Tratado general de fútbol. Jorge CasteloЧитать онлайн книгу.
de la respuesta motora). Malina (1993) se refiere relativamente al movimiento inteligente: «En una jugada de baloncesto se identifican los elementos estructurales de toda la actividad creativa: el invento de un proyecto, su desarrollo, las operaciones para realizarlo y los actos para evaluarlo. Y es la inteligencia la que posibilita la ejecución de esas capacidades».
Podemos profundizar gracias a un ejemplo práctico comparativo en lo que pretendemos mostrar. Si aplicamos un ejercicio pliométrico a los jugadores para el desarrollo de su rendimiento de la fuerza explosiva utilizando cierto número de repeticiones de saltos sobre vallas, el programa motor para su ejecución es de carácter «cerrado» al no existir la posibilidad de que esa «rutina motora» pueda emplear ajustes y reprogramaciones motoras «significativas» para ejecutar el ejercicio. Por el contrario, si usamos una situación específica de entrenamiento de 3 × 3 sobre dos porterías, el trabajo de fuerza explosiva podrá realizarse con constantes paradas y salidas con cambios de dirección y velocidad y mediante saltos para rematar de cabeza el balón. Al comparar los dos ejercicios previamente referidos, se observa que el segundo utiliza una programación motora completamente distinta y además especializada, teniendo en cuenta los diferentes aspectos que se derivan de la contextualización de la situación que determina distintos mecanismos de toma de decisiones y de ejecución. Este hecho objetiva la necesidad de constantes reprogramaciones motoras debido a las constantes alteraciones de esa situación. Además podría preguntarse cómo podemos garantizar que el segundo ejercicio cumpla los presupuestos científico-metodológicos del entrenamiento pliométrico. La respuesta está dada por las prescripciones (condiciones estructurales) establecidas para la realización del ejercicio. Por ejemplo: empleo de circulaciones tácticas estandarizadas que, debido a su eficacia, aumentaron las posibilidades de los centros y de los remates de cabeza del balón (incremento del número de saltos por jugador por unidad de tiempo); valoración solamente de los goles conseguidos con remates de cabeza con impulsión, y creación de condiciones de espacio y tiempo que potencian ciertos tipos de comportamiento técnico-práctico en detrimento de otros (disminución del número de toques de balón por intervención o restricción del número de pases de la fase ofensiva para que se pueda finalizar con remates de cabeza). ¡Seamos claros!, un ejercicio de entrenamiento que provoca interaccionar (en sus distintas proporciones según su lógica) los diferentes sistemas funcionales de los jugadores aproximándolos a la especificidad competitiva del juego del fútbol tiene un valor aumentado porque establece patrones de respuesta motora y un número de repeticiones que aumentan el rendimiento deportivo del jugador o del equipo. En este sentido, todos los procesos y sistemas de la persona que juega están en interacción, especialmente los de la recogida y el tratamiento de la información, la memoria, la atención selectiva y la anticipación, que se hallan permanentemente en uso en virtud de la variabilidad contextual del ejercicio. Por otro lado, el ejercicio de carácter «general» o «artificial», independientemente de los aspectos fisiológicos, musculares y del control de su ejecución, no tiene solicitaciones en el plano cognitivo ni un nexo de unión ni transferencia; además, se emplea mucho en la metodología práctica de antiguos paradigmas que nada tienen que ver con las necesidades del entrenamiento deportivo de la actualidad. Bajo esta perspectiva, si pretendemos verdaderamente establecer una relación significativa entre la lógica interna de cualquier especialidad deportiva, la del jugador y la del proceso de entrenamiento, debemos elaborar y construir modelos (simulaciones de la realidad constituidos por elementos específicos del fenómeno que se observa) de forma intencionada y susceptibles de volver inteligible un fenómeno complejo. La elaboración de modelos de entrenamiento implica la representación de algo que es semejante y consistente con la realidad y presenta como ventajas los siguientes aspectos: posibilidad de superar las dificultades inherentes a la organización jerárquica de los diferentes factores y contenidos específicos que se derivan de la lógica interna del juego del fútbol (separando lo fundamental de lo accesorio), posibilidad de un análisis operativo y una búsqueda del carácter provisional de