Bases del entrenamiento deportivo. Tsvetan ZhelyazkovЧитать онлайн книгу.
sobre los resultados de las ciencias de la naturaleza biosocial del hombre y de las ideas de la cibernética para regular sistemas complejos de conducta probable.
En 1809, en su obra Filosofía de la zoología, J.B. Lamarque expone sus ideas sobre el desarrollo evolutivo de las especies, formulando el concepto de la influencia estimulante de la experimentación sobre los órganos y sistemas del organismo. Precisamente la capacidad de la materia viva para adaptarse y autoperfeccionarse activamente es el resultado de la interacción contradictoria en el sistema “organismo-ambiente”.
La idea de Lamarque fue desarrollada posteriormente por el embriólogo y morfólogo alemán W. Ru. Éste considera que la función no sólo desenvuelve y da forma acabada a los distintos órganos y sistemas, sino que también los especializa según el carácter de la influencia sobre éstos. Dicha capacidad de los seres vivos para reajustar sus funciones es denominada por W. Ru adaptación funcional. Por su esencia, es una propiedad emanante de la materia viva, lo cual se determina como la ley más universal e importante de la vida. En su base radica la sincronización de tres procesos: materiales, energéticos e informativos. Éstos son profunda y cualitativamente distintos, pero se funden en cierta unidad de orden superior, lo que puede definirse como una “tríada biológica” que forma la base dinámica de la vida (Engelhard W., 1969). De hecho, estos tres flujos concretan los vínculos entre la organización estructural de los sistemas vivos y el entorno.
Los datos experimentales señalan que en las proteínas y en los ácidos nucleicos, sin los que la vida es imposible, existe una diferenciación rigurosa de las funciones que garantiza el metabolismo y la capacidad del organismo para recuperarse, renovarse y autorreproducirse. Son de una importancia singular para las funciones vitales los vínculos informativos dentro del organismo y con el ambiente externo. Al crear orden, regulación y autorregulación de los procesos en el organismo, agrupando la actividad de sus fragmentos en un sistema único, total y armónicamente vigente, el flujo informativo crea la unidad y la armonía de los tres flujos: material, energético e informativo.
Para el proceso del perfeccionamiento deportivo, este hecho es de importancia primordial. Su optimización es una función orgánica de la naturaleza material, energética e informativa del organismo vivo para actuar recíprocamente con los medios y métodos del entrenamiento, reflejarlos de una manera determinada y reaccionar a ellos, conservando además su integridad y especificidad. A esto se debe que el proceso de perfeccionamiento deportivo esté inseparablemente vinculado con el conocimiento de las reformas adaptativas en el organismo, que bajo la influencia del entrenamiento, conducen a cambios cualitativos en el carácter de sus vínculos externos.
La adaptación, como concepto científico-general, normalmente se estudia en dos aspectos: filogenético y ontogenético.
En el primer caso, la adaptación se determina como genotípica, que radica en la base del proceso evolutivo de las distintas poblaciones y se caracteriza por duraderos cambios adaptativos por la vía de las modificaciones hereditarias y de la selección natural. Éste es un proceso histórico de formación del código genético que garantiza una estabilidad relativa y una especificidad del proceso adaptativo en la ontogénesis de los sistemas vivos.
En el segundo caso, la adaptación se determina como fenotípica, adquirida bajo la influencia directa de una serie de factores sociales y ecogénicos, y se caracteriza por una gran dinámica de los cambios adaptativos en la homeostasis de los sistemas. Precisamente esta adaptación fenotípica tiene importancia fundamental para la teoría y la metodología del entrenamiento deportivo.
