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Arqueología del arte rupestre. Pedro María Argüello GarcíaЧитать онлайн книгу.

Arqueología del arte rupestre - Pedro María Argüello García


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de un componente cronológico, es necesario, por ende, la aplicación de métodos arqueológicos formales (sensu Chippindale y Taçon, 1998), basados en el estudio contextual del arte rupestre. De esta manera, la utilización de fuentes tales como la etnohistoria, en caso de que sea plausible, deja de ser el punto de partida, y único posible, para el entendimiento del arte rupestre y se convierte en un componente cuya utilidad depende de la comprobación de relación a través de métodos formales.

      Arqueología del arte rupestre. Excavaciones arqueológicas en El Colegio, Cundinamarca

      La necesidad de aplicación de algunos métodos formales, aquellos que permiten hacer inferencias a partir del análisis de las imágenes mismas, de sus relaciones espaciales o con otros objetos arqueológicos (Chippindale y Taçon, 1998, pp. 7-8), ha sido previamente sugerida por algunos arqueólogos en Colombia (Becerra, 1990; Botiva, 2000; Lleras, 1989), pero rara vez puesta en práctica (Bateman y Martínez, 2001). Sorprendentemente, una de las aproximaciones que tienen mayor potencial, la asociación con otros objetos arqueológicos, es la menos sistemáticamente explorada, no solo en Colombia sino alrededor del mundo. Uno de los principales desarrollos de la arqueología occidental, la asociación estratigráfica de los objetos enterrados, no ha sido muy explorada ni siquiera en época reciente (McDonald y Veth, 2012; Whitley, 2001, 2005), y en los pocos casos en que se ha intentado los resultados son mucho más que alentadores (Kaul, 2006a, 2006b; Kumar, 2008; Loendorf, 1994; Medina-Alcaidea et al., 2018).

      El proyecto de investigación “Arqueología del arte rupestre: pautas para la asociación cronocultural” fue diseñado con miras a la obtención de asociaciones confiables entre el arte rupestre y otros objetos arqueológicos, que permitieran hacer algunas inferencias respecto a la época en que el arte rupestre fue producido y utilizado, así como el contexto en que operaron dichos procesos1. La premisa en la que se basa este proyecto es simple: restos del proceso de producción y uso del arte rupestre podrían haber sido depositados, intencionalmente o no, en cercanías a las rocas mismas y, por

      1 En publicaciones previas (Argüello, 2009; Argüello y Rodríguez, 2013) se han avanzado algunas de las conclusiones propuestas en este trabajo. La decisión de hacer esta nueva publicación se tomó con el fin de poder exponer en detalle los resultados del estudio arqueológico y poner a disposición de otros investigadores los datos para que puedan ser útiles en posteriores estudios.

      Pedro María Argüello García

      ende, son factibles de ser recuperados mediante excavaciones arqueológicas. Como se mencionó, esta forma de proceder ha sido poco explorada pero ha demostrado ser altamente efectiva. Herramientas utilizadas en la producción de petroglifos han sido recuperadas por medio de excavaciones arqueológicas llevadas a cabo en inmediaciones de rocas con arte rupestre (Kumar, 2008), así como restos que podrían indicar la realización de actividades de diversa índole (Kaul, 2006a, 2006b; Medina-Alcaidea et al. 2018). Aún más, dichos eventos han podido ser datados mediante la asociación con otros objetos arqueológicos, lo que confirma el potencial de este tipo de aproximaciones.

      Como se puede colegir de la Figura 1, existe una vasta región donde es posible estudiar la relación entre arte rupestre, petroglifos para el caso particular, y los procesos de poblamiento. Tal vez la zona más conocida arqueológicamente y donde se han documentado mayores cantidades de sitios con arte rupestre es la cuenca del río Bogotá (Argüello, 2004, 2017; Cardale, 1976; Mendoza y Quiazua, 1990; Muñoz, 2006; Peña, 1991; Van der Hammen y Correal, 2001). Lo anterior supone una interesante oportunidad para integrar estas dos fuentes de información, generalmente abordadas de forma independiente. Por cuestiones logísticas, esta investigación se concentró en el municipio de El Colegio (Cundinamarca), el cual se localiza en la zona media de la mencionada cuenca.

