El punto original. Ángel Largo MéndezЧитать онлайн книгу.
ahora como Neo-Advaita. Tampoco es una versión occidentalizada del Shivaismo de Cachemira (que descubrí después de escribir este libro y en donde encontré grandes coincidencias con el Vedanta). No me gustan las etiquetas. Me atrevería a decir que este documento trata la esencia del conocimiento milenario de la no dualidad desde una perspectiva muy occidental. A lo largo de este ensayo voy desde lo macro a lo micro, pasando por el momento presente en que el ser humano se debate. El objetivo de este libro es mostrar el proceso natural de las cosas, dando la posibilidad a todo quien lo lea de darse cuenta de la realidad.
Avanzaremos en cada capítulo revisando las expresiones de las formas, en un recorrido que se manifiesta circular donde el retorno es seguro. Nada de lo que sucede se considerará una limitante, sino más bien, una experimentación necesaria en la realización total de aquello. A este aquello lo relacionamos como aquel punto en el centro de la circunferencia, un punto que carece de dimensión y de lugar por lo tanto escapa a nuestra percepción, pero del que se extiende todo el potencial para la creación de la forma. Hablamos del Punto Original.
La propuesta es sencilla: visualizar cómo se originó todo a partir de aquello, en base a figuras y formas de la geometría simple. Esto con el objeto de tener presente el movimiento de las cosas visibles y no visibles, y su continua interacción.
En los primeros dos capítulos de este ensayo detallaré cómo todo lo conocido tiene su origen en lo desconocido, y para su correcta interpretación utilizaremos una serie de imágenes que a su tiempo funcionarán como ejercicio práctico que nos permitirá dibujar una idea global del maravilloso Cosmos. Para ello será importante, si así usted lo quiere, que durante la lectura de estas páginas tenga a mano un papel en blanco, un compás, un lápiz y una regla.
Luego del planteamiento de la teoría gráfica haré un análisis de aquello que llamamos yo o ego y su función vital dentro del desarrollo de nuestra cotidianeidad. A partir de esta revisión exhaustiva el yo/ego será reubicado en su sitio real como vehículo predilecto del Ser en Lo Manifiesto, y no como se lo entiende en la actualidad: como lo único que existe.
En la parte final, a través de distintas experiencias revisaremos las formas en las que la humanidad se ha acercado a este conocimiento no dual; algunas de estas formas son naturales y otras psíquicas. Revisaremos cómo este darse cuenta de lo que llamaré Punto Original es la línea de partida para la expansión que nunca se detiene y del que somos parte inobjetablemente.
Todo esto acompañado de una historia. Mi historia. Aquí cuento las razones y circunstancias que propiciaron que estas líneas existan y estén hoy frente a usted.
Este ensayo tiene acercamientos a la teoría evolucionista, a las nociones sobre el pensamiento y el ahora en Krishnamurti, además de referencias a la Supramente que explicaba Sri Aurobindo, quienes en definitiva son un aporte mayúsculo a este ensayo. No obstante, he tratado de concebir una postura que represente la idea original de la intuición que recayó en mí, y que no dista de muchas propuestas de personajes que vislumbraron con antelación cómo el hombre comenzaría a caminar en el terreno de la no dualidad.
Quiero dejar en claro desde el principio que no soy ni me considero un iluminado. Primero por que aquel estado no es una experiencia a alcanzar, sino que es la esencia de lo que somos, ella no cambia ni se inmuta. En el estricto sentido de la palabra, iluminarse no tiene sentido porque la luz está siempre, eternamente, dentro de cada uno de nosotros. Así que todos somos iluminados. Yo simplemente aporto, al movimiento continuo del Ser, una percepción de aquel traslado. Solo soy una forma más a través de la que el Ser se experimenta y que acaba de darse cuenta de cómo y por qué funciona todo, con toda la revolución interna y externa que para el cerebro humano esto significa.
