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Manual ACSM para el entrenador personal (Color) - American College of Sports Medicine


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una mejor distribución de la presión sobre la articulación), aportan estabilidad, contribuyen a la absorción de impactos, proporcionan lubricación a la articulación, ayudan a mejorar el soporte de carga, incrementan la estabilidad anterior-posterior y protegen el cartílago articular. El menisco medial es mayor, más delgado y con una forma de «C» más pronunciada que el lateral (4). El cóndilo femoral medial suele extenderse más distalmente que el cóndilo lateral, lo que hace que la rodilla tenga, normalmente, una leve disposición en valgo (38).

      FIGURA 3.37. Huesos, ligamentos y meniscos de la región de la rodilla; vista posterior, con la rodilla en extensión. Tomado de Cipriano J. Photographic Manual of Regional Orthopaedic and Neurological Tests. 2nd ed. Baltimore, MD: Lippincott Williams & Wilkins; 1991, con autorización.

      La articulación femororrotuliana es de tipo artrósico y está formada por la cara posterior de la rótula y el surco femororrotuliano que separa los cóndilos del fémur. El «ángulo Q» es el ángulo formado por la línea que conecta la EIAS con el centro de la rótula y la línea que une dicho centro con la tuberosidad tibial (4) (fig. 3.38). Determina la línea de tracción de la rótula en la articulación femororrotuliana. El ángulo Q normal es de 18° en mujeres y de 13° en hombres. Un ángulo Q por debajo de lo normal (negativo) da lugar a una posición de rodilla vara (piernas arqueadas o piernas en O), en tanto que el ángulo Q superior a lo normal determina una posición de rodilla valga (piernas «en X») (4).

       Movimientos

      Los principales movimientos en la articulación femorotibial son la extensión y la flexión en el plano sagital (fig. 3.39). La ADM normal de la rodilla es de 140°, correspondiendo el valor de 0° a la extensión completa (rodilla recta) y el de 140° a la flexión máxima. Cuando la rodilla está flexionada, la articulación femorotibial puede también realizar movimientos de rotación interna o externa en el plano transversal. En la rodilla pueden alcanzarse aproximadamente 30° de rotación interna y 45° de rotación externa (4). En los últimos grados de extensión, la tibia rota externamente sobre el fémur, lo que hace que la rodilla asuma una posición de paquete cerrado, o de bloqueo. Este fenómeno es conocido como mecanismo «de atornillamiento» (3).

      FIGURA 3.38. Ángulo Q de la rodilla: alineación normal, rodilla vara y rodilla valga. Tomado de Moore KL, Dalley AF II. Clinical Oriented Anatomy. 5th ed. Baltimore, MD: Lippincott Williams & Wilkins; 2005, con autorización.

      FIGURA 3.39. Movimientos de la articulación de la rodilla (flexión-extensión).

       Músculos

      Anteriores La articulación de la rodilla es atravesada por los grandes y potentes músculos del muslo, varios de los cuales son biarticulares, ya que también actúan sobre la articulación de la cadera. Los integrantes del cuádriceps (es decir, recto femoral, vasto lateral, vasto intermedio y vasto medial) son los músculos de la rodilla anterior y actúan para extender la articulación de la rodilla (v. fig. 3.34). Estos músculos del cuádriceps se insertan en la cara superior de la rótula y, en último término, en la tuberosidad tibial, en proximidad del ligamento rotuliano. El recto femoral, músculo grande y biarticular, cuyo origen se sitúa en la espina ilíaca anteroinferior, interviene en la flexión de la cadera, además de en la extensión de la rodilla. Los tres músculos vastos se originan en el fémur proximal. Los vastos lateral y medial son músculos penniformes que ejercen tracción sobre la rótula en ángulos oblicuos (20).