Al examinar el entrenamiento deportivo como un proceso adaptativo desde el punto de vista del enfoque sistemático, cabe señalar que dicho concepto comprende tanto las reacciones adaptativas directas del organismo como los resultados del proceso adaptativo. Por consiguiente, la adaptación en el deporte tiene dimensiones inmediatas (dinámicas) y acumulativas (estables):
•como proceso, refleja las relaciones de causa y efecto entre la carga externa (física) y las reacciones internas del organismo: la fatiga y la recuperación de las reservas bioenergéticas;
•como estado, surge paulatinamente y refleja los resultados estables de esta interacción, conocidos como estado de entrenamiento y forma deportiva.
Las relaciones mutuas entre los distintos eslabones de la adaptación dinámica y acumulativa está presentada en un bloque-esquema (fig. 3.1 según Meerson F., 1981). Éste muestra que la actividad contráctil de los músculos, bajo la influencia de la carga física, provoca cambios respectivos en los sistemas de aseguramiento energético (ante todo el balance de los fosfatos macroenergéticos en la célula). Los cambios refuerzan la síntesis del ATP y restablecen el desequilibio. Estos procesos son el eslabón inicial de la adaptación dinámica. Junto con ello, la carga física activa también el otro mecanismo más complejo de regulación mediante el “factorregulador”. Éste controla la actividad del aparato genético y determina la velocidad de la síntesis del ácido nucleico y de las proteínas específicas en la célula. De este modo la adaptación acumulativa aumentará las estructuras contráctiles del músculo y su efectividad y garantía energética.
Pero este esquema general de la adaptación fenotípica (como conjunto determinado de estados y reacciones) no revela el carácter fásico del proceso adaptativo según la magnitud y el carácter de las influencias externas. Nos da cierta idea sobre ello la teoría del estrés de H. Selye, con la que el científico canadiense estudia el estado de tensión del organismo que ha surgido bajo la influencia de estímulos sumamente fuertes, independientemente de su origen: físico, psíquico, químico, etc. Dicho estado de excitación (tensión) elevada en el organismo es definida por H. Selye como “síndrome general de adaptación” (S.G.A.) o “síndrome del estrés biológico”. El autor divide su desarrollo en el tiempo en tres fases básicas:
•estadio (reacción) de alarma;
•estadio de resistencia;
•estadio de agotamiento.
El estudio del estrés como una reacción defensiva y adapttaiva de todo el organismo determina su naturaleza universal y crea una sólida base metodológica para revelar la esencia del entrenamiento deportivo como un complejo proceso de adaptación.
Fig. 3.1. Interrelación entre los eslabones de la adaptación inmediata y la duradera (Meerson F., 1981).
III.1.2.Estadios y fases fundamentales del proceso de adaptación
Según H. Selye, todas las influencias externas provocan en mayor o menor grado alteraciones en el organismo, cuyo efecto global él denomina “reacción de la alarma”. Algunos experimentos comprueban que al cabo de 24 horas del surgimiento de dicha reacción en el organismo aparece obligatoriamente una nueva serie de transformaciones que son propias de todos los representantes del reino animal, incluido el ser humano. Es más, estas alteraciones secundarias dependen directamente del tipo y de la intensidad de la influencia que ha provocado la reacción de alarma (Reushkin V. N., 1985).
Otras investigaciones demuestran que la reacción de alarma es sólo el eslabón inicial de un proceso en cadena que al cabo de 24 horas eleva la resistencia del organismo a las influencias que han originado esta reacción. Precisamente esta disposición del organismo para un “nuevo encuentro” con una influencia dada se conoce como “reacción de espera”. Es el resultado de la activación de las reservas funcionales del organismo que ocasionan las respectivos cambios estructurales y aumentan la fiabilidad del sistema inmunitario. El efecto formativo de dicho fenómeno se manifiesta con claridad cuando la influencia externa tiene una periodicidad de 24 horas. Es entonces cuando la reacción de espera va modificando paulatinamente la correlación entre los componentes funcionales y estructurales: si en los primeros días ésta se forma ante todo por cuenta de la elevada actividad y capacidad de trabajo de los órganos y también de los tejidos