Resumen Completo: Medicina Profunda (Deep Medicine) - Basado En El Libro De Eric Topol. Libros MaestrosЧитать онлайн книгу.
EN COMPLETO
MEDICINA PROFUNDA
(DEEP MEDICINE)
BASADO EN EL LIBRO DE
ERIC TOPOL
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RESUMEN ESCRITO POR
LIBROS MAESTROS
CONTENIDO
INTRODUCCION
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CAPITULO 01: Una Mirada Realista A Cómo La Inteligencia Artificial Cambiará La Medicina Y La Atención Médica
CAPITULO 02: ¿Requiere El Cuidado De La Salud Un Cambio De La Medicina Superficial Hacia La Medicina Profunda?
CAPITULO 03: ¿Qué Limitaciones Tiene La Inteligencia Artificial Para Beneficiar Enormemente A La Atención Médica?
CAPITULO 04: ¿Pueden Utilizar Los Médicos La I.A. Para Ayudar A Mejorar Sus Diagnósticos?
CAPITULO 05: ¿Los Diagnósticos Basados En El Reconocimiento De Patrones, Podrían Hacer Un Gran Uso De La Inteligencia Artificial?
CAPITULO 06: ¿Podrían Los Médicos Delegar Algunas Tareas Rutinarias A La Inteligencia Artificial?
CAPITULO 07: ¿Puede La Inteligencia Artificial Ayudar A Reformar Los Sistemas De Salud Y Mejorar La Investigación Científica?
CAPITULO 08: ¿Podría La Inteligencia Artificial Ayudar A Personalizar Nuestra Medicina Y Nuestras Dietas?
CAPITULO 09: Con La Automatización De Las Funciones Clínicas, ¿Permitirá A Los Médicos Centrarse En La Atención Al Paciente?
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NOTAS FINALES
ACERCA DE LIBROS MAESTROS
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INTRODUCCION
Deep Medicine (2019) explora cómo la inteligencia artificial podría remodelar drásticamente la industria del cuidado de la salud, desde cómo se diagnostican las enfermedades hasta cómo se atiende a los pacientes. Nuestra experiencia actual de la atención es “superficial”, ya que los médicos con exceso de trabajo se apresuran a atender a los pacientes sin sentir verdadera empatía, escuchar o estar presentes. La inteligencia artificial tiene el poder de cambiar esto y, quizás paradójicamente, de devolver el lado humano a la medicina.
El autor, viene a sostener que, si las nuevas tecnologías han desviado la mirada del médico hacia las pantallas de ordenador, en adelante, las tareas que mejor ejecutan las máquinas quedarán reservadas a la inteligencia artificial, y eso liberará al médico de la servidumbre de la tecnología digital para que pueda dedicar su tiempo a dialogar con el paciente y manifestarle empatía.
Eric Topol es cardiólogo, investigador y vicepresidente ejecutivo de Scripps Research. Con más de 270.000 citas, es uno de los diez investigadores en medicina más citados. Además de Deep Medicine, ha publicado otros dos libros más vendidos: The Creative Destruction of Medicine y The Patient Will See You Now.
CAPITULO 01: Una mirada realista a cómo la inteligencia artificial cambiará la medicina y la atención médica
Si nos ponemos a pensar en cómo evolucionó la tecnología en los últimos cien años, veremos que la humanidad avanzó a pasos agigantados, y aún queda mucho más por venir. Pero nos preguntamos con qué nos sorprenderá la ciencia técnica en las décadas venideras. Estamos al margen de una nueva revolución tecnológica donde la inteligencia artificial será la protagonista. Ésta tendrá una gran influencia en muchas industrias y ámbitos, modificando eternamente la forma en que trabajamos y vivimos actualmente. El rubro de la medicina no va a ser una excepción.
No quiere decir que vamos hacia un método donde las enfermeras y médicos serían reemplazados por robots. No sería así exactamente. Hay tareas a las cuales no se le pueden delegar totalmente a máquinas robotizadas, pero se está pensando, por ejemplo, en automóviles sin conductor. Para el rubro de la salud siempre se necesitará la supervisión humana.
En la medicina, se espera que los adelantos puedan trabajar conjuntamente con el ser humano. De esta manera se podrán utilizar lo mejor de cada uno para así mejorar los sistemas de salud y la calidad de vida de los pacientes. La Inteligencia Artificial podrá algún día realizar exámenes médicos con precisión, y se van a necesitar de los humanos para aplicar los tratamientos correspondientes acorde a los resultados de esos estudios, más la cualidad humana que todo paciente necesita.
Es evidente que la asistencia médica se ha vuelto una empresa tecnificada y costosa. Y esto coincide con la creciente politización -y monetización- de los sistemas sanitarios, que han llevado a devaluar el papel original de tan milenaria vocación. Así, mientras se le exige al médico mayores responsabilidades, se le obliga también a ceder su iniciativa y creatividad tanto a los gestores como a los designios de la Gran Ciencia, una concentración de recursos que ha burocratizado la ciencia y la tecnología, sin capacidad apenas para medir su impacto. Si bien tal industria tecnológica proporciona becas, puestos de trabajo e incluso estatus a sus académicos, resulta demasiado onerosa para la atención médica si se tienen en cuenta los modestos beneficios que comparativamente ofrece a los usuarios. Grandes fondos de inversión apoyan una investigación biomédica poco conectada con la práctica clínica y que, no conforme con haber contribuido a mitigar la mortalidad prematura, aspira ahora a ganarle la partida a la muerte antes que, al dolor, al sufrimiento o a la discapacidad. Es evidente que la complacencia de algunos profesionales y la indolencia de otros han permitido que la propia comunidad médica acabe profanando los fundamentos de la venerable tradición.
Aunque la inteligencia artificial -con sus algoritmos, nubes de tendencias y todo un mar de datos, registros e imágenes- se muestra eficaz en predecir la respuesta individual de ciertos tratamientos oncológicos, no puede contestar cuestiones fundamentales. La tecnología es una poderosa herramienta, pero la práctica médica se funda en el singular vínculo que un médico establece con su paciente. Sean bienvenidos los avances tecnológicos, pero importa que no oculten el horizonte de valores que cimenta la medicina: un enfermero o una doctora que acompañan y animan a quien “no se sostiene firme”, que es el significado de enfermo. Los conocimientos y habilidades que exige toda práctica médica ahora no son sólo de índole técnica y científica, sino también humanitaria. En la lógica de la toma de decisiones clínicas, estas deben ser correctas desde el punto de vista técnico, pero exige un inexcusable elemento de fondo: la dimensión humana que explora e identifica los valores en juego del paciente y de su entorno.
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