La cábala. Mario SabanЧитать онлайн книгу.
de lo que podemos denominar como el «Yo social» (también denominado como «Yo egoico»).
Dicho «Yo social» es un yo más de los diez tipos de yoes existentes. Así que lo que se denominan como «yoes» en la teoría del doctor Castilla del Pino no son los mismos yoes desde la psicología del misticismo judío.
Castilla del Pino hace siempre referencia a los yoes de un Yo subjetivo en su interacción social y que es único. Ahora bien, el doctor Castilla del Pino puede percibir dentro de su teoría los que los antiguos cabalistas del judaísmo pudieron explicar como la «Tiferet» cuando dice:63
«… el sentimiento de identidad es también del sujeto, que se sabe el mismo a pesar de la multiplicidad fenoménica que se representa al actuar (para los demás o para sí)» [Op.cit., 1998, pág. 49].
La «multiplicidad fenoménica» del doctor Castilla del Pino hace referencia (como ya hemos visto) a la dimensión de Yesod, pero ahora se expresa la noción de la existencia de «un sentimiento de identidad» que se encuentra más allá de esta multiplicidad, y esto es justamente lo que denominamos dentro de la cábala hebrea como la Tiferet. El gran cabalista Najmán de Bratslav decía que cada uno muere con su propia verdad interior que es incomunicable, y este es justamente el «sentido de identidad del sujeto» que propone Castilla del Pino.
Como se puede ver, el Yo mental (tanto el interior como el exterior) se denomina dentro de la cábala como la «Neshamá» o el alma intelectual. La Merkabá es, pues, el centro de la Neshamá que nos contacta con la Jaiá en el nivel de la voluntad, y por lo tanto hace de puente con la Jojmá psicológica.
El Yo emocional (tanto el interior como el exterior) se corresponde con lo que en la cábala denominamos como el Ruaj (el alma emocional), y por ese motivo el Ruaj abarca las seis dimensiones inferiores del Árbol de la Vida.
Ahora bien, podríamos decir que realmente el Yo emocional exterior de la Yesod no es exclusivo de la Yesod, sino de las cinco dimensiones inferiores que dependen de la Tiferet. Por ese motivo, todas estas dimensiones pertenecen al Universo de Yetzirá (la Formación). Todo el Ruaj (el alma emocional) depende (o debería depender) para su canalización de la Neshamá, y más específicamente del núcleo duro de la Neshamá (la Merkabá).
En términos freudianos podríamos decir que Maljut64 correspondería al «Ello» de los instintos básicos de la animalidad (el alma animal o Nefesh), el «Super-Yo» freudiano pertenece a la Yesod del árbol (la influencia externa o social sobre el yo real), y finalmente la «Tiferet» representaría al «Yo» freudiano, ya que el «Yo» (Tiferet) debe ser mediador entre las pulsiones animales (biológicas) del Ello (Maljut) y la influencia social (moral social) internalizada por el Super-Yo que representa dentro del misticismo judío las fuerzas de Yesod. El «Yo mental» de la Biná (Conciencia e Inconsciente: Biná de la Biná y Jojmá de la Biná) es el que debe resolver los equilibrios en las tres dimensiones inferiores del Yo (Tiferet), del Super-Yo (Yesod) y del Ello (Maljut).
15. La relación entre la Biná (Freud) y la Jojmá (Jung) en el Universo de Yetzirá
«En la cábala, la subjetividad y la objetividad se unen de forma inextricable».
EDUARDO MADIROLAS
Los niveles conscientes freudianos corresponderían a los Palacios (el Yo mental exterior) que se encuentran controlados por la consciencia (La Biná de la Biná) y que canalizan los niveles del inconsciente del Yo mental (la Jojmá de la Biná). Sin embargo, debemos hacer una importante aclaración antes de continuar con nuestras explicaciones, y es que de ningún modo podemos realizar una equivalencia entre el «Inconsciente freudiano» y el «Sod» del misticismo judío. El «Inconsciente freudiano» se encuentra subyacente dentro de la realidad psíquica del sujeto; en cambio, el «Sod» es la realidad que el sujeto no logra percibir porque se encuentra más allá de sus posibilidades finitas. La extracción de los niveles inconscientes hacia la consciencia es el trabajo de la terapia tradicional; en cambio, el misticismo judío propone la expansión de los niveles de finitud (la apertura de los límites del Kli65 de recepción).
