Viajes por Filipinas: De Manila á Albay. Juan Alvarez GuerraЧитать онлайн книгу.
lo hará V.
—Juro que sí.
Al alejarse Enriqueta de mi lado experimenté un triste vacío dentro de mi alma.
A los pocos momentos oí se cerraba su camarote.
Dormí aquella noche, pero no cual la anterior: soñé que Enriqueta y yo arrancábamos juntos las gramas de la tumba de su padre.
* * * * *
Al amanecer del día 7 teníamos á la vista un extenso caserío.
El Sorsogon disminuyó su marcha, evitando con grandes precauciones los bajos de que estaban sembradas aquellas mares.
Una boya que se balanceaba á un tiro de pistola de un rústico pantalán de madera se puso al alcance de las maniobras del barco y … ¡fondo! gritó el capitán, confundiéndose él ruido de hierro de la cadena, con el del bronce de dos campanas que tocaban en tierra. La una se alzaba en el torreón de la iglesia, la otra en la puerta de un almacén de depósito. La religión llamaba al cristiano, el trabajo convocaba al obrero. Aquel pueblo se despertaba á la voz de la fe y á la voz del trabajo. ¡¡Sacrosanto lenguaje, que hace feliz á todo el que comprende!!….
Quico quedó en el encargo de recoger los equipajes. Luís y yo pusimos el pie en la plancha; nos columpiamos dos minutos sobre las movibles tablas del pantalán y pisamos tierra de Albay.
Estábamos en Legaspi.
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