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País Vasco - Varios


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siempre en la calle, tanto en el ámbito rural como en el urbano. Pero también lo más cotidiano se vive en el exterior: las tradicionales rutas de vinos o de pintxos son de bar en bar, con las calles siempre repletas de gente a partir de ciertas horas, conversando, conociéndose... De pie, en las barras de los bares, en la misma calle... raramente sentados en pequeños grupos cerrados. Tapas y vinos (o sidra) son el alma mater de la vida social (y no solo de los jóvenes).

      Aparte de estas formas y escenarios más tradicionales para los encuentros sociales, a través de las celebraciones, del tapeo, de las comidas o de los vinos, también encontrará, naturalmente, formas de diversión y espacios de carácter más estandarizado: pubs, discotecas, etc.

      También aquí, como en el resto de España, los jóvenes viven cada vez más en casa de sus padres. Para las generaciones de los antes llamados mileuristas el acceso a la vivienda es cada vez más difícil. Este es hoy, junto a la precariedad del empleo, el problema más acuciante de estas sociedades, acrecentado por tratarse de una de las regiones más caras de España, y con poco suelo.

      A estas realidades (empleo y precio de la vivienda) habría que sumar los bajos salarios, problemas todos ellos crónicos desde hace ya décadas y que tienen su consabida consecuencia: los jóvenes no dejan la vivienda familiar hasta muy tarde y la natalidad presenta cifras extremadamente bajas.

      Sociedad y costumbres

      La sociedad vasca actual muestra una cultura rica y viva que se sustenta en las tradiciones propias de cada zona, pero que ha incorporado, evidentemente, lenguajes contemporáneos. Es difícil hallar, no solo en España sino en todo el continente europeo, un territorio donde la conservación de un patrimonio cultural propio de raíces tan antiguas haya perdurado sin conflictos con un desarrollo económico y social tan potente como el que ha vivido el País Vasco. ¿Cómo ha podido la comunidad vasca convertirse en una sociedad tan avanzada sin haber dejado atrás sus tradiciones y costumbres de origen ancestral? No es fácil responder esta pregunta. Lo primero que llama la atención, evidentemente, es la lengua. De origen aún hoy desconocido, el euskera parece haber sido el eje fundamental de la conservación de la cultura vasca en general. Una lengua que, sin embargo, ha pasado por largas etapas históricas en que quedó relegada a los espacios rurales o domésticos y fuera de los ámbitos de poder político y económico. Hoy, en su visita al País Vasco podrá apreciar que el euskera es una lengua bien viva (con un mayor o menor uso dependiendo de la zona) y con un decidido apoyo institucional.

      Pero no solo es la lengua: deportes, música e instrumentos musicales, danzas, literatura oral… se mantienen igualmente vivos y en muchos casos están presentes en la vida cotidiana de la población. La pelota vasca, las traineras, los bertsolaris, el txistu… no son elementos del folclore que emergen una vez al año para tal o cual festividad, sino aspectos casi del día a día de la vida local. No es memoria de la tradición, sino la propia tradición perfectamente integrada en una sociedad moderna. Por tanto, podrá vivir todo esto en su visita al País Vasco, topará con ello. Y luego está la gastronomía, los pintxos, el txakoli, la sidra, las rutas del tapeo o de los vinos… tantos y tantos elementos que configuran la personalidad única de este pueblo y que forman parte de su cotidianidad.

      Religión

      Aunque la Constitución de 1978 es secular y, por tanto, no reconoce ninguna religión oficial, España sigue siendo un país marcado por la tradición cristiana católica. No obstante, la religión, muy presente y muy practicada hasta la década de 1970, está en claro retroceso: según datos del CIS de 2019, el 67,4 % de los españoles se considera católico, pero solo el 22,7 % de ellos son practicantes. Entre los jóvenes vascos, solo el 8 % se define practicante.