cada factor o contenido preponderante en la estructura del rendimiento de esa modalidad deportiva (analizando las partes en función del todo, sin perder la posibilidad de analizar aisladamente cada factor del rendimiento) y posibilidad de creación de contextos más o menos complejos que se derivan de la estructura del proceso competitivo inherente al juego del fútbol pero conservando las informaciones, los contextos, las actitudes y los comportamientos sustanciales y significativos del juego (independientemente del nivel de complejidad del ejercicio de entrenamiento, éste nunca desvirtuará la lógica fundamental). Concluyendo, en la elaboración de cualquier programa de entrenamiento, sea para las sesiones, los microcliclos, los mesociclos o la periodización anual, se puede manifestar la objetividad cuando se crea una unidad correcta (célula) lógica de programación y estructuración del ejercicio de entrenamiento. Es con esta entidad y con sus diferentes facetas y en su acumulación a lo largo de cierto período de tiempo como se pueden alterar constante, consistente y significativamente las posibilidades del éxito del jugador o del equipo a corto, medio y largo plazo. La reflexión sobre el ejercicio de entrenamiento y su operacionalidad es tan satisfactoria como perturbadora y obliga por conciencia y necesidad profesional a dedicar racionalmente todo nuestro esfuerzo, tiempo y empeño en este problema temático que muchas veces parece estar resuelto pero que, sin embargo, otras parece estar al principio de un largo camino.
El ejercicio es un problema tan evidente dentro del contexto del proceso del entrenamiento que tal vez sea esa propia evidencia la que provoca una discrepancia significativa entre la importancia del tema y las reflexiones teóricotácticas que buscan analizarlo, así como los parámetros fundamentales que deberían ser manipulados para su correcta elaboración, compatibilizándolo con todas las variables y no variables inherentes a este proceso pedagógico. Por otro lado, podemos observar que existen pocos escritos y estudios sobre el ejercicio debido a su dificultad: por su fuerte determinismo, porque cuando está correctamente elaborado, aplicado y corregido potencia con claridad la riqueza humana mostrando los elevados rendimientos deportivos alcanzados, y por su volatilidad, porque cuántas veces al utilizar este o aquel ejercicio pensamos que sus efectos se dirigen a una acción con determinado sentido de la evolución del jugador y después de algunas sesiones o semanas de trabajo verificamos que sus mismos efectos se manifiestan ubicándolos en una dirección completamente opuesta a aquella que nosotros nos habíamos propuesto. La lógica funcional y relacional del ejercicio de entrenamiento es precaria e inestable y depende, por un lado, del nivel de la capacidad del jugador en el momento de su aplicación y, por otro, de los diferentes niveles de complejidad que estructuran cada plataforma evolutiva de perfeccionamiento o desarrollo de la lógica del juego del fútbol.
LA ORGANIZACIÓN DEL LIBRO
Este libro está organizado en cuatro partes fundamentales, 16 capítulos y 31 subcapítulos.
En la primera parte estudiaremos la organización sistémica del juego del fútbol, que se asienta en cinco vertientes fundamentales:
• Las fases del juego. Representan, bajo una perspectiva, el proceso ofensivo y defensivo en el cual cada jugador es totalmente solidario con todos sus compañeros y rival de todos sus adversarios. En este ámbito cada jugador en cada momento del juego busca romper el equilibrio existente y crear ventajas que le aseguren el éxito respetando las leyes del juego.
• La estructura del juego. En este ámbito el equipo debe ser analizado como un campo de fuerzas soportadas por los jugadores en el que cada uno es una línea de fuerza y todos actúan conjuntamente (cooperando) e interactuando sus esfuerzos para confrontarlos con los del otro equipo (el otro campo de fuerzas), que tiene objetivos diametralmente opuestos. Por ello, cada situación de juego que se sucede a cada momento se resuelve con el objetivo de perseguir los objetivos preestablecidos racionalizando continuamente el espacio de juego y las funciones (misiones) tácticas definidas para cada jugador.
• Los métodos de juego. Representan la coordinación general y la secuencia temporal de ejecución de los comportamientos técnico-prácticos de los jugadores en el proceso ofensivo y defensivo. Los métodos de juego buscan de esta forma determinar constantemente la creación de condiciones más ventajosas a nivel numérico,