombia, debido a que las identidades étnicas y religiosas no coinciden con los bandos enfrentados en la guerra, el desplazamiento parece ser casual. En situaciones clave, no obstante, los grupos contrainsurgentes fueron bastante específicos con respecto a sus objetivos militares que elegían por razones políticas. La ciudad de Arturo estaba llena de personas relacionadas con la izquierda, incluyendo a varios que habían apoyado a un grupo rebelde, pero solamente los seguidores de un partido político particular estaban en el punto de mira. Sin importar qué tan reducido o amplio es el grupo que está en el foco, la amenaza es evidente: irse o poner la vida en riesgo.

      Es cierto que el desplazamiento no siempre es el resultado de una campaña deliberada en contra de un grupo. Las personas también huyen cuando están expuestas a amenazas indirectas. En otros casos, la población civil se reubica, con el fin de evitar la violencia que los rodea, pero que no ha sido lanzada de manera directa en su contra. Las mejores alternativas que los civiles encuentran para ponerse a salvo dependen del tipo de amenaza que los grupos armados representan, no solo de la intensidad de la violencia. Con base en esta perspectiva, el libro caracteriza diferentes formas de desplazamiento que tienen lugar durante la guerra. La huida individual y la deserción masiva son formas de desplazamiento que los grupos armados ocasionan de manera involuntaria o se derivan de modo fortuito de la violencia que ejercen. En el caso de la huida individual, la población civil busca la forma de frustrar ataques dirigidos hacia objetivos militares que han sido definidos de forma selectiva por los grupos armados. Con la deserción masiva, la población civil se aparta del camino que la violencia indiscriminada transita. En contraste, la limpieza política ocurre después de que grupos de civiles han sido puestos en la mira (collective targeting) de manera estratégica y deliberada.1 Además, la limpieza política puede darse de forma generalizada, incluso en guerras civiles que carecen de carácter étnico, como la de Colombia. El principal interés del libro es explicar en qué momentos y situaciones los grupos armados participan en esta forma de desplazamiento.

      Objetivos militares colectivos, limpieza política y reformas democráticas durante la guerra civil

      Sostengo que la selección de objetivos militares colectivos y la limpieza política tienen lugar, con mayor probabilidad, si se cumplen dos condiciones: (1) cuando un grupo armado intenta controlar un territorio y (2) en situaciones y lugares en los que los grupos armados cuentan con información sobre las lealtades de la población civil, en específico, si existen razones para pensar que algunos tipos de civiles, posiblemente, están apoyando a un grupo armado rival. Si un grupo armado logra establecer que un conjunto de civiles se encuentra vinculado con alguna de las partes en conflicto, entonces puede inferir las lealtades que profesan los miembros individuales de esa colectividad. Los civiles que son considerados desleales dificultarán la conquista del territorio. Además, podrían contribuir a que el grupo adversario consiga resistir la incursión y serían difíciles de coaccionar o persuadir para que cambien de bando. Por lo tanto, expulsar a los desleales contribuirá a que el grupo armado conquistador pueda incursionar para hacerse con el control. Asimismo, deponer a los adversarios locales hará que los demás residentes de una determinada comunidad tiendan a colaborar sin temer a la retaliación.

      Pero, incluso, si la supresión del apoyo civil de los rivales tiene sentido estratégico para los grupos armados, ¿cómo identificar a los desleales en ausencia de pistas que pongan en evidencia una filiación? Las elecciones constituyen un mecanismo para alcanzar ese objetivo, pues permiten poner al descubierto las preferencias políticas de la población. Cuando los resultados electorales encajan con barrios y veredas específicos, como tiende a ocurrir durante las elecciones locales, los residentes de esos lugares quedan en evidencia como seguidores de un partido o candidato particular.

      Además de la información reveladora que de forma directa proporcionan acerca de los pobladores, las elecciones también pueden fomentar nuevas alianzas. Si un partido político alineado con la insurgencia resulta favorecido, los políticos derrotados pueden sentirse motivados para aliarse con grupos contrainsurgentes, con el fin de promover cambios en las decisiones del electorado y, de esa forma, crear una oportunidad más favorable para ganar en próximos comicios.

      Este contexto plantea una serie de implicaciones con respecto a las situaciones y a los lugares en los que el desplazamiento tiende a ocurrir. En términos cronológicos, la selección de objetivos militares colectivos y la limpieza política solamente deberían ocurrir una vez que se ha producido una disputa que termina uniendo grupos de civiles con alguno de los bandos de la guerra. Este tipo de disputas no siempre es constante durante una guerra civil. El momento posterior a una elección es un ejemplo entre otros. Las disputas también pueden cambiar debido a otras razones. Para volver sobre el caso de Iraq, durante los tres años posteriores a la invasión que comenzó en 2003 la actividad insurgente no estuvo relacionada de forma directa con la identidad religiosa. Solamente fue después del bombardeó contra la mezquita de Samarra en 2006 que chiitas y sunitas consolidaron bandos de guerra opuestos. En especial, algunos observadores sostienen que el cambio comenzó en 2005, cuando los partidos políticos comenzaron a unirse en torno a las identidades religiosas. Una de las consecuencias fue el aumento masivo del desplazamiento, tan pronto como las lealtades de los miembros de las sectas predominantes empezaron a ser consideradas sospechosas por los grupos armados de las otras sectas.

      Arturo y sus vecinos no habían sido puestos en la mira de la limpieza política hasta que votaron por un partido político vinculado con la insurgencia. La Unión Patriótica (UP) fue creada por las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) en un contexto de diálogos entre ese grupo y el gobierno colombiano. Si bien la violencia fue una constante a lo largo de la década de 1980 en la región en la que vivía Arturo, el fenómeno del desplazamiento era poco frecuente hasta que los grupos paramilitares optaron por amedrentar a la población convirtiendo en objetivo militar a los seguidores del partido político de las FARC, con el fin de expulsarlos de la comunidad. Los residentes de un barrio cercano no cayeron en la mira de los paramilitares, a pesar de que tenían los mismos antecedentes socioeconómicos, raciales e, incluso, laborales que Arturo y sus vecinos. Aquellos también eran militantes de izquierda y estaban asociados con su propio grupo insurgente, el Ejército Popular de Liberación (EPL). Cuando los paramilitares comenzaron su


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