      Posteriores Los músculos de la articulación de la rodilla posterior son los isquiotibiales (bíceps femoral, semitendinoso y semimembranoso), el sartorio, el recto interno o grácil y el gastrocnemio (v. fig. 3.35). El bíceps femoral (isquiotibial lateral) contiene una cabeza larga (que se origina en la tuberosidad isquiática y es biarticular) y una cabeza corta (originada en el fémur medio). El bíceps femoral se inserta en el cóndilo lateral de la tibia y la cabeza del peroné. Participa en la flexión y la rotación externa de la rodilla y en la extensión y la rotación externa de la cadera. El semitendinoso y el semimembranoso (isquiotibiales mediales) son biarticulares e intervienen en la flexión y la rotación interna de la rodilla, y en la extensión y la rotación interna de la cadera. El sartorio, que se origina en la EIAS, actúa tanto sobre la rodilla como sobre la cadera. Los tendones del sartorio, el recto interno (grácil) y el semimembranoso se unen para formar la pata de ganso, que se inserta en la cara anteromedial de la tibia proximal, inmediatamente por debajo de la tuberosidad tibial. El gastrocnemio, que es un músculo biarticular con dos cabezas, actúa en la flexión de la rodilla y en la flexión plantar del tobillo (18). Se analiza más en profundidad en la sección «Tobillo y pie» de este capítulo. Por su parte, el poplíteo es un flexor débil de la rodilla, aunque su función más importante es el «desbloqueo» de la rodilla extendida por rotación lateral del fémur sobre la tibia fija.

       Lesiones

      Como se ha indicado anteriormente, la rodilla es una articulación que sufre frecuentes lesiones, puesto que sus ligamentos y meniscos y la articulación femororrotuliana son vulnerables a las agresiones agudas y a las lesiones por uso repetitivo. La mayoría de las lesiones de rodilla requieren entrenamiento con ejercicio para su rehabilitación y, en algunos casos, también cirugía. Entre los factores que predisponen a padecer lesiones de rodilla cabe mencionar los siguientes (3,7,36):

      • Mala alineación de la extremidad inferior (p. ej., anomalías del ángulo Q, pies planos).

      • Diferente longitud de las extremidades.

      • Desequilibrio y debilidad musculares.

      • Falta de flexibilidad.

      • Lesión previa.

      • Propiocepción inadecuada.

      • Inestabilidad articular.

      • Problemas en la superficie de juego y el equipo.

      • Leve predominio en mujeres (en especial de los problemas femororrotulianos).

      Los esguinces y desgarros de ligamentos de la rodilla son habituales, especialmente en deportistas. Debido a su estructura y a sus puntos de inserción, el ligamento cruzado anterior se lesiona con más frecuencia que el posterior. Habitualmente, el ligamento cruzado anterior sufre una lesión cuando la rotación externa de la tibia se asocia a una fuerza en valgo sobre la rodilla (p. ej., ejerciendo fuerza directa en la parte lateral de la rodilla o al apoyar la planta del pie en el suelo y girar la rodilla simultáneamente) (3).

      También son especialmente comunes, sobre todo en deportistas, las lesiones de los meniscos. El menisco medial o interno se rompe con mayor frecuencia que el lateral o externo, debido, en parte, a su inserción en el ligamento colateral medial. Los meniscos están poco inervados y son relativamente avasculares. En consecuencia, no son muy sensibles al dolor y tardan en sanar después de una lesión. La llamada «tríada desgraciada» es una lesión traumática deportiva en la que el ligamento cruzado anterior, el ligamento colateral medial y el menisco medial se lesionan simultáneamente (4).

      El síndrome de dolor femororrotuliano es un trastorno frecuente en deportistas jóvenes (sobre todo, mujeres), que produce dolor en la rodilla anterior. A menudo este síndrome es provocado por una línea de tracción de la rótula descentrada, que irrita las superficies articulares y el retináculo rotuliano (40). Esta tracción anómala puede ser consecuencia de una deficiencia en el equilibrio muscular durante la extensión de la rodilla (24), y de tensiones en varo y en valgo excesivas por


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