Cada dimensión inferior posee un vehículo de comunicación consciente y otro vehículo de comunicación de lo inconsciente. En otros términos, toda la información objetiva de la realidad no puede ingresar en la psique, ya que a la psique se ingresa estrictamente según los límites finitos de esta. La energía exterior que fluye hacia la psique es la que puede el sujeto captar de acuerdo con los límites de su propia finitud estructural.
A partir de ahí, la Biná comenzará el proceso de clasificación, lo que irá por una parte hacia la Conciencia y lo que quedará oculto en el orden del Inconsciente. Pero debemos saber que sube a la Biná toda la información (de acuerdo con la estructura de cada Kli), y luego la Biná clasificará el material que se dirigirá a la Biná de la Biná (Conciencia) y el material que terminará dentro de la Jojmá de la Biná (Inconsciente) por efecto de la represión. El inconsciente freudiano se encuentra dentro del sujeto, el Sod de la cábala se encuentra fuera del Kli de recepción subjetivo.
Ahora bien, debemos tener mucho cuidado aquí, porque Freud llegó hasta el inconsciente subjetivo, y está dentro de la subdimensión que denominamos como Keter de la Biná lo que une este inconsciente subjetivo con el inconsciente colectivo arquetípico de la Jojmá. Así que existe un nexo freudiano-junguiano en el nivel superior de la Biná, que se correspondería con la subdimensión de Keter de la Biná. Por la subdimensión de Keter de la Biná fluirá el material del Inconsciente colectivo (todo lo simbólico) desde la Jojmá psicológica. Por lo tanto, la Jojmá psicológica no puede ser considerada como «Inconsciente» (ni subjetivo/freudiano ni colectivo/junguiano), sino que la Jojmá psicológica es el nivel de entrenamiento que hacemos de nuestro Kli para captar mayores niveles de energías cosmogónicas. La Jojmá psicológica, entonces, puede ser considerada de dos modos: 1) como la base simbólica del Inconsciente colectivo, en tanto esta representaría la información oculta detrás de la realidad, y 2) o como un Sod superior al Inconsciente colectivo, porque para los cabalistas este «Sod» superior no es inconsciente sino que es «Conciencia pura».
Desde mi perspectiva, la Jojmá psicológica tiene el poder potencial de captar las energías exteriores cosmogónicas de los universos superiores (Briá y Atzilut) más allá de las simbologías que operan en el Inconsciente colectivo junguiano. Es tan expansivo el nivel de conocimiento (Daat) de la realidad cosmogónica que nuestra Jojmá psicológica debe reconocer que, para captar la información esencial de la realidad infinita, debe operar fuera del marco espacio-temporal de la Briá, a fin de comprender las energías objetivas dimensionales (Sefirot) del Universo de Atzilut.
Lo que puede suceder entonces es que desde el Keter de la Biná se pueda llegar a la Jojmá de la Biná y luego ingresar dentro de la Biná de la Biná. Si el nivel dimensional simbólico es tan extraño o amenazador para la Biná de la Biná, entonces todo el material de la Jojmá psicológica ingresará por el Keter de la Biná, pero quedará oculto también dentro de la Jojmá de la Biná debido a la represión de la Biná de la Biná. Esta es la descripción dentro de la psicología del misticismo judío de lo que denomina Ken Wilber como «la represión de los niveles trascendentes». Por lo tanto, todo lo «simbólico» queda estancado en el mismo sitio donde se oculta la información reprimida de los niveles inferiores.
Es como si nuestra Conciencia (Biná de la Biná) se encontrase reprimiendo tanto lo que viene desde arriba como lo que le llega desde abajo. Para aceptar la trascendencia temporal de la descendencia biológica, el ser humano contacta con su nivel animal, pero la trascendencia real de su energía esencial se encuentra en los niveles de comprensión más allá de la materialidad que opera como una vestimenta que oculta la verdadera esencia de la realidad. Si la división consciente/inconsciente