      El el País Vasco, la identificación entre religión y pueblo es muy fuerte. El nacionalismo vasco definido por Sabino Arana a finales del siglo XIX y principios del XX identificaba la defensa de la identidad nacional con la religión y con la defensa de las costumbres y tradiciones arraigadas en el pueblo vasco. Es más, para Arana, el fin último de la autodeterminación de Euskadi no era otro que mantener la pureza católica del pueblo vasco. Esta relación entre pueblo y religión está patente en los símbolos como la bandera, formada por dos cruces, o la celebración el Domingo de Resurrección de la fiesta nacional, el Aberri Eguna. También se ha puesto de manifiesto en algunos períodos de la historia en la relación del clero con el pueblo, ya fuera en las guerras carlistas, donde mantuvo una actitud activa, o en la relación de este con la banda terrorista ETA, relación que se mantuvo siempre en la ambigüedad.

      Un aspecto a tener en cuenta al hablar de la religión en Euskadi es la influencia de la Compañía de Jesús, fundada en 1534 por San Ignacio de Loyola (Azpeitia, 1491) y Francisco Javier (Javier, 1506). A la Compañía de Jesús pertenece la principal universidad privada de la región, Deusto, donde se han educado algunas de las personas más influyente.

      Otro aspecto interesante es que en muchas zonas del País Vasco no solo la romanización fue débil, sino que ello implicó una cristianización sorprendentemente tardía: se sabe de ciertos asentamientos paganos al pie del monte Aralar ¡aún en el siglo XIII! No es de extrañar, pues, que un pueblo que ha sabido conservar su lengua y tantos rasgos de su cultura ancestral propia, también mantenga ciertos vínculos con un pasado religioso precristiano, aunque ciertamente se trate de una antiquísima mitología hoy ya muy poco presente en la vida espiritual o en las costumbres de la ciudadanía.

      Arte y cultura

      Arquitectura

       Arte románico

      Bajo el reinado de Sancho el Grande (1004-1035), Navarra fue un reino poderoso. La hegemonía del reino se reflejaba en el florecimiento artístico del Camino de Santiago en Navarra, con la construcción de numerosas iglesias, monasterios, capillas, etc. El estilo románico floreció hasta el siglo XII, momento en el que las influencias musulmanas dieron paso a la arquitectura mudéjar. La Rioja, bajo el dominio de Navarra en ese momento, también se benefició de esta influencia arquitectónica. El monasterio de San Millán de Suso, Patrimonio de la Humanidad de la Unesco, es un buen ejemplo de ello. Sancho el Grande ordenó su ampliación y restauración en 1030, al más puro estilo románico. También bajo el dominio de Navarra se encontraba Álava, donde se encuentra la mayoría de los testimonios de este estilo en el País Vasco, con ejemplos tan interesantes como el santuario de Santa María de Estíbaliz, en Argandoña, a ocho kilómetros de Vitoria, o la iglesia de Nuestra Señora de la Asunción, en Lasarte.

       Arte gótico

      A partir del siglo XIII, el gótico penetró en España por Navarra a través de la influencia francesa. Se expresa en la arquitectura religiosa, pero también en la pintura, la escultura y la orfebrería. La catedral de Santa María de Pamplona y los principales monumentos de Olite datan de esa época. El gótico se desarrolló un poco más tarde en el País Vasco, principalmente a partir del siglo XIV. El auge de las grandes ciudades en ese momento favoreció la construcción de numerosas casas, edificios administrativos y religiosos, especialmente en Vitoria, donde se pueden admirar varias construcciones góticas (catedral de Santa María, iglesia de San Miguel, Casa del Cordón, etc.).

       Renacimiento y plateresco

      En el siglo XVI, la riqueza derivada del descubrimiento de las Américas permitió la construcción o la restauración de numerosos edificios. El estilo renacentista se desarrolló en esa época en el norte de España y vino acompañado por influencias platerescas. Hay un magnífico ejemplo en la Universidad de Oñati.

       Barroco

      De finales del siglo XVI a mediados del siglo XVIII, el estilo barroco impuso su profusión ornamental a los códigos de la época. El siglo XVII es una época de decadencia política y de estancamiento de la población, motivo por el cual no abundan los proyectos arquitectónicos. Aún así, podremos detenernos en el santuario de Loyola (XVIII), obra maestra del barroco churrigueresco, o en el pórtico de la catedral de Santiago de Bilbao, por poner un par de ejemplos..

      


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