      Como se mencionó anteriormente, dos premisas profundamente arraigadas en la arqueología de la región: que los petroglifos fueron obra de grupos panches y que se relacionan con eventos rituales, constituyeron el punto de referencia con el cual se contrastó la información colectada. A la fecha, se dispone de un marco tipológico aceptable, que permite asociar ciertos tipos cerámicos a los grupos tardíos que entraron en contacto con los españoles (Argüello, 2004), por lo que es posible llevar a cabo una discusión respecto a la cronología de los hallazgos realizados en El Colegio. Dicha discusión se desarrolla en el capítulo 2. A su vez, el avance de las investigaciones arqueológicas en diferentes contextos de aparición del arte rupestre permite evaluar diferentes grados de ritualidad localizados en un contínuum entre las actividades domésticas-cotidianas y las altamente diferenciadas de lo cotidiano (Bradley, 2005). Como se podrá observar en el capítulo 1, el objetivo de las investigaciones arqueológicas en inmediaciones de rocas con arte rupestre no fue determinar si estas hicieron o no parte de eventos rituales, sino intentar comprender qué tipo de actividades fueron asociadas a dichos sitios. Por motivos ajenos a nuestra voluntad, el análisis lítico que pretendía dar cuenta de la producción de petroglifos no pudo ser llevado a cabo, por lo que este informe solo se concentra en las actividades que tuvieron lugar en cercanías a las rocas con arte rupestre, algunas de las cuales seguramente estuvieron asociadas a la utilización de dichos lugares.

      Las investigaciones arqueológicas llevadas a cabo en las veredas Arcadia y Misiones permitieron la obtención de información fascinante y alentadora. No solo se pudieron documentar eventos claramente asociados al uso de las rocas con arte rupestre, que afortunadamente pudieron ser asociados cronológicamente, sino que se abrió la puerta al conocimiento de eventos insospechados que, a su vez, implican nuevas preguntas de investigación. Es alentador, porque se comprobó que es posible obtener información contextual mediante una aproximación arqueológica al arte rupestre, lo cual supone nuevas rutas de indagación en el futuro.

      Las investigaciones arqueológicas en El Colegio son el fruto del esfuerzo conjunto de un amplio número de personas e instituciones. En primer lugar quiero hacer un especial reconocimiento a los estudiantes del programa de Antropología de la Universidad de Caldas, quienes participaron en las diferentes temporadas de campo. Bien sea porque hizo parte del requisito de un curso o por su interés y pasión por la arqueología, su esfuerzo, empeño y seriedad fueron un gran aporte a este proyecto. Son ellos, Reinel Aguirre, Yeny Andrea Amador, John Jaime Arias, Cristian Arias (Q.E.P.D.), Lucero Aristizábal, Claudia Marcela Benavides, Ángela Cadena, Natalie Castro, Luna Aymara de los Ríos, Cristian Duque, Carolina Espinel, Diego Franco, Meliza Hernández, Lorena Jaramillo, Andrea López, Mónica Martínez, Santiago Martínez, Catherine Marulanda, Luisa Fernanda Mendoza, Ana Lucía Morales, Diana Carolina Morales, Óscar David Moreno, Katherine Osorio, Gabriel Palchucán, Felipe Puerta, Milena Pinzón, Yenny Ramírez, Cristian Sánchez, Felipe Vallejo, Catalina Vargas, Luis Alejandro Villa, Alexander Zapata.

      Arqueología del arte rupestre. Excavaciones arqueológicas en El Colegio, Cundinamarca

      Sinceramente espero que sus barriguitas no hayan desarrollado un rechazo especial por la “dieta de panduche” que tuvieron que soportar. Jonathan Calle, asistente del Laboratorio de Arqueología, durante varios semestres fue una ayuda invaluable en la clasificación del material cerámico y lítico, así como en la sistematización de la información. Los dibujos de la cerámica son de su autoría.

      Los colegas William Posada y Freddy Rodríguez apoyaron la investigación en distintos momentos. Freddy hizo parte de las prospecciones iniciales en Misiones, y William fue codirector de las excavaciones en Arcadia, además llevó a cabo el análisis de fitolitos y pedocomponentes (Posada, 2010).

      Diferentes instituciones aportaron económicamente. La Universidad de Caldas proveyó el transporte de los estudiantes desde Manizales. La Alcaldía Cívica de El Colegio, por medio de un convenio con la Fundación INAMA, contribuyó para la manutención durante el trabajo de campo. La Fundación de Investigaciones Arqueológicas Nacionales gentilmente financió dos fechas de radiocarbono. Parte del dinero proveniente del Premio Somos Patrimonio, otorgado en el año 2008 a la Alcaldía Cívica de El Colegio y la Fundación

      Pedro María Argüello García

      INAMA,


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