Este no es un libro para agradar, sino para mostrar un conocimiento que trasciende verdades, mentiras, placeres o culpas. A muchos el conocer lo real de forma directa les puede resultar chocante, pero digerido despacio, puede resultar un proceso interesante, emocionante y terriblemente natural. Habrá muchos momentos en los que le parecerá estar leyendo en círculos, con conceptos y palabras que se repiten una y otra y otra vez, así como la vida misma. Justamente esa es la idea, posicionar de manera completa una razón que por su sencillez podría resumirse en dos o tres líneas, pero que prefiero expandir hasta el límite, tratando de que su descripción y presentación repetitiva cale profundo dentro de usted, querido lector.
Todo lo que deduzco en estas páginas no representa una doctrina a seguir, muchos menos a adorar. Lea, analice, juzgue, critique, utilice este texto y su propia sagacidad para generar conocimiento. Si lo cree justo, comparta su contenido con quienes lo rodean para así convocar mayores criterios entorno a esto que abarca a todos: la vida. Quizás sea este el inicio de una concepción distinta de lo que considera lo normal y sea el momento justo para replantear prioridades dentro de esta vuelta tan corta que tenemos en la tierra, con el traje que llevamos puesto.
Estoy convencido que la verdad es una tierra sin caminos como expresó Krishnamurti, aquel sabio indio que desde su percepción total guío a mi ser hasta su autoindagación. Aquí no se muestra una ruta, lo que dejamos en estas líneas es una observación, una rigurosa interpretación de nuestro origen con el propósito de que una vez entendido nuestro proceder, logremos des-identificarnos de todas aquellas ropas que tenemos encima y quedar desnudos antes la impoluta certeza de nuestra naturaleza divina, única e inmortal.
Este ensayo, que me he preocupado por no sacar a la luz hasta convertirlo en una expresión totalmente sincera de aquella intuición abrumadora de un segundo, será la oportunidad para uno, dos o tal vez más de conectar con la corriente universal de la totalidad. La poca literatura sobre el tema en países occidentales, sobre todo latinos, mantiene a muchos bloqueados en sus capacidades innatas para percibir una realidad distinta a la que nos han contado, y por tal razón, ahogan esas sensaciones en la pesada pared de la costumbre y la seguridad. A todos aquellos en quienes este material resuene en su interior, y sirva como brote para iniciar una cosecha, va dedicado profundamente.
INTERLUDIO I
Para sincerar un poco el origen de la propuesta hay que explicar su fuente de inspiración. Lo que tienen en sus manos es la versión ampliada del conocimiento intuitivo que una tarde recaló en mí y, como agua que fluye por su sendero, comenzó a recorrerme sin parar. Estas letras son su visualización, su forma corpórea, su manera. Pero si escarbo un poco más en la memoria, esta concepción de la vida tiene una historia propia, no un origen que contar; y es el relato de una desafiante búsqueda personal de años, que al final me mostró la dura y bendita realidad: no había ni hubo nunca nada que hacer.
Como la mayoría de niños en Latinoamérica nací bajo la tradición católica, una postura que en la adolescencia asumí con convicción, participando activamente en la iglesia de mi parroquia. Pasé por todas las etapas laicas consagradas: comunión, confirmación, grupos juveniles, catequistas, incluso fui monaguillo. Aunque la idea del sacerdocio nunca pisó mi cabeza, desde temprana edad la sensación de entregar a mi existencia un significado que venga desde lo divino me abrazó por completo. De alguna u otra forma estaba contento con mi participación en el espacio social religioso de mi ciudad, Durán, lugar donde formé amistades que perduran hasta hoy.
A los 18 años un momento trágico cambió el rumbo de mi vida. Fue uno de esos golpetazos que sin duda te mandan al piso o te llevan hacia otra dirección. Es justo a esos golpes a los que la mente más le teme, a lo que no puede prevenir. Mi mejor amiga, aquella chica de ojos cafés llenos de bondad a quien había declarado mi amor en un cine tan solo días atrás, moría de manera inesperada en un accidente.
No lo podía creer. Apenas la noche anterior estuvo en mi casa realizando un trabajo en mi computador. Aunque su mirada ya tenía la respuesta a mi petición, sus labios callaron esa noche. Pero, ni ella ni yo sabíamos que horas después lo harían para siempre. Así de inverosímil y cruel puede ser este juego llamado vida, y para un joven de 18 años esto es una marca de las que no se borran.
Internamente destrozado busqué refugio en la religión, cosa que no encontré. La necesidad