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Mitología china. Javier TapiaЧитать онлайн книгу.

Mitología china - Javier Tapia


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hoy en día nuestra ciencia moderna, aunque en ningunos de los dos casos, el mítico y el científico, se tengan pruebas de que esto sea así.

      Una Tierra esférica achatada por los polos es un buen símil del huevo de tortuga, y la eclosión de la vida en nuestro planeta bien puede venir de los cometas o dragones celestiales, o haberse formado dentro de ella.

      El lenguaje ha cambiado, pero la mítica sigue siendo la misma, con lo que los científicos divulgadores de nuestro tiempo son como los sacerdotes del pasado, que nos dicen las cosas de una manera simple para que la entendamos como pueblo, sin develarnos los verdaderos secretos, tanto porque no tenemos capacidad para comprenderlos como porque quizá tampoco los saben ellos.

      A diferencia de Pitágoras, que no quería que el vulgo supiera que el número dos es irracional ni la composición pentagonal del dodecaedro, Lao Tse esperaba que todos y cada uno de los seres humanos supieran y conocieran la composición y los secretos del universo. Ambos fallaron, y sin embargo sentaron las bases del conocimiento en muchos planos y sentidos.

      Los pensadores griegos, sobre todo los presocráticos, intentaron vivir y pensar sin dioses de por medio, sin lograr su propósito. Los pensadores chinos sí lo lograron durante siglos, aunque no pudieron erradicar los mitos, las leyendas y las supersticiones del pueblo chino.

      ¿Qué fue primero, el huevo o la gallina, el huevo o la tortuga?

      Obviamente primero fue el ovocito en forma de célula que fue dando lugar a los organismos complejos cuya forma de reproducción es muy diversa, sexual, asexual, por bipartición, ovípara, vivípara, etcétera.

      La Tortuga y el Dragón

      En la inmensidad de la nada estaba aposentada la Tortuga Milenaria, los cielos eran oscuros y densos, como aceite negro sobre el mar, y sobre ellos reposaba la Tortuga pensando, meditando y reflexionando sobre los hitos de la existencia.

      La Tortuga nunca había pensado ser madre, desovar y tener descendencia, pues existía plácidamente sin que nada ni nadie la molestara.

      El Dragón de Aire la pretendía por su sabiduría.

      El Dragón de Madera la pretendía por su firmeza.

      El Dragón de Metal la pretendía por su valor.

      El Dragón de Agua la pretendía por la pureza de su alma.

      El Dragón de Tierra la pretendía por su experiencia.

      El Dragón de Fuego la pretendía por su pasión.

      Pero fue el Dragón Qi, el Dragón de la Luz y la Energía, el que está en el centro de todo y de todos, el que finalmente logró inseminarla.

      “Soy demasiado vieja para tener descendencia”, dijo la Tortuga.

      “Darás a luz al universo”, le contestó el Dragón.

      Y la Tortuga puso un enorme y duro huevo, que se fue rodando por los cielos hasta que chocó con los límites del espacio y se rompió.

      De la yema nació la Tierra y todo lo que se contiene en ella.

      De la clara nacieron los cielos azules con sus nubes, sus vientos, sus lluvias y sus nieves.

      De la cáscara nacieron las estrellas que rodean al mundo, los asteroides que todavía caen como fragmentos del huevo que fueron, y los cometas.

      Unos dicen que la Tortuga carga el peso del universo entero, otros que nada más carga a la Tierra, y otros que no carga nada más que su propia conciencia.

      Unos dicen que siete de los Nueve Dragones míticos la poseyeron, y que solo dos de ellos quedaron fuera del concierto de crear el universo, por lo que estos dos dragones, el Dragón de la Oscuridad y el Dragón del Infierno, odian a la creación y siempre están ideando la forma de destruirla.

      Otros dicen que fue un solo dragón, pero que en realidad nadie sabe cuál, aunque el Dragón de Madera, por su color amarillo, es el verdadero padre del universo y abuelo de la humanidad.

      Desde entonces el amuleto de la Tortuga con Cabeza de Dragón protege las casas y trae fama, longevidad, felicidad, fertilidad y fortuna a sus fieles seguidores, porque ellos son los verdaderos creadores de la Tierra y del universo tal y como los conocemos.

      La Tortuga y el Dragón.

      Esta leyenda enlaza con las prácticas del Feng Shui que se hicieron populares en China sobre el siglo IV antes de nuestra era y que, poco a poco, se fueron convirtiendo en toda una ciencia geodésica y astronómica.

      La Grulla y el Quilín

      Antes de nosotros y del mundo había un espacio celestial inmenso por el cual paseaban cuatro seres.

      Cuatro eran los seres celestiales:

      La Tortuga.

      El Dragón.

      La Grulla.

      El Quilín.

      Ellos campeaban por todos lados antes de que existiera nada, y mucho menos los humanos.

      La Tortuga se unió al Dragón para crear el mundo.

      La Grulla le dio inteligencia, belleza, orden y armonía.

      El Quilín trajo la paciencia, la serenidad y la prosperidad.

      Después vinieron los elementos a llenar el mundo:

      La tierra con sus montañas y rocas.

      La madera con sus árboles, plantas y flores.

      El agua con sus mares, lagos y ríos.

      El metal con sus minerales y sus piedras.

      El fuego con la chispa que da vida a todos los seres.

      La Grulla vio que faltaban los vientos y la lluvia, y fue por ella.

      El Quilín vio que faltaban los astros de los cielos y fue por ellos.

      La Grulla se quedó flotando entre la Tierra y el cielo.

      El Quilín se quedó volando entre el sol, la luna y las estrellas.

      La Grulla aviva el pensamiento, da ideas, investiga, estudia, cambia, mejora, evoluciona, y crea la escritura para que exista entre todos una forma sublime de entendimiento.

      El Quilín inspira, impele a reflexionar y a meditar, a buscar más allá de lo visible, y crea las artes y las ciencias para embellecer y consolidar los conocimientos.

      La marcha del mundo y el universo se debe a ellos, por eso el Quilín se encuentra a la puerta de los templos y centros de estudios y conocimientos, y la Grulla remata las entradas y los techos.

      El mítico Quilín.

      Cuando le insinué a mi estimado Insik que el Quilín era una bestia mítica poco agraciada y de semblante terrible y fiero, me contestó hieráticamente que la prudencia y la verdad que representa el Quilín son verdaderas fieras con las que la gente común no quiere enfrentarse, porque a muy pocos les gusta ver un poco más allá, estudiar, entender, comprender, esforzarse, y prefieren creer o guiarse por la limitación de sus sentidos.

      La creación de Wang Pangu

      Dice la leyenda que al principio solo existía el desorden, con el cielo y la tierra juntos y pegados, y el universo entero y todo lo que este contiene concentrado en un gigantesco y pesado huevo negro.

      Dentro de este huevo dormía apaciblemente y sin darse cuenta de nada un único ser, Wang Pangu.

      Cuando Wang Pangu despertó, se encontró que estaba atrapado en el huevo, y que apenas si podía moverse, así que se puso a romperlo.

      Al romperse el huevo, la parte más ligera y clara salió despedida y dio forma al cielo y todo lo que este contiene, mientras que la parte inferior


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