Boda en Eilean Donan. Lorraine MurrayЧитать онлайн книгу.
por alejarse de ella.
—Hacen una buena pareja. Y ambos parecen tener muy claro lo que quieren en cuanto al reportaje. Espero podérselo ofrecer. —Elevó las cejas y movió la cabeza.
—Para eso estás aquí. Para hacer el mejor reportaje de boda —le recordó él volviendo a proyectar en su mente la imagen de ella—. ¿Te gustan las motos?
Karen pareció despertar ante aquella pregunta mientras Denise fruncía el ceño. ¿A qué venía esa pregunta cuando estaban hablando de los novios? ¿Y cómo sabía él que a su amiga le apasionaban? Solo faltaba que le dijera que él tenía una, y entonces apostaba a que se harían amigos inseparables, pensó Denise expectante ante lo que él pudiera añadir.
—¿Por qué lo preguntas? —La curiosidad y la expectación por lo que él tuviera que decir la atraparon. Cruzó los brazos sobre su pecho como si estuviera estableciendo una barrera entre los dos, adoptando una pose algo defensiva ante él.
—Por la imagen que he visto en tu web. La que estás sentada en el suelo y apoyada contra una moto de gran cilindrada. Estaba buscando tu número de móvil para llamarte. Y de paso eché un vistazo a las imágenes que tienes colgadas.
Ella sonrió y se mordió el labio con gesto pensativo.
—¿No conocías mi página web de trabajo?
—No.
—Es curioso siendo la fotógrafa de la boda de tu hermana. A mí me picaría la curiosidad para ver quién se encargaría del reportaje.
Andrew asintió con una mirada de sorpresa.
—Es su boda. Acabas de decirme que ellos dos saben muy bien lo que quieren.
—Sí, cierto.
—Y no, no sentía demasiada curiosidad por saber quién eras. —Su comentario pareció sorprenderla a juzgar por la cara que puso. Frunció el ceño y entrecerró sus ojos sin apartar la mirada de él—. Es tarde, y mañana tenemos que madrugar… Si no tenéis nada más que decirme… —Prefirió dirigirse a Denise y no a Karen, porque tenía la ligera impresión de que había herido su orgullo al decirle que no la conocía. O eso le parecía a él, porque su gesto cambió por completo. Sería conveniente retirarse y reorganizarse para el día siguiente. Ya había tenido bastante por este. Y solo era el de llegada, se dijo pensando en que le quedaban más días y situaciones para seguir charlando.
—No, creo que todo está claro. Nos vemos mañana a las ocho —resumió ella con un tono monótono e incluso algo irascible. Pese a la sensación que sentía en el interior, y a que la piel se le hubiera erizado.
—A las ocho —reiteró alejándose de ellas caminando hacia atrás, sin perderlas de vista, en especial a Karen. Le sonrió antes de girarse para abandonar el hotel.
Karen resopló, bajó la mirada al suelo y sacudió la cabeza.
—¿Qué te sucede? Te he notado algo decepcionada cuando ha dicho que no te conocía ni había echado un vistazo a tu web a ver quién eras —la voz de Denise la puso en alerta.
—¿Decepcionada? No. No todo el mundo tiene que conocer mi trabajo. Es un tío algo extraño. Habla poco. Lo justo, me atrevería a decir. Y cuando lo hace…
—Si tenemos en cuenta lo que nos ha dicho de él su hermana… Al respecto de que no le gustan las bodas… Entiendo que se sienta algo incómodo.
Karen asintió sin dejar de mirar la puerta del hotel por la que Andrew se había marchado. Luego se volvió hacia Denise.
—En fin, creo que es mejor irnos a descansar. Mañana nos espera un día duro.
—¿Y en cuanto a tu cambio de tono al dirigirte a él? ¿A qué se ha debido? —Denise miró a Karen con inusitada expectación—. ¡Te ha herido tu orgullo cuando te ha dicho que no sabía quién eras!
—No me vengas con esas, Denise. Me parece genial que no se haya molestado en informarse sobre mí. Como bien ha dicho, es la boda de su hermana. Lo que no entiendo es qué pinta él en todo esto de irnos a recoger al aeropuerto y traernos al hotel. Y que mañana sea él quien nos acerque a Eilean Donan.
—Alguien tiene que hacer de anfitrión, ¿no crees?
—Yo más bien creo que se lo han impuesto para ver si se centra en la celebración. Y entre eso y que no parece que le gusten las bodas… En fin. Estoy segura de que lo plantaron en el altar. Con ese carácter no me extrañaría… —Karen resopló y alzó su mirada hacia lo más alto del vestíbulo.
Denise comenzó a reírse.
—Menuda ocurrencia la tuya.
—Ya me dirás si no.
—Te pica la curiosidad, ¿eh? Saber qué le sucedió. Atrévete a negármelo.
Karen esbozó una media sonrisa llena de picardía.
—Es un aliciente a la boda, ¿no crees? Bah, no me hagas caso —rectificó sacudiendo la mano en el aire ante su amiga—. Estoy cansada.
Llegaron ante la puerta de la habitación y entraron sin que ninguna dijera nada más. Karen no podía negar que él despertaba cierta curiosidad en ella. Solo eso. Sería mejor echarse a dormir y recuperar las fuerzas para el día siguiente.
Andrew entró en casa y se dirigió a la habitación. Trataría de dormir y no pensar en Karen. Ni en cuánto le gustaría tenerla allí para él y de ese modo recorrer sus curvas. Le parecía una mujer fascinante. Con carácter y determinación que no parecía dejarse influir ni se asustaba. Al día siguiente la vería trabajar y comprobar in situ todo aquello que comentaba su padre o la propia Ilona. Si hacía honor a tantos galardones como le habían concedido. Esa tarde en su despacho, después de navegar por su web, había buscado las imágenes que habían sido elegidas como portadas de las revistas. Y aunque él no entendía de fotografía le habían parecido impactantes. Había leído algunas de las entrevistas que le habían hecho con motivo de esos premios. De las campañas de moda para los diseñadores más reconocidos a nivel mundial. Sí. Sin duda, era una mujer más que interesante y que estaba fuera de su alcance. Se había prometido no volver a fijarse en una desde lo sucedido con Fiona. No era un masoquista. No quería que lo pisaran otra vez. De manera que ya podía empezar a ver a la francesa con otros ojos.
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