Cinco clásicos italianos. Mariano Fazio FernándezЧитать онлайн книгу.
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MARIANO FAZIO
CINCO CLÁSICOS ITALIANOS
EDICIONES RIALP
MADRID
© 2020 by MARIANO FAZIO
© 2020 by EDICIONES RIALP, S. A.
Colombia, 63, 8.º A - 28016 Madrid
Realización ePub: produccioneditorial.com
ISBN (edición impresa): 978-84-321-5285-6
ISBN (edición digital): 978-84-321-5286-3
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A Beatriz, mi madre,
más inspiradora que la Beatrice de Dante
ÍNDICE
I. EL AMOR QUE MUEVE EL SOL Y LAS DEMÁS ESTRELLAS. LA DIVINA COMEDIA, DE DANTE ALIGHIERI (1265-1321)
DANTE Y SU ÉPOCA. ENTRE EL MEDIOEVO Y LA MODERNIDAD
LA VITA NUOVA Y LA DIVINA COMEDIA
CRONOLOGÍA, ESTRUCTURA Y TOPOGRAFÍA DE LA DIVINA COMEDIA
EN MEDIO DEL CAMINO DE NUESTRA VIDA
EL PURGATORIO
EL PARAÍSO
UN HOMBRE ENTRE DOS SIGLOS
LUCÍA Y RENZO: EL AMOR DIVINO Y HUMANO
DOS PODEROSOS: VIVIR PARA SÍ O PARA LOS DEMÁS
TRES MINISTROS DE DIOS: ENTRE LA PUSILANIMIDADY LA SANTIDAD
LA MONJA DE MONZA O LA LIBERTAD
DOÑA PRÁXEDES Y DON FERRANTE
III. LAS AVENTURAS DE PINOCHO. UN CLÁSICO PARA TODAS LAS EDADES. CARLO COLLODI (1826-1890)
LAS AVENTURAS DE PINOCHO
UNA LECTURA TEOLÓGICA DE LAS AVENTURAS DE PINOCHO
IV. UN CORAZÓN QUE SIGUE CONMOVIENDO. EDMONDO DE AMICIS (1846-1908)
UN DIARIO ESCOLAR
UN AULA, UN MUNDO
¿VIRTUDES HUMANAS O CRISTIANAS?
AL SERVICIO DE LA UNIDAD DE ITALIA
V. DON CAMILO Y PEPÓN: IDENTIDAD Y DIÁLOGO. GIOVANNINO GUARESCHI (1908-1968)
LECCIONES DE HUMANIDAD
INTRODUCCIÓN
Il bel paese. Así llama Dante Alighieri en la Divina Comedia a Italia: el bello país. Las categorías estéticas son las que primero vienen a la mente cuando uno piensa en Italia. La misma lengua italiana utiliza abundantemente los calificativos estéticos para definir una determinada realidad. Ante una buena noticia, los de habla española exclamamos: ¡Qué bueno! Los italianos, en cambio, dirán: Che bello! El calificativo de Dante es compartido por millones de personas: identificamos a Italia con el arte, la creatividad, la cultura, la belleza.
¿Existe una cultura italiana? Habría dos motivos para poner en duda una respuesta positiva. La primera sería la gran diversidad de caracteres, modos de vida e instituciones que hay en la península y en las islas. Sicilia, Campania o Cerdeña poco tienen que ver con Lombardía o Piamonte. La segunda objeción es la juventud del Estado italiano, que apenas cuenta con un siglo y medio de existencia. Sin embargo, la cultura italiana existe, tiene raíces milenarias y ha demostrado una gran capacidad de universalizarse.
Resolvamos el problema que nos plantea la primera objeción. Es verdad que hay diversidad entre Nápoles y Milán, o entre Bari y Turín. Pero identidad cultural no significa uniformidad, y bajo las diferencias evidentes de las distintas regiones hay un sustrato común, compuesto por elementos que caracterizan un modo de ver el mundo que, con matices, es el mismo en el Norte, en el Centro, en el Sur y en las Islas. Nos referiremos inmediatamente a esos elementos comunes. Antes, respondamos a la segunda objeción. Basta con decir que con el concepto Estado hablamos de la organización jurídico-política de una comunidad, mientras que el concepto Nación hace referencia a unas raíces culturales determinadas, que no necesariamente se reflejan en la forma estatal de organización. La nación italiana existía mucho antes que el Estado italiano. De hecho, Dante se refiere a Italia como una unidad cinco siglos antes del proceso de unificación.
¿Cuáles son los elementos que caracterizan la cultura italiana? Me referiré a tres, que considero fundamentales: la tradición clásica, la fe cristiana y la apertura a lo universal. Comencemos con lo clásico. Roma hereda de Grecia su bagaje cultural, y lo universaliza. El crecimiento de Roma —fundada en el 753 antes de Cristo— en poder territorial, militar y económico, y sus sucesivas adaptaciones institucionales, desde la monarquía al imperio pasando por la república, dejaron una huella imperecedera en toda la península. Los restos monumentales de la presencia romana —en el sur, también los de la cultura griega—, las inscripciones latinas que campean hasta en las casas construidas en pleno siglo xx, los nombres de las grandes rutas —Apia, Flaminia, Tiburtina, Nomentana, Salaria, Aurelia, etc.—, el derecho romano plasmado en los códigos de la República italiana, son algunas manifestaciones entre las muchas que se podrían citar