Tratado general de fútbol. Jorge CasteloЧитать онлайн книгу.
Si el jugador en cobertura defensiva tiene dudas en cuanto al ángulo que debe escoger, debe optar por uno de 45°.
Concomitantemente con los objetivos y las consideraciones formuladas, otra cuestión fundamental que se le presenta al segundo atacante es la de saber cuál es el lado (en relación con el compañero que tiene el balón) de la cobertura ofensiva que debe escoger para poder efectuar eficazmente esta acción. De hecho, podemos establecer cuatro condiciones (situaciones) básicas en la respuesta a la cuestión formulada:
1. A medida que el compañero que tiene el balón se desplaza o se posiciona en dirección o cerca de las líneas laterales, el jugador en cobertura ofensiva deberá desplazarse o posicionarse a un lado, es decir, del lado que convergen hacia el centro del terreno de juego, creando de esta forma la posibilidad de variar eficazmente el ángulo y el momento del proceso ofensivo.
2. La opción del lado de la cobertura ofensiva está en función de la posibilidad de arrastrar al segundo defensa (cobertura defensiva) hacia una posición ineficaz para proporcionar mejor espacio de progresión al compañero que tiene el balón o en la exploración de un espacio vital del juego para la intervención de un tercer atacante (movilidad).
3. La opción del lado de la cobertura ofensiva ha de tener igualmente la posibilidad de que el jugador que la asuma en función de la situación de juego pueda ocupar y explorar un espacio vital por delante de la línea del balón, dando de esta forma movilidad a su propio ataque.
4. La opción del lado de la cobertura ofensiva ha de contar con la posibilidad de la pérdida del balón por parte del compañero que lo tiene. Por ello, el jugador en cobertura ofensiva buscará anticipadamente posicionarse en el lado en que pueda intervenir con mayor eficacia (desde el punto de vista defensivo) si esta situación ocurre.
Se establece entre el primer y el segundo atacante y resulta esencialmente verbal. En ella el jugador en cobertura ofensiva debe comunicarse con el compañero que tiene el balón informándole del contexto general de la situación del juego, es decir, de la posición del adversario y de los compañeros mejor posicionados, y animarle a ejecutar las acciones técnico-tácticas por el lado del riesgo.
Finalizando, el fútbol moderno requiere cada vez más requiere jugadores que sepan dónde y hacia dónde desplazarse por delante de la línea del balón. Si este desplazamiento se ejecuta en el momento correcto, crea excelentes oportunidades para progresar rápidamente en dirección a la portería adversaria. En este contexto, la madurez táctica del jugador se puede objetivar cuando ejecuta eficazmente la acción de cobertura o el apoyo al jugador que tiene el balón, es decir, cuando lo hace hacia atrás o hacia delante, respectivamente. Ha de desplazarse hacia delante de la línea del balón (apoyo)
cuando el compañero que tiene el balón no precisa cobertura. Con todo, no tiene ningún sentido táctico que todos los jugadores intenten posicionarse por delante de la línea del balón, ya que, si esto ocurre, no habrá posibilidad de que el balón circule ni, consecuentemente, variación del ángulo del ataque del proceso ofensivo.
• La movilidad
Los jugadores en el proceso ofensivo, una vez asegurada la cobertura del compañero que tiene el balón, utilizan el principio de la movilidad intentando romper la organización defensiva (en términos de amplitud y profundidad), creando de esta forma los espacios necesarios para que progrese el balón. De hecho, la concreción de los comportamientos técnico-tácticos de base del principio de la movilidad buscan los siguientes objetivos tácticos: crear espacios libres, desequilibrar el centro del juego defensivo, volver el juego defensivo imprevisible y asumir otras funciones dentro o fuera de la unidad estructural funcional ofensiva.
La movilidad busca la creación de espacios libres y su utilización, de modo que se posibilite al portador del balón la elección de la acción técnico-táctica más adecuada al contexto de la situación de juego. Cada jugador entiende específicamente el juego a su manera. Las particularidades y el carácter de las acciones sin el balón representan la base del concepto de juego del equipo y comprenden dos cuestiones fundamentales en estricta relación (aunque independientes):
1. El posicionamiento «objetivo» elegido por el atacante. La posición escogida por el jugador representa la fase cualitativa de su pensamiento creativo y de su madurez táctica, que contiene componentes tales como la capacidad de leer y valorar rápidamente las situaciones con el objetivo de poder adoptar operacionalmente las soluciones más eficaces a la tarea táctica de su propio equipo.
2. El desplazamiento del atacante. Se caracteriza por el desarrollo de ciertos procedimientos de carácter técnico basados en una elevada velocidad de ejecución, con cambios rápidos de dirección, y por la utilización de fintas y engaños con el objetivo de disimular sus verdaderas intenciones tácticas.
La continua creación de inestabilidad en el equipo que defiende es la llave de la progresión sobre el terreno de juego, así como la creación de las condiciones favorables para la finalización. El marcaje que realiza cada uno de los defensores sólo podrá tener éxito completo si los atacantes asumen una posición estática en el terreno de juego. En todos los momentos y en todos los espacios del juego, con especial incidencia cerca del área grande del adversario, los atacantes deben estar continuamente activos para presentar en cada momento problemas a la defensa contraria. La comprensión y asimilación del juego sin el balón es tan importante como el perfecto dominio de las diferentes acciones técnico-tácticas. En este ámbito, los jugadores que momentáneamente puedan no estar dentro del número de acciones divisionales del compañero que tiene el balón han de concienciarse y valorar constantemente su contribución para la resolución y el desarrollo de la acción ofensiva, sobre todo porque el objetivo del juego sin el balón no consiste tan sólo en intervenir de una forma más concreta invisible en el juego y apoderarse del balón, sino también en arrastrar a uno o a varios adversarios permitiendo dejar libres de marcaje directo a uno o a varios compañeros o crear espacios vitales de juego que podrán ser ocupados para la concreción de los objetivos del ataque.
El jugador en movimiento debe volver su juego imprevisible desde el punto de vista defensivo a través de los desplazamientos ofensivos, los cuales tienen que atender a las siguientes cuestiones fundamentales:
1. El tipo de desplazamiento de mayor éxito ejecutado por el atacante es el que proporciona al portador del balón dos opciones de pase:
A. Directamente hacia el atacante en el desplazamiento, con lo que amenaza el espacio de juego de su defensa directo.
B. Directamente hacia el espacio dejado libre instantes antes para este atacante, en el que el compañero del equipo pueda amenazar inmediatamente a la defensa y ahí posicionarse, o que se abran perspectivas para la exploración de ese espacio de juego en el que no está marcado o en el que se encuentra desfasado en el tiempo.
2. El jugador que se desplaza generalmente