Estrategias de lucha contra el despojo:. Kelly Johanna Ariza AriasЧитать онлайн книгу.
se encuentra en los archivos del Ministerio de Gobierno del AGN y fue posible acceder a dicho memorial. Este caso permite suponer que es muy probable que más memoriales y correspondencias hayan sido enviadas por parte de indígenas arhuacos a otras organizaciones o instituciones no estatales de las que no se tiene conocimiento.
Ahora bien, estos documentos de autoría indígena se caracterizan por presentar denuncias y reclamos ante las diversas entidades estatales y no estatales, con el objetivo de obtener ayuda y soluciones para las problemáticas de la comunidad. Dentro de estas problemáticas, el tema territorial es el más recurrente, especialmente desde finales de la década de los cuarenta, e incluye denuncias por el despojo de tierras, el desplazamiento a causa de este y los abusos por parte de los colonos, como la quema de bosques y propiedades indígenas, los cobros exagerados por la devolución de terrenos y las amenazas a los indígenas que se resistían a la colonización. Junto con esto, dentro del aspecto territorial de los reclamos se encuentran todas las solicitudes para el reconocimiento del resguardo indígena, las cuales tuvieron un gran auge en la década de los sesenta.
Otras problemáticas no tan recurrentes en la correspondencia indígena recopilada, pero igual de relevantes, son: el cobro indebido del impuesto de degüello, la explotación laboral, la prohibición de celebraciones tradicionales, la toma de niños para internarlos en el orfelinato de la Misión Capuchina, los malos tratos a los internos de dicha institución, la afectación de los lugares sagrados por la construcción de vías y la expansión de la colonización, la falta de autoridades civiles indígenas, la infiltración de comunistas, los abusos de las autoridades externas y la persecución de líderes arhuacos. Algunas de estas problemáticas denunciadas se pueden ubicar en unos años o una década específica, pero la mayoría corresponden a situaciones que se mantuvieron por casi todo el periodo estudiado e incluso continuaron después de 1972.
Por su parte, las fuentes que no son de autoría indígena en su mayoría corresponden a comunicaciones internas e interinstitucionales de la División de Asuntos Indígenas del Ministerio de Gobierno y la Comisión de Asistencia y Protección Indígena dependiente de esta División. Estos documentos fueron enviados y recibidos por la División y la Comisión desde y hacia diversas entidades estatales como el Instituto Colombiano de Reforma Agraria (Incora), el Departamento de Tierras del Ministerio de Economía, la División de Baldíos del Ministerio de Agricultura y la Sección de Resguardos y Parcialidades del Ministerio de Gobierno. Además, la División de Asuntos Indígenas recibió y envió correspondencias de algunas entidades u organizaciones no estatales, entre las que se destacan la FTM, el Sindicato de Pequeños Comerciantes, el Sindicato de Trabajadores de Carreteras Nacionales, el Centro Sindical de Valledupar y la Academia Colombiana de Historia.
Dichas comunicaciones internas e interinstitucionales abordan principalmente el aspecto territorial de las problemáticas presentadas por indígenas arhuacos, pues estaban enfocadas en hallar la forma de solucionar los conflictos con los colonos por el despojo de tierras y de dar respuesta a las solicitudes de constitución del resguardo. De forma secundaria, estas correspondencias también trataron la problemática de las autoridades civiles y, especialmente, los abusos y la imparcialidad de los corregidores o inspectores colonos; sin embargo, los reclamos y las denuncias sobre el accionar de los misioneros capuchinos y las condiciones de vida de los niños internos el orfelinato son aspectos relegados en estas comunicaciones.
Como todos los tipos de fuentes utilizados en la investigación histórica y social, los documentos recopilados tienen limitaciones y alcances o posibilidades de análisis. Hacer explícitos estos aspectos es fundamental, porque ayuda a potenciar o matizar las reflexiones hechas a partir de dichas fuentes y, en este caso particular, puede contribuir a una mejor comprensión del corpus documental. Por tal razón, en este apartado se presentarán aquellos elementos que se han identificado como las limitaciones y los alcances más relevantes tanto del corpus como de los documentos que lo conforman.
