La cábala. Mario SabanЧитать онлайн книгу.
fuerza, esta, sin la forma, es invisible, incognoscible e inútil, una nada vacía y estéril». Todas las formas son reales en la dimensión de la Biná, y todas son energías sin formas en la dimensión de la Jojmá. Todas las fragmentaciones se pueden percibir dentro del mundo de las formas (Biná). Todas las clasificaciones existen dentro de este mundo de la diferenciación. La propia existencia subjetiva, al distanciarse de la existencia general, genera una escisión básica en la percepción de la realidad. Solamente puedo acceder de la Biná a la Jojmá cuando mi Yo se desintegra dentro de las energías generales, y más allá de las formas conceptuales. En la Biná, toda la realidad la comprendemos dentro del orden espacio-temporal; en cambio, para trabajar dentro de nuestra Jojmá debemos percibir el orden de la Eternidad. La Biná psicológica se encuentra en una posición de reflejo de la Biná cosmogónica (el Universo de Briá); por el contrario, la Jojmá psicológica se encuentra en una posición de reflejo de la Jojmá cosmogónica (el Universo de Atzilut).
4. Daat (el Conocimiento)
En realidad, no debemos situar esta energía aquí porque el Daat (el Conocimiento) se encuentra detrás de todas las dimensiones. Todas las dimensiones se conocen a través de la elevación de nuestro Conocimiento.
Debemos decir que Daat se puede definir de varios modos. El primer modo es la unión de la Jojmá y la Biná. Cuando la energía sin formas se une a las formas, entonces aparece el Conocimiento. Por ese motivo, el texto bíblico dirá que Adán conoció a Java (Eva), porque la energía conoció la forma y entonces se pudo revelar dentro del orden de la manifestación. Otro modo para definir el Daat es comprender que el Conocimiento no es teórico, sino la unión entre Biná (la Madre arquetípica) y Maljut (la Hija arquetípica). Esta segunda unión es clave, porque Maljut, que representa la materialidad más densa, se debe unir con el Entendimiento mental. Maljut, en este caso, representa la experiencia de lo material y el «Conocimiento derivado de la experiencia práctica». Por lo tanto, no existe dentro del misticismo judío un conocimiento teórico en contradicción con el conocimiento práctico. Todo el Conocimiento (Daat) es teórico-práctico, porque la teoría y la práctica son dos elementos aparentemente contradictorios desde la percepción de la Biná, pero desde la percepción de unificación de la Jojmá son elementos esencialmente unidos. Por ese motivo, llamamos Daat superior a la unión de la Jojmá y la Biná, y Daat inferior a la conexión de las dos dimensiones superiores con la materialidad de Maljut.
El Daat (el Conocimiento) representa un problema filosófico profundo en el texto de la Torá, porque en realidad la transgresión mítica original se produjo a partir de comer del Árbol del Conocimiento del Bien y del Mal. Sin embargo, cuando hacemos referencia al Etz Ha Daat (Árbol del Conocimiento) nos situamos en el Daat cosmogónico del Árbol de la Vida general, y no del Árbol de la Vida psicológico del Universo de Yetzirá. Nuestra psique se desarrolla dentro del Universo de Yetzirá; por ese motivo, nuestro Daat, a pesar de que se llegue a elevar al Keter psicológico, no nos libera de las ataduras del Universo de Yetzirá. Es el Daat cosmogónico (más allá del Universo de Yetzirá) el que nos eleva desde nuestro Keter psicológico al campo cosmogónico, donde nuestra psique deja de ser el centro de observación de la realidad. Todo el Universo de Yetzirá se encuentra bajo el dominio del Árbol del Conocimiento del Bien y del Mal, debido a que nos encontramos debajo del Universo de Briá que es el creador del Tiempo y del Espacio. La conciencia del Tiempo y del Espacio nos lleva a la conciencia de finitud (muerte física).
