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Trono destrozado. Victoria AveyardЧитать онлайн книгу.

Trono destrozado - Victoria Aveyard


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regresaron con toda su fuerza. Esta vez soñaba que su bebé crecía, vestía una armadura, lideraba a soldados y los lanzaba contra una cortina de humo. Él los seguía y no regresaba nunca.

      Ojerosa y cansada, escribió el que sería el penúltimo episodio de su diario. Las palabras parecían haber sido talladas en la página. No había dormido en tres días; no habría soportado volver a soñar que su hijo agonizaba.

       Los Calore son criaturas del fuego, tan fuertes y destructivas como su llama, pero Cal no será como ellos. El fuego puede destruir, el fuego puede matar, pero también puede crear. El bosque quemado en el verano florecerá en la primavera, mejor y más fuerte que antes. La llama de Cal construirá y enraizará sobre las cenizas de la guerra. Las armas callarán, el humo se disipará y los soldados, Rojos y Plateados por igual, volverán a casa. Después de cien años de guerra, mi hijo traerá la paz. No morirá combatiendo. No lo hará. NO LO HARÁ.

      Tibe se había marchado a Fort Patriot, en Harbor Bay. Pero Arven estaba en su puerta, y su presencia formaba una burbuja de alivio. Nada puede tocarme mientras él esté aquí, pensó al tiempo que alisaba el sedoso cabello de Cal. La única persona que hay en mi cabeza soy yo.

      La niñera que llegó a recoger al bebé notó la agitación de la reina, sus manos temblorosas, sus ojos vidriosos, pero no dijo nada. No le correspondía hacerlo.

      Otra noche llegó y se fue. Una vez más, Coriane no pudo dormir, y escribió el último pasaje de su diario. Dibujó flores alrededor de cada palabra. Capullos de magnolia.

      La única persona que hay en mi cabeza soy yo.

      Tibe no es el mismo ya. La corona lo ha cambiado, como lo temiste. El fuego está dentro de él, el fuego que hará arder el mundo entero. Y está en tu hijo, en el príncipe cuya sangre no cambiará nunca y que jamás se sentará en un trono.

       La única persona que hay en mi cabeza soy yo.

       La única persona que no ha cambiado eres tú. Eres todavía la niña en una habitación empolvada, olvidada, no deseada, fuera de lugar. Eres la reina de todo, la madre de un hijo hermoso, la esposa de un rey que te ama, y a pesar de eso no eres capaz de sonreír.

       A pesar de eso no haces nada.

       A pesar de eso estás vacía.

       La única persona que hay en tu cabeza eres tú.

       Y es una persona insignificante.

      Es nada.

      A la mañana siguiente, una doncella encontró su corona nupcial rota sobre el suelo, una explosión de perlas y oro retorcido. Había plata en ella, sangre oscura tras el paso de las horas.

      El agua de la bañera era negra.

      El diario quedó inconcluso, y no fue visto por quien habría debido leerlo.

      Sólo Elara vio sus páginas, y la lenta descomposición de la mujer que había en su interior.

      Destruyó el libro como destruyó a Coriane.

      Y sus noches siguieron sin sueños.

      CICATRICES DE ACERO

      EL SIGUIENTE MENSAJE HA SIDO DESCIFRADO CONFIDENCIAL, SE REQUIERE AUTORIZACIÓN DE LA COMANDANCIA

      Día 61 de operación LACUSTRE, etapa 3.

      Agente: Coronel CLASIFICADO.

      Denominación: CARNERO.

      Origen: Solmary, CL.

      Destino: COMANDANCIA en CLASIFICADO.

      —Operación LACUSTRE concluida antes de lo previsto, se considera exitosa. Canales y puntos de bloqueo de LAGOS PERIUS, MISKIN y NERON bajo control de la Guardia Escarlata.

      —Agentes AZOTE y ÓPTICO controlarán avance de LACUSTRE, se mantendrán en estrecho contacto, abrirán canales con BASE MÓVIL y COMANDANCIA. Protocolo de tomar posición e informar, a la espera de órdenes de acción.

      —Retorno a TRIAL con CORDERO en este momento.

      —Resumen de LACUSTRE: muertos en combate: D. FERRON, T. MILLS, M. PERCHER (3).

      —Heridos: PRESTO, ESPOLETA (2).

      —Conteo de bajas Plateadas (3): guardaflora (1), coloso (1), ¿sanador de piel? (1).

      —Conteo de bajas civiles: desconocido.

      NOS LEVANTAREMOS, ROJOS COMO EL AMANECER.

      —Se avecinan tormentas.

      El coronel habla para llenar el silencio. Su ojo sano encuentra una grieta en la pared del compartimento y se clava en el horizonte. El otro mira fijamente, aunque apenas puede ver a través de una película de sangre escarlata. Esto no es ninguna novedad. Su ojo izquierdo ha estado así desde hace varios años.

      Sigo su mirada a través de las tablillas de la madera traqueteante. Varias nubes oscuras se aglomeran a unos cuantos kilómetros, como si quisieran esconderse detrás de las arboladas montañas. Se oye un trueno a lo lejos. No le presto atención. Sólo espero que la tormenta no entorpezca la marcha del tren y nos obligue a pasar ocultos aquí un segundo más, bajo el suelo falso de un vagón de carga.

      No tenemos tiempo para tormentas eléctricas ni conversaciones inútiles. Yo no he dormido desde hace días y tengo el semblante para probarlo. No quiero más que silencio y unas horas de descanso antes de que volvamos a la base, en Trial. Por suerte, aquí no hay mucho que hacer aparte de acostarse. Soy demasiado alta para caber en un espacio así, y el coronel también. Ambos tenemos que tumbarnos y agacharnos lo más posible en este sombrío cajón. Pronto será de noche y sólo la oscuridad nos hará compañía.

      No puedo quejarme del medio de transporte. En el viaje a Solmary pasamos la mitad del trayecto en una barcaza que transportaba fruta; se atascó en el lago Neron y la mayor parte del cargamento se pudrió. Dediqué la primera semana de operaciones a lavar mi ropa para evitar aquella peste. Y nunca olvidaré el caos antes de que empezáramos en Lacustre, en Detraon. Después de tres días en un vagón de ganado, nos encontramos con que la capital Lacustre


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