Por un lado, en cuanto a las limitaciones, un punto central es el hecho de que el corpus documental no contiene toda la interlocución entre indígenas arhuacos y entidades del Estado colombiano entre 1916 y 1972. Como se mencionó, en varias de las fuentes analizadas se hace referencia a la existencia de otros documentos que harían parte de la interlocución y que no fueron encontrados; además, se debe tener en cuenta que el trabajo de archivo se centró en las comunicaciones del Ministerio de Gobierno y que, como estas mismas comunicaciones lo muestran, los arhuacos no se dirigieron únicamente a dicha entidad, pues sus remitentes fueron diversas instituciones y funcionarios estatales tanto nacionales como regionales. Muchos de estos funcionarios reenviaron las correspondencias arhuacas a las oficinas del Ministerio de Gobierno encargadas de los asuntos indígenas; sin embargo, es muy probable que muchos otros documentos no hayan sido reenviados a dicho ministerio y, en ese caso, puede que se encuentren en los archivos de las instituciones a las que fueron dirigidas.
De esta manera, el corpus documental constituido solo contiene una parte de toda la interlocución, y esta parte se caracteriza por que la mayoría de sus documentos datan de la época entre 1960 y 1972. Esto se debe a que dichos documentos provienen de los archivos de las comunicaciones de la División de Asuntos Indígenas del Ministerio de Gobierno, la cual inició sus labores en 1960 y desde el principio su jefe, el señor Gregorio Hernández de Alba, prestó atención a los reclamos presentados por indígenas arhuacos. Con el envío por parte de la División de la Comisión de Asistencia y Protección Indígena a la ciudad de Valledupar en 1963, la comunicación con los arhuacos se facilitó y la interlocución fue más continua. Esta amplia cantidad de documentos recopilados de las décadas de los sesenta y setenta, tanto de las correspondencias indígenas como de las comunicaciones interinstitucionales de la División de Asuntos Indígenas y la Comisión de Asistencia y Protección Indígena, permiten tener una aproximación más completa a las dinámicas de la interlocución, algo que no es posible en las décadas anteriores.
Otra de las limitaciones del corpus, y específicamente de la interlocución entre indígenas arhuacos y entidades del Estado, es que en esta se omiten o son pocas las voces de otros actores, como los colonos o los misioneros capuchinos, e incluso de otros indígenas arhuacos. Por su naturaleza, en la interlocución trabajada solo se tienen los reclamos, denuncias y versiones de los hechos de aquellos indígenas que escribieron a entidades y funcionarios y cuyos documentos lograron recopilarse en el corpus. En el caso de los capuchinos, son pocas las fuentes que se tienen y que pueden dar luces de las posiciones de los misioneros con respecto a las problemáticas con los indígenas. Algunas de estas fuentes son los informes que la misión debía presentar ante el Gobierno para dar cuenta de sus procesos, así como algunos intercambios de correspondencias con la División de Asuntos Indígenas.
Una situación similar se presenta en el caso de los colonos, pues, aunque algunos de ellos, siendo ciudadanos particulares o autoridades civiles, también se comunicaron con diferentes entidades del Estado para presentar sus reclamos o respuestas a las acusaciones hechas por los indígenas, estos documentos son escasos en el corpus. En cuanto a las voces de otros indígenas, se debe tener en cuenta que enviar una carta, un memorial o un telegrama implicaba tener conocimiento de la escritura en castellano y tener los recursos para viajar al pueblo o la ciudad más cercana para hacer el envío. Esto hacía que los arhuacos tendieran a escribir sus comunicaciones de forma grupal, ya que la consecución de recursos económicos no siempre era sencilla y muchos indígenas no sabían escribir ni firmar; incluso en algunos documentos se delegaba a unas cuantas personas para que firmaran “a nombre de” otras o se “firmaba” con la huella dactilar.
Si bien estas dificultades pudieron ser superadas por algunos indígenas, seguramente con la ayuda de algunas personas u organizaciones aliadas, muchos otros arhuacos no presentaron sus reclamos ante el Estado, ya fuera porque no lo deseaban o porque no tenían los conocimientos ni los recursos para hacerlo. Entre estas otras voces indígenas se encuentran las de aquellos arhuacos cuyas perspectivas no coincidían con las de los líderes indígenas o con las de organizaciones como la Liga Indígena de la Sierra Nevada de Santa Marta. Aunque son pocos los casos, en el corpus conformado se encuentran documentos en los que arhuacos se remiten a entidades estatales para refutar o contradecir