Las energías operativas dentro de la Jojmá psicológica son intuitivas y las energías operativas dentro de la Biná psicológica son racionales, de modo que en Daat hacen confluencia ambas. Daat es considerado como el Keter psicológico que ha caído a un nivel inferior. Daat une por debajo lo que Keter une por arriba. El equilibrio entre las energías masculinas y las energías femeninas es la clave de la existencia del Daat. Si creemos que las energías del «Dar» son superiores, entonces no comprendemos que se «Da cuando alguien recibe», y que todo «Dar» (de la Jojmá) se revela cuando algo recibe (en la Biná). Daat es entonces el equilibrio y unión de lo masculino y lo femenino, entre la unificación y la diferenciación, entre la Alef y la Bet, es el núcleo de comprensión no solamente de la paradoja dentro de la Jojmá, sino también de el sostén y oscilación (que estudiaremos más adelante) entre la unidad absoluta del sistema (Jojmá) y de las formas existentes, tal como percibimos la realidad (Biná). Daat (el Conocimiento) conoce en todas las dimensiones. Daat es la energía de interconexión de todas las realidades dimensionales. El símbolo es la sangre que fluye por todo el cuerpo. Daat se asocia a Dam (sangre en hebreo). Si no fluye la sangre, no llega la información necesaria a los diferentes miembros. Daat se relaciona también con la letra Dalet (cuarta letra del alfabeto hebreo) que proviene del término Delet (puerta). El Conocimiento es la puerta de acceso a Keter. Por eso decimos que la «redención» proviene del conocimiento (no por la fe asociada a la ignorancia). Cuando «conozco» ejerzo el Daat, y abro así las puertas a mis dimensiones superiores.
5. Jesed (la Misericordia)
«El mundo está construido con Jesed», así comienza el Salmo 89:3. El nivel emocional comienza con esta dimensión. Tenemos tanto para «Dar», que puede sobrepasar nuestra estructura. Por lo tanto, debemos saber en primer lugar que existe el Jesed en el lado de la abundancia de la Luz divina que se restringe. La misericordia está conectada con la sabiduría. Es más, podríamos decir que la «misericordia» es la sabiduría dentro del ámbito emocional. Se debe aplicar la misericordia tanto a los demás como a uno mismo. Esta es la energía básica de la misericordia. Uno está diseñado para hacer el «Bien», porque el máximo bien que tiene es su propia existencia física, la posibilidad de materializar las energías ocultas. La existencia material es la oportunidad de revelar las energías más altas del Ein Sof dentro de los niveles de densidad más bajos de la materialidad. La primera «Misericordia» que hemos recibido es la «Gracia de la existencia». Hemos sido llamados a esta existencia por la misericordia del Ein Sof, y este nivel de misericordia no puede ser imitado de ningún modo en el campo de la finitud, siendo una misericordia de grado superior. En esta dimensión existe el «Perdón», no puedo vivir con la carga de la culpabilidad de la conciencia. La «Conciencia» también debe ser liberada de sus propias autoexigencias. Si me culpo de todo, entonces se produce una caída brutal de mi autoestima, pero si me absuelvo de todo, no soy responsable de nada de lo que hago. La verdadera misericordia me perdona, pero no anula mi responsabilidad. Tengo miles de oportunidades. Aunque miles de oportunidades de mi existencia las haya perdido, siempre existe la posibilidad de recuperarlas, esta dimensión es la energía de la Teshuvá, del retorno a la esencia bondadosa. El «Arrepentimiento» es una gracia divina que todos llevamos dentro. La culpa no debe existir como carga, sino como elemento de responsabilidad (ya veremos la dimensión de Guevurá, que restringe la misericordia). La Misericordia siempre nos otorga una nueva oportunidad de comenzar, y este retorno siempre nos lleva a autorreforzar la autoestima. Si debemos imitar los atributos divinos, decimos que así como Dios es misericordioso, así debemos serlo nosotros. Por supuesto, que existe mi autocritica y mi enjuiciamiento de conciencia, pero esto no me debe llevar a una culpa infinita que me haga insoportable mi existencia. La «Misericordia» no borra la transgresión, pero la repara, porque siendo el ser humano finito no puede cargar con la idea absoluta de una perfección imposible. Lo finito y fragmentario siendo incompleto transgrede por su naturaleza estructural (sin intencionalidad), y el misericordioso se absuelve después de reflexionar sobre su existencia. Obtiene responsabilidad para lograr su transformación, pero no para cargar con una culpa indefinida que jamás lo repara. Si no existe la «Misericordia», todos, como entes finitos, seríamos constantemente culpables de algo debido a nuestra imperfección básica. La Misericordia me libera de mi sufrimiento interior, y libera a los demás de su sufrimiento. Comprender mi finitud fragmentaria es el elemento clave para comprender el objetivo central de la Misericordia. Me otorgaron el máximo Jesed posible, que es darme la vida, pero a partir de ahí, ¿cómo devolver a los otros el nivel de misericordia que nos han otorgado? El «Dar» sin una retribución es la marca de la Misericordia, pero Dar jamás olvidándose de uno mismo. Si uno «Da» más allá de sus posibilidades, la mística judía advierte que podemos transgredir.
6. Guevurá (la